La Revista

El vacío dejado por el Fonden

Jorge Fernández Menéndez
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Por Jorge Fernández Menéndez 

Estamos viviendo un mes de septiembre plagado de
desastres naturales. Siguen las inundaciones en distintos puntos del país, con
tragedias gravísimas como las de Tula, pero también con fuertes lluvias en todo
el litoral del Pacífico, que no se recupera de los huracanes Nora y Grace,
cuando ya se presenta otro huracán, Olaf, y siguen las secuelas del terremoto
sufrido el martes pasado, sobre todo en Guerrero.

Como siempre, ha llegado a muchos puntos del país la
ayuda vía el Plan DN-III del Ejército mexicano y en los litorales también del
Plan Marina, pero son 16 los estados afectados por Nora y Grace que reclaman
apoyos financieros y de otro tipo, y no les ha llegado nada. Guerrero vive una
situación también muy difícil por el terremoto, y Jalisco, Nayarit, Sinaloa,
Baja California Sur la están viviendo por Olaf. En Oaxaca, el gobierno estatal
pidió a la gente no transitar por las calles y menos aún por cañadas ante las
fuertes lluvias que sufre el estado y que han dejado una larga estela de
damnificados. Y según las víctimas de esta suma de tragedias, los apoyos no
llegan.

Existe un reclamo cada día más generalizado de que
debe regresar el Fondo Nacional para Desastres Naturales, (Fonden) que fue
creado originalmente como un programa dentro del Ramo 23 del Presupuesto de
Egresos de la Federación de 1996, y que comenzó a funcionar plenamente en 1999,
cuando se emitieron sus primeras reglas de operación. El Fonden apoyaba a
Estados y municipios afectados por desastres naturales casi en forma inmediata,
con el suministro de comida o medicamentos, cubría, además, tareas de
reconstrucción en viviendas y servicios públicos dañados por un siniestro. El
Fonden funcionó con reconocida eficacia, casi siempre de la mano con el PLAN
DN-III, hasta que el año pasado se decretó su desaparición.

El gobierno federal decidió que desapareciera y que
cada dependencia federal, con su propia capacidad operativa y presupuestal, se
hiciera cargo de las tareas relacionadas con su actividad ante los desastres. O
sea, regresar a como estaban las cosas hasta que se creó el Fonden. Como
dijimos cuando se tomó esa decisión, el año pasado, lo que ocurriría sería
inevitable: más allá de la buena o mala voluntad política, las tramas
burocráticas dificultarían la llegada de ayuda, y cada dependencia regatearía
sus recursos. El gran mérito del Fonden era que desde allí se distribuían los
recursos y la ayuda en forma centralizada e inmediata.

El presidente López Obrador dijo que el Fonden fue
desaparecido porque era un nido de corrupción. Puede ser, pero entonces lo que
había que hacer era investigar la corrupción, y si existía denunciarla y
castigarla, y permitir que una instancia que había demostrado su necesidad y
eficacia siguiera funcionando.

Que sepamos no hay un sólo funcionario del pasado
procesado por haber manejado mal los recursos del Fonden, que sí llegaban a
tiempo a las zonas de desastres. Lo que sabemos es que hoy, por ejemplo, esa
ayuda no ha llegado en forma oportuna a los 16 estados afectados por Nora y
Grace. Muchos menos a los que sufrieron con el terremoto del martes o con las
tormentas de las últimas horas. Hace un año en Tabasco, incluso en la propia
tierra del presidente, Macuspana, cuando fuimos un mes después del inicio de
las inundaciones, acompañando a elementos del Ejército mexicano, la gente decía
que más allá de la ayuda militar y del gobierno estatal, los recursos que en el
pasado le había llevado el Fonden, no les habían llegado.

 

Claro que llegan el Ejército o la CFE, pero la ayuda
para la gente o los recursos para que comiencen a recuperarse de los daños los
estados y municipios, no. Pareciera que lo que se quiere es que esa ayuda quede
claro que viene del gobierno federal y de sus distintas dependencias, aunque
tarde mucho más en llegar.

 

El desorden burocrático se exhibe en el caso de
Tula, donde ha quedado claro que el hospital del IMSS no fue advertido del
peligro de inundación, lo que llevó a la muerte de 15 pacientes, mientras tanto
entre la Comisión Nacional del Agua, el gobierno de Hidalgo, el municipio de
Tula y el área de protección civil del gobierno federal, nadie se hace
responsable de lo sucedido.

 

Hay que insistir en un tema: si hubo corrupción en
el Fonden, lo correcto era denunciarla y acabar con ella. Hay muchos programas
en la actualidad en los que hay corrupción o sospechas de ella, por ejemplo, en
los programas de apoyo social que distribuyen miles de millones de pesos, pero
que no tienen todavía un padrón certificado de sus 18 millones de usuarios.
Pero no por eso se deben desaparecer. El Fonden, es evidente, que debería haber
sido preservado. Ahora que se está discutiendo el paquete económico para el año
próximo, con sentido común y autocrítico, tendría que ser recuperado.

 

 11S: 20 AÑOS

 

Hace 20 años, con motivo de los ataques terroristas
en Nueva York y Washington, el gobierno de México titubeó en su solidaridad con
Estados Unidos y perdimos una oportunidad notable, que se había abierto meses,
incluso días antes de los atentados, para profundizar nuestra principal alianza
económica, política y social. Hoy sería una insensatez no aprovechar la
coyuntura y el nuevo espacio que existe para hacerlo. Hay que tomar decisiones
en migración, energía, T-MEC, política ambiental, y hacerlo bien.

Jorge Fernández Menéndez
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