La Unión Europea manifestó su solidaridad con Dinamarca y con Groenlandia en respuesta a las recientes declaraciones y acciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que han reavivado tensiones diplomáticas en torno al estatus del territorio autónomo ubicado en el Ártico. Las autoridades europeas consideraron que las expresiones del mandatario estadounidense, que incluyen referencias a la importancia estratégica de Groenlandia para la seguridad nacional y la designación de un enviado especial, constituyen una presión indebida sobre la soberanía danesa del vasto archipiélago. La declaración de respaldo fue reiterada por altos representantes de la Unión Europea, quienes enfatizaron la centralidad de los principios de soberanía e integridad territorial consagrados en el derecho internacional y subrayaron que cualquier cambio en el estatus de Groenlandia debe ser decisión de los ciudadanos groenlandeses y del Reino de Dinamarca.
El contexto de la respuesta europea se remonta a la reciente designación por parte de la Casa Blanca de Jeff Landry, gobernador de Louisiana, como enviado especial de Estados Unidos para asuntos relacionados con Groenlandia. Trump ha argumentado que la isla, rica en recursos naturales y ubicada en una posición geoestratégica clave, es crucial para la seguridad estadounidense frente a lo que percibe como movimientos de potencias como Rusia y China en la región ártica. Esta postura estadounidense ha generado rechazo entre líderes daneses y groenlandeses, quienes han reafirmado insistentemente que Groenlandia no está en venta ni su futuro puede ser determinado por decisiones externas.
La jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Kaja Kallas, hizo pública la posición comunitaria en redes sociales, reiterando que la UE mantiene su apoyo incondicional a Dinamarca y a Groenlandia en defensa de su autoridad y autonomía. Kallas subrayó que el respeto a la soberanía y la integridad territorial es un principio esencial tanto para la Unión como para todas las naciones que reconocen las normas del sistema internacional. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reforzó este mensaje al señalar que la seguridad en el Ártico es una prioridad para la Unión y, aun cuando Estados Unidos es un socio estratégico en la región, cualquier intento de alterar unilateralmente la situación actual debe evitarse y ser abordado dentro del marco del derecho internacional.
El apoyo europeo se ha extendido también a nivel de Estados miembros, con el primer ministro de España, Pedro Sánchez, expresando “plena solidaridad” con Dinamarca y con el pueblo groenlandés frente a las iniciativas estadounidenses, y afirmando que el respeto por la soberanía y la integridad territorial es fundamental para la cooperación internacional. Sánchez sostuvo que la seguridad ártica debe abordarse con aliados y socios dentro de los marcos establecidos de diálogo multilaterales y no mediante presiones que puedan socavar la confianza entre naciones aliadas.
La situación ha generado preocupación en varios círculos diplomáticos debido a la histórica relación entre Estados Unidos y sus aliados europeos, que incluyen compromisos dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Dinamarca, que es miembro de la Unión Europea y de la OTAN, tiene responsabilidades sobre la defensa y la política exterior de Groenlandia, aunque el territorio ejerce un alto grado de autogobierno. Los líderes daneses y groenlandeses han enfatizado que cualquier discusión sobre el futuro de Groenlandia debe involucrar directamente a sus poblaciones y no puede ser objeto de decisiones unilaterales de terceros.
La reafirmación de apoyo de la Unión Europea se da en medio de un panorama geopolítico más amplio donde el Ártico cobra creciente importancia estratégica debido al cambio climático, la apertura de nuevas rutas marítimas y el acceso potencial a recursos naturales considerablemente valiosos. La postura europea busca mantener cohesionada la defensa de normas internacionales y demostrar que las alianzas históricas no pueden ser puestas en duda por intereses territoriales o estratégicos que no respeten los marcos de soberanía establecidos.
La respuesta de la UE también refleja la intención de consolidar una postura conjunta ante cualquier desafío que ponga a prueba los principios fundamentales de la comunidad internacional, en particular la inviolabilidad fronteriza y la autodeterminación de los pueblos, frente a dinámicas de poder que pudieran fragmentar la cooperación entre aliados tradicionales.


