Desde la madrugada del lunes, el Reino de Tailandia lanzó ataques aéreos contra posiciones militares en el Reino de Camboya, lo que representa una escalada inmediata después de que ambos países suspendieran el alto el fuego.
La ofensiva se produce a poco menos de seis semanas de que se firmara un acuerdo de paz —promovido por el Donald J. Trump y respaldado por varios países de la región— destinado a poner fin a los enfrentamientos en la frontera.
De acuerdo con fuentes oficiales, los bombardeos dejarían al menos un soldado tailandés muerto y cuatro civiles camboyanos fallecidos, además de decenas de personas desplazadas en ambos lados de la frontera.
El Ejército de Tailandia justificó la operación señalando que Camboya habría movilizado armamento pesado y reubicado unidades de combate en zonas conflictivas, lo que, según Bangkok, representaba una amenaza a su seguridad nacional.
Por su parte, Phnom Penh denunció los bombardeos como “acciones agresivas e inhumanas”, asegurando que no había instigado un ataque. Además, acusó al gobierno tailandés de retomar la agresión sin provocación alguna.
Con este nuevo episodio, el acuerdo de paz obtenido en octubre de 2025 —visto por muchos como un paso hacia la estabilidad regional— queda prácticamente invalidado, ante la clara reanudación del conflicto.
La comunidad internacional —incluyendo dirigentes regionales— ha hecho llamados a la calma y al reestablecimiento de canales diplomáticos, aunque la declaración reciente del primer ministro tailandés sugiere que las negociaciones han quedado por ahora descartadas.
