De Ser a Ser, por: Santiago Heyser.
Después de cierto tiempo, en muchas culturas, se
acostumbra a “formalizar” la relación, normalmente con el vínculo del
matrimonio… en este punto es donde surge el “miedo al compromiso”.
En la actualidad, encontramos tanto a hombres como mujeres que ya no
comparten “la idea tradicional de comprometerse con su pareja” contrayendo matrimonio
o teniendo hijos; es a este rechazo a lo llaman coloquialmente “miedo al
compromiso”. Pero,… ¿miedo a qué?, la respuesta es simple: miedo a perder la
libertad o a tener conflictos por ser como soy, miedo y rechazo a sentirme bajo
control; miedo a que me quiten mis cosas o parte de mis ingresos en un proceso
de divorcio; miedo a que en el futuro ya no me guste mi pareja y separarme de
ella sea complicado, desgastante o inclusive, desde la perspectiva legal, me
quieran controlar negándome el divorcio. En resumen, miedo a comprometerme a
vivir algo que no me guste. Hacer un compromiso bajo estas circunstancias no es
sensato, el compromiso y formar pareja debe ser, por su naturaleza, un evento
que llene de regocijo y esperanza, hacerlo sin alegría u obligado es emocional
y/o condicionado por la cultura y anticipa el fracaso.
Uno debe establecer una relación, cuando estando en pareja viva uno
mejor que estando solo, de otra manera es un contrasentido; ser pareja de
alguien, no debiera ser más complejo que una relación de amistad. Si ambos
estamos contentos con nuestra relación la mantenemos y si a alguien ya no le
gusta pues deja de ser tu amigo y se acaba la relación, cada quien sigue con su
vida y ya; esto debería ser lo natural en una relación humana, que dada la
naturaleza cambiante de las personas, la temporalidad (caducidad) de una
relación es una posibilidad considerable. De acuerdo con el INEGI, la tasa de
divorcios se incrementó 57.26% mientras que la de matrimonios disminuyó 24.68%
en la última década en México.
Nos educaron mal, y las series de TV, las novelas y las películas no
ayudan, presentan historias de relaciones que nada tienen que ver con la
realidad, las que tendemos a imitar llevados por la emoción y por la promesa de
“una vida feliz”. Los medios y algunas personas nos repiten tantas veces este
cuento, que llegamos a creer que así es, que el compromiso es una muestra de
amor por la persona amada, que tiene que durar toda la vida, sin siquiera
darnos cuenta que el éxito de una sana y feliz relación a largo plazo (si se
fuera a dar así) depende en última instancia de la actitud de las personas, de
la adaptación al cambio y de construir el amor todos los días, no del contrato
o compromiso que obliga.
Por darle un valor que no tiene, a compromisos como el matrimonio,
perdemos de vista que el objetivo de tener una relación es para que nuestra
vida se enriquezca a través de la complementariedad y el acompañamiento amoroso
y tierno.
Si queremos a nuestra pareja, en teoría esperamos que viva bien y sea
feliz. Sin embargo, es un hecho que nadie puede comprometerse o garantizar la
felicidad del otro, ya que depende de múltiples factores, muchos fuera de
nuestro control; de ahí que el tema de comprometerse tiene que ver con muchas
cosas, no solo la búsqueda de un mutuo estado de bienestar. Nadie quiere estar
donde no se la pasa bien, ni debería, el compromiso debe ser con uno mismo al
asumir la responsabilidad de alcanzar la propia plenitud y felicidad, la
pareja, vista desde esta perspectiva, es solo un complemento que enriquece
nuestras posibilidades, si y solo si, lo hace con gusto y libremente, para a su
vez alcanzar su propia plenitud y felicidad. Visto así, el miedo al compromiso
simplemente no debería de existir, no tendría razón ni sentido, ya que por
principio no hay ningún compromiso que hacer, lo que nos une es la voluntad
cotidiana de compartir nuestras vidas porque nos la pasamos bien… ¡Así de
sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx


