El exministro de Economía y Planificación de Cuba, Alejandro Gil Fernández, fue condenado a cadena perpetua por el Tribunal Supremo Popular (TSP), tras ser hallado culpable de espionaje, cohecho y otros delitos graves, informó la corte este lunes.
En el fallo, el tribunal declaró que Gil, mediante “un actuar corrupto y simulador”, se aprovechó de sus cargos públicos para obtener beneficios personales: “recibiendo dinero de firmas extranjeras y sobornando a otros funcionarios públicos para legalizar la adquisición de bienes”.
Además de la cadena perpetua, Gil recibió una condena adicional de 20 años por un segundo proceso en que se le imputaron delitos como cohecho continuado, falsificación de documentos públicos, tráfico de influencias y evasión fiscal.
El tribunal justificó la severidad de la condena indicando que los actos perpetrados por el exfuncionario constituyen una “traición a la patria”, al haber sustraído, dañado y entregado documentos oficiales clasificados a supuestos “servicios del enemigo”, así como dañado la economía del país.
Este fallo alcanza al exministro que durante años fue uno de los rostros más visibles del gabinete cubano, y se produce tras su destitución en 2024 y un proceso judicial iniciado tras una investigación por “graves errores” durante su gestión.
Aunque la sentencia puede ser apelada en los próximos diez días —como permite la legislación —, la condena representa una de las más duras impuestas a un alto cargo civil en Cuba en décadas, y su caso se ha convertido en un símbolo de la crisis de credibilidad del sistema político y judicial de la isla.


