Un fuerte terremoto con magnitud 7.5 (inicialmente estimado en 7.6) sacudió el noreste de Japón durante la noche del 8 de diciembre de 2025, con epicentro en el mar frente a la costa de la prefectura de Aomori Prefecture, en la región de Sanriku. El sismo, registrado por la Japan Meteorological Agency (JMA) como de “intensidad máxima 6 superior” en la escala sísmica japonesa en zonas como la ciudad de Hachinohe, provocó movimientos intensos que se sintieron incluso fuera de la región inmediata.
Como consecuencia inmediata se emitió una alerta de tsunami para las costas de Aomori, así como advertencias para regiones ribereñas del Pacífico en prefecturas como Iwate, Hokkaidō y Miyagi. Las autoridades evacuaron a decenas de miles de personas ante la posibilidad de olas de hasta tres metros, aunque al final las mediciones registraron tsunamis de entre 20 y 70 centímetros en distintos puertos, por ejemplo en Kuji, Iwate.
Los primeros reportes indican al menos 50 personas heridas —algunas de ellas de gravedad— y daños menores como ventanas rotas, estructuras afectadas, caída de objetos y movimientos de tierra en localidades costeras. Las líneas de trenes de alta velocidad fueron suspendidas temporalmente, y miles de hogares quedaron sin electricidad por cortes en el suministro. Plantas nucleares ubicadas en la zona iniciaron protocolos de inspección, aunque hasta el momento no se reportan anomalías de seguridad.
Tras el sismo, la JMA emitió una alerta especial para las costas de Hokkaidō y Sanriku advirtiendo sobre la posibilidad de nuevos temblores fuertes —incluso con magnitudes mayores al 8— en los próximos días. Esta advertencia no implica evacuaciones inmediatas, sino una recomendación de alto nivel de preparación: revisar rutas de escape, mantener un kit de emergencia, y estar atentos a cualquier alerta futura.
Pese a la intensidad del sismo, los primeros balances oficiales destacan que los daños materiales han sido relativamente contenidos, y que no se han registrado víctimas mortales ni destrucción masiva. Las alertas de tsunami fueron levantadas en las primeras horas del 9 de diciembre, aunque el monitoreo continúa activo debido al riesgo de réplicas.
Este evento recuerda la vulnerabilidad permanente de Japón ante fenómenos sísmicos, especialmente en zonas costeras sujetas a la subducción de placas tectónicas, y refuerza la importancia de su sistema de alerta temprana, evacuación eficiente y cultura de prevención. Si lo deseas, puedo generar un resumen con las posibles consecuencias medioambientales, sociales y económicas que podría acarrear este sismo en Japón.


