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José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, Por Francisco López Vargas

El comportamiento de Vicente Fox previo a las elecciones de 2016 provocó no sólo un enfrentamiento sino que su conducta enlodó, ensució la victoria de Felipe Calderón, cuya victoria fue por décimas de punto.

Dos años antes de las elecciones, Fox emprendió una campaña feroz contra Andrés Manuel López Obrador. Había desatendido un amparo y ese detalle había servido para armarle un juicio de desafuero a toda luces para hacer a un lado a un aspirante a candidato presidencial que llevaba si no la delantera, si tenía muy buen apoyo popular.

La sociedad condenó a Fox, arremetimos contra ese exceso de poder utilizado contra el que era jefe de gobierno del Distrito Federal que terminó sin cargo y con más popularidad de con la que había empezado.

Lo de Fox fue una canallada, de gente ruin y despreciable que sólo complicó más unas elecciones que, de por sí, no se veían fáciles.

Quizá eso influyó a que la desobediencia de Felipe Calderón al presidente –que no era su candidato presidencial- le sumara afectos y los exabruptos de López Obrador a la envestidura presidencial tuvieran que ver con ese pequeño margen que separó al vencedor del vencido.

Hoy, en tiempos de elecciones, la canallada se apoderó de Andrés Manuel. Sí, a ese que le hicieron lo indecible, que trataron de pararlo a la mala dos años antes, él lo repite todo igual o peor a unos veintitantos días de los comicios queriendo bajar a los dos candidatos punteros de Nuevo León, que dejaron atrás, y por mucho, a Clara Luz Flores Carrales, la candidata de Morena que era la puntera al iniciar la contienda y que se desbarranca no sólo por mentir sino por sostener la mentira.

Hoy, el presidente de la república se está comportando peor que Vicente Fox y todo pareciera indicar que cuando pierda va a arrebatar y a no reconocer el triunfo.
Hoy, el presidente más poderoso, el presidente más legítimo, el presidente que se decía demócrata y humanista se comporta como el más vil de los políticos: más presupuesto al tren maya que a los servicios médicos en plena pandemia, más dinero para una refinería que en medicinas para enfermos crónicos.

Viene de pueblo chico, decía Ifigenia Martínez, ¿qué quieres?, tratando de justificar a un presidente mareado, que el poder lo ha descompuesto y más cuando se percata que la elección que sería la ratificación de su proyecto se convierte en una verdadera censura a la falta de resultado, al exceso de abusos, al desprecio por la inteligencia y a las leyes del país.

Muñoz Ledo, en un respiro de congruencia, habla de un presidente mareado, de la intentona de reelección o de un golpe de estado silencioso, con el Ejército como cómplice porque vaya que le ha dado presupuesto, obras y privilegios.

El presidente que era pueblo, se convirtió en el presidente más autoritario e impositivo de la historia reciente y ello empieza a descomponer las diarias mañaneras precisamente por los exabruptos presidenciales, por la victimización que hace que todo sea contra él, hasta el accidente de la línea 12 del metro.

Andrés Manuel es un mago para convertir las violaciones a la constitución en una justificación democrática y de justicia. El presidente López Obrador es un experto en meterle el pie a Andrés Manuel.

El presidente que se indigna por el efectivo en la campaña del emecista Samuel García, en Nuevo León, justifica el efectivo en manos de su hermano en bolsas de papel de estraza; el que se queja de las tarjetas del aliancista Adrián De la Garza, no ve las de la morenista Clara Luz Flores; las moradas del moreno, Victor Hugo Romo, en Cdmx.

El presidente que se presenta como defensor de la democracia está metiéndose en ella para anularla porque su candidata se desbarrancó como le ha sucedido a muchos de quienes hoy buscaban las gubernaturas en 15 de los estados que renuevan gobiernos estatales.

Pareciera que cuando tiene la certeza de que no gana, el presidente se mete para destruir o anular la elección mientras desconoce los resultados. En el camino, el presidente exhibe la parcialización de la Fiscalía Electoral que, si alguna vez hubo duda, hoy deja claro que se politizó la justicia, esa que trató de poner a fiscales independiente para evitar que el poder político la usara en su beneficio.

Hoy las elecciones en 15 estados no pintan favorables para Morena. Estados que se veían sólidamente conformados para ganarse por los candidatos del partido del presidente se han desdibujado, Campeche tiene, en un mes, una caída de 17 puntos de su candidata Layda Sansores y el candidato que era el que venía rezagado ha logrado repuntar unos comicios de pronósticos reservados.

Así, Morena, que parecía imbatible, hoy los números acreditan que el enojo del presidente tiene que ver con la derrota, esa que ellos mismos construyeron a golpes de autoritarismo y falta de resultados.

José Francisco Lopez Vargas
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