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¿Golpe de estado o revolución? Epidemiólogo necio…

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez *
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… que acusáis al pueblo sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que acusáis.

Enfrento esta semana otro perfecto ejemplo de paradoja en aquello que pienso que la ciudadanía debe exigir a quien ocupa un cargo público en términos de comunicación pública. Una expresión que por su contenido no tiene nada que ver con el trabajo por el que le pagamos a un Subsecretario de Salud Federal, y que a la vez es tan llamativo que dificulta ignorarlo, reírse, sentir pena ajena o, incluso, ofenderse. Mensaje que tenemos que pensar que viene de una mente simplemente extraviada, que hasta piedad amerita, si no fuera porque su portador ocupa un cargo público de vital importancia y alto sueldo. O, pensando mal, que es otro distractor, que evade entrar a lo que realmente debería estar informando y haciendo.

Entonces, quisiera no dedicarle este amable espacio que amablemente La Revista nos permite para conversar, por su irrelevancia, por su necedad, pero lo uso para ir al tema que sí es vital para la ciudadanía en estos tiempos y en el cuál él y sus superiores tienen una enorme responsabilidad, mucho que explicar y todo que resolver.

Situación

El desabastecimiento público de medicamentos ha afectado a millones de personas en México por muchos años. Pido a quien tenga la amabilidad de leer que comparta si conoce algún caso en que no se han surtido los medicamentos indicados por el/la médico en instituciones públicas. Creo que los servicios públicos de salud descargan en el/la funcionario de ventanilla todo el peso de este problema, que es quien tiene que decirnos una y otra vez, por semanas o meses, que la medicina que en consulta nos recetaron no está disponible, y lo único que puedes hacer es “esperar”. Por supuesto afecta más a quienes más dependen de esos servicios públicos, pero en principio existe lo que se llama el derecho humano a la salud, que implica al gobierno para proveernos a TODOS/AS de los medios para asegurarla, así que aunque hoy pueda pagar medicina privada, cueste lo que cueste, el problema sigue allí afuera y nos puede tocar más tarde o más temprano.

El Colectivo #CeroDesabasto, impulsado por #Nosotrxs por la Democracia, A.C., integra a 63 organizaciones que, entre otras acciones, han documentado este fenómeno y pugnado por que el gobierno lo resuelva. Sólo en 2020 los datos institucionales indican que en el IMSS no se surtieron efectivamente 16 millones de recetas, el triple que el año anterior. El Gobierno Federal actual, responsable de la salud pública, detectó un tema de monopolio en los proveedores de medicamentos y cortó de tajo las compras, sin disponer en estos dos años de un mecanismo alternativo que elimine ese problema, pero mantenga las compras oportunamente y con precios razonables.

Este lunes 28 de junio, el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, en Chamuco TV hizo lo que él considera una “especie de alerta” indicando que él sólo ve a 20 personas haciendo manifestaciones respecto a que los niños que padecen cáncer no tienen medicamentos; que esta narrativa busca generar una ola de simpatía en la ciudadanía mexicana, con una visión golpista (golpe de estado).

Aspectos jurídicos

Los tratados internacionales protegen el derecho a la salud. La Organización Mundial de la Salud afirma que “el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano” e incluye el acceso oportuno, aceptable y asequible a servicios de atención de salud de calidad suficiente.

La Constitución en México lo garantiza diciendo que “toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La Ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud…” Y la Ley General de Salud establece como una de las finalidades del derecho a la protección de la salud “El disfrute de servicios de salud y de asistencia social que satisfagan eficaz y oportunamente las necesidades de la población. Tratándose de personas que carezcan de seguridad social, la prestación gratuita de servicios de salud, medicamentos y demás insumos asociados”. Lo cual implica con mayor razón a quienes sí cuentan con la seguridad social.

El gasto federal en salud (Función Salud) propuesto para 2021 representó, 2.7% del PIB y 10.6% del presupuesto total. En enero, la Secretaría de Salud subejerció 86% del presupuesto que le fue aprobado para gastar en el primer mes del 2021, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

En pocas y simples palabras: Sí, el gobierno federal, en coordinación con los estados, tiene la obligación de proveernos de lo necesario para nuestra salud, especialmente ante enfermedades y, ojo, cuenta con los recursos para hacerlo, pero no lo está haciendo bien desde hace muchos años y actualmente lo está haciendo aun peor.

Aristas Sociales

Yo pienso que es una nueva distracción. Sea por intención, por error o por torpeza. Revisando, López-Gatell tiene a su cargo la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud y se volvió personaje nacional a través de su encargo en el manejo e información sobre la pandemia por CoViD-19. Su formación es en medicina y especialidad en epidemiología; desconozco si ha estudiado historia, política, sociología, o al menos movimientos sociales. El caso es que ponerlo como protagonista en el manejo de una epidemia es una decisión que en principio suena sensata, pero al final ha resultado en más de medio millón de muertes, que la oposición le endosa por completo, la población en cierto grado y él en ningún caso. Las acciones y discursos tomados para enfrentar este que puede ser el mayor reto profesional que imagino podría tener a cargo un especialista son desaprobados públicamente, al grado de que se ha exigido su destitución por la totalidad de la oposición, un sector importante de la opinión pública y por allí incluso uno que otro personaje asociado al grupo que tenemos contratado como gobierno.

De lo que está pasando con los niños con cáncer, probablemente su especialidad no le alcance para entenderlo, pero a la vez, como ciudadano yo no estoy dispuesto a entender que no sepa hacerse cargo, pues está justo en el sector responsable de dar soluciones a estos pequeños y sus familiares. Lo que es absolutamente grotesca es su incursión en el tema político y de la conformación de un movimiento de golpe de estado. ¿Habrá oposición, ciudadano/a o incluso simpatizante suyo que pueda tener la necedad de pedirle opinión al respecto? Pienso que no, espero que no. Un golpe de estado se caracteriza porque unas cuantas personas tomen el gobierno, por medio de las armas; ¿lo sabrá?

El tema que sí importa, que sí urge y que duele hasta la médula a quien lo padece y nos debe doler suficiente en todo México para hacer algo al respecto es que 1 o 20 o cualquier cantidad de niños/as con cáncer (sus padres) reciban en ventanilla la misma respuesta que millones de nosotros hemos escuchado. Ellos/as tienen poquita voz, tienen una dignidad que debemos proteger, una vida en riesgo, y poco, quizás muy poco, tiempo para esperar a que el gobierno logre llevarnos de la esperanza a un sí en la ventanilla.

Considero que millones de padres coincidirían conmigo en que si mi hija se enferma, en especial de gravedad, mi rutina, mis deseos, mi trabajo, mi programación de gasto, todo, absolutamente todo pasa a segundo plano o se suspende para hacer lo necesario por restaurarle su salud; y sin dinero, cualquier otro bien se vende con tal de adquirir el medicamento que pudiera hacerle bien; y sin más recursos que usar, por ella, por ella sería yo capaz de hacer cualquier cosa, incluso aquellas que jamás me creí capaz de hacer. ¿Somos como mexicanos/as capaces de empatizar con ese papá o mamá que hoy vive la situación de desabastecimiento de medicamentos para combatir el cáncer de su hijo/a? Ser todos/as padres de esa criatura por un momento. Y ni siquiera se trata de cooperar, pues el gobierno tiene el dinero para hacerlo; sólo exigir que lo haga: YA.

La pregunta que retrasamos responder, hacer que se responda, esa de la que nos distraen a diario declaraciones sin sentido de algunos y otros/as gobernantes es: ¿Por qué si les pagamos por hacerlo y les damos nuestro dinero para hacerlo, siguen sin hacerlo? Responder a ello requiere muchas páginas de análisis, lo iremos intentando. Pero lo inmediato y suficiente sería sacar desde el fondo de nuestra mexicanidad esa orden de ciudadanía a funcionarios, de empleador a empleado temporal, de pueblo a servidor: ¡Hazlo, Carajo! Ponte a trabajar y resuelve lo que te encargamos, luego me explicas cómo lo hiciste, si hay tiempo y tengo ganas.

Ruta Ciudadana

Para combatir el desabastecimiento de medicinas en tu localidad o en el País, puedes contactar a este colectivo a través de www.cerodesabasto.org
He venido planteando desde hace varios años la necesidad de visualizarnos en ese rol de Ciudadano/a con el poder de recibir lo que paga, lo que merece, de quien te pide el empleo de servidor público. Descubro en una frase preciosa de Mauricio Merino uno de los elementos necesarios para llegar a ese punto. “Tenemos que lograr una Revolución de Conciencias”.  

Luego de conversarlo un poco, llegué a esta lectura: lo que toma prioridad a diario en nuestro pensar es una competencia entre lo importante, lo que amamos, frente a lo urgente y lo habitual, lo que estamos acostumbrados a repetir o a asumir, pero viene de afuera o de nuestra historia. La prioridad en nuestras acciones cae entonces en atender nuestras necesidades e intereses inmediatos, sin pensarle mucho, porque el ritmo de la cotidianidad nos abruma y hace repetir una y otra vez el baile que nos marca el sistema y la costumbre. Los funcionarios/as, personas al fin, actúan a diario, más basados en lo que son sus intereses inmediatos y las presiones que enfrentan o inventan.

Hacer una revolución es hacer girar algo, de manera que lo que estaba arriba pase abajo y viceversa. Si muchos días, por mucho tiempo, lo que ha estado arriba son los intereses, lo inmediato, lo asumido, ¿Qué hay abajo? La conciencia. Esa cualidad humana de parar, atender, revisar, entender y elegir qué hacer. A nadie le es desconocida; la hemos sentido mamás y papás a media noche, cuando ya caaaasi acabamos, trabajadores cuando inicia o termina nuestra jornada, estudiantes al iniciar un curso o ya está en examen final, emprendedores cuando decidimos serlo o vemos llegar el cierre de mes, hasta el político/a cuando piensa que tiene posibilidades o cuando ya está a horas de entregar el puesto… conocemos esa sensación de un minuto o un día de reflexionar si realmente estamos atendiendo lo que es importante, si estamos priorizando y actuando para el mejor futuro que queremos para nosotros, para nuestra familia, para nuestra gente… y luego la maldita rutina, el ritmo, las demandas externas, el ruido, nos devuelven a posponer las decisiones de tomar la ruta y seguirla hasta que pase lo que consideramos prioritario.

Así que la propuesta, utopista, sí, pero directa, es revolucionar conciencias. La propia más seguido, las de más personas, las que sean, la de algún funcionario, al menos en un tema: girar el pensar y hacer, para que los intereses y rutinas pasen abajo y la conciencia de lo importante quede arriba. Y mover esas conciencias juntas en el tema que nos una, hasta que suceda lo que ya sabemos que se requiere, pero no nos hemos ocupado de perseverar hasta que resulte así.

El encargo dado a López-Gatell fue sobre la epidemia y considero que no lo ha logrado cumplir, aún con su especialidad. En su origen, esa palabra (epi/dem) significa que algo o alguien o una enfermedad se estaciona sobre mucha gente o una región, por un periodo de tiempo. Pero la esperanza muere al último y todavía podría inscribir algo en su palmarés. El acierto que sí veo en el estúpido comentario (no es juicio, es descripción: estúpido = necio, falto de inteligencia) fue haberlo hecho en El Chamuco. Así el fuego le acompaña y ha logrado llamar mucho la atención. Deseo que una de las chispas que ha generado active y se propague entre toda nuestra población para indignarnos o activarnos e ir a esta Revolución de Conciencias; algo de ésta epidemia se le reconocería a él sin duda, aún sin haber deseado provocarla.
El que juega con fuego, puede acabar quemado… y si eso no funciona, no hay mal que dure 100 años, ni declaraciones garrafales que resistan un sexenio.

Jorge Valladares Sánchez
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