Claroscuro, por: Francisco López Vargas.
La presencia de Emilio Lozoya Austin, ex director de Petróleos
Mexicanos (Pemex) durante la gestión de Enrique Peña Nieto, en el restaurante
Hunán de las Lomas de Chapultepec, sacudió a los medios y a las redes sociales
del país porque se supone que está indiciado por el caso Odebrecht y en prisión
domiciliaria con un brazalete electrónico para monitoreo.
Ese fin de semana, nos quedó claro que no sólo no está en prisión
sino que puede moverse con libertad en la Ciudad de México donde hasta golf
juega en un campo al sur de la capital del país mientras la Fiscalía General de
la República se encarga de perseguir científicos y familiares del hermano de su
titular que no quisieron compartir con él su herencia.
Las denuncias e imputaciones de Lozoya para apegarse al criterio
de oportunidad tienen en prisión a Jorge Luis Lavalle Maury, implicado por
haber recibido supuestos sobornos para aprobar la reforma energética y la
apertura a capital privado de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE)
de la brasileña Odebrecht.
Sin embargo, para los abogados la estrategia de la defensa no se sostiene y ese
es el motivo de tantas dilaciones. El ex director de Pemex ya suma cuatro
prorrogas para convencer al juez, excediendo de largo los seis meses que marca
la ley y este 3 de noviembre se le vence el plazo. No creo que vayan a proceder
contra él después de haber elaborado la demanda al gusto de López Obrador con
ese rosario de enemigos de los que pretende vengarse abusando de su poder.
Lozoya no consigue
amarrar su salvavidas pero la causa tiene un mar de ramificaciones con hasta 16
políticos implicados: tres ex presidentes, dos candidatos presidenciales y 11
legisladores.
Sin embargo, la
Fiscalía General de la República (FGR) ha sido acusada de haber fabricado a
modo una narrativa que permitiera al presidente López Obrador no sólo
justificar el encarcelamiento de sus adversarios políticos sino también, de
paso, anular las reformas energéticas que él considera equivocadas para el
país, pero que sirvieron de base para armar el nuevo tratado de libre comercio
además de los contratos firmados con decenas de empresas extranjeras
generadoras no sólo de empleo sino también de energías limpias.
La embestida presidencial
contra sus opositores se basa, en buena medida, en la presunción de actos de
corrupción vía reparto de miles de dólares que habrían servido para aprobarla y
que habrían sido entregados por la empresa brasileña al propio Lozoya.
La acusación, sin
embargo, se topa con los dichos de los ejecutivos de la empresa brasileña que
asegura entregó 6.8 millones de dólares para tener contratos con la petrolera
mexicana y no para apoyar la campaña de Peña y menos para que sirviera como
cohecho a legisladores para aprobar la reforma energética. El dinero no sólo
fue depositado en la campaña sino cuando se Lozoya fue ratificado en la
dirección de Pemex.
El tema da para todo. La manipulación del expediente hizo que
Javier Coello Trejo, el abogado contratado por Lozoya, haya declarado, al
presentar su libro El Fiscal de Hierro, que él no puede hablar de ese tema por
ética profesional, pero lo que acordó Lozoya lo hizo reflexionar y prefirió
dejar el caso por estar en desacuerdo en las negociaciones hechas y eso provocó
desavenencias. “Algún día contaré la verdad”, dijo.
Las mentiras de Odebrecht y la manipulación de la información sólo
han servido para atacar a quienes no se doblan ante un presidente que vive en
el pasado y que desea que México regrese a los años 70´s cuando las condiciones
del país y del mundo han cambiado de manera radical.
La expropiación petrolera se realizó ante una segunda guerra
mundial inminente y la necesidad de México de tener protección y autoridad
suficiente para negociar con quienes desearan el crudo mexicano.
La nacionalización de la electricidad se dio en medio de una
guerra fría que implicaba reforzar el nacionalismo para evitar caer en el juego
de las dos grandes potencias enfrentadas por su manera disímbola de hacer
política.
Hoy el país no está pasando por ni una de esas amenazas, las
condiciones del mundo han cambiado pero mientras aquí se persigue a los
científicos como hizo Mao en la revolución cultural China y como hizo el
comunista Pol Pot y sus jemeres rojos en Camboya, el mundo ha seguido su curso
y esos dos países han avanzado en su manera de aspirar a mejorías para su
población.
Sólo México y su gobierno aspira a un retroceso que nos sacará del
avance que hoy ha llevado al mundo a prohibir el consumo de combustóleo, por
ser cancerígeno, y al carbón por su alta contaminación como combustibles para
la generación de energía.
Cuando el mundo entendió que sólo la generación hidráulica, por
fuentes saludables como el viento y sol, son una opción viable para generar
energía, aquí se propone crear un monopolio cuyo único interés es imponer una
visión política y no de desarrollo quemando los dos peores combustibles
considerados factores que provocan contaminación y el calentamiento global.
Es el regreso del estatismo mal entendido del que tanto trabajo
nos costó salir y por el que hoy seguimos pagando altos precios de
marginalidad.
Recuerdos de otros días
Era el principio de la campaña o del gobierno de Víctor
Manzanilla Schaffer, estas fotos no venían con la hora y el lugar donde fueron
tomadas en esos días.
Las sonrisas de todos los que aparecen en la foto, empezando
de izquierda a derecha, Víctor Cervera Pacheco, José Toraya Baqueiro, Orlando
Paredes Lara y Víctor Manzanilla Shaffer no parece reflejar la mala relación
que había entre esos dos que fueron gobernadores de Yucatán. De los dos Víctor
tengo buenos recuerdos, pero de Cervera otros que no lo son. Manzanilla me
incluyó en un par de sus libros y Cervera 40 minutos a quejarse de mi trabajo
en el semanario Proceso. La amistad de Cervera duró hasta que fue candidato del
PRI a gobernador para el periodo de 1 de agosto de 1995 al 31 de julio de 2001.
Manzanilla cada vez que regresaba a Mérida me
llamaba para desayunarnos luego de su trago amargo del 14 de febrero de 1991
cuando le piden su renuncia y lo releva Dulce María Sauri Riancho, que tampoco
terminó su mandato al dejarlo en diciembre de 1993 para que ese febrero se 1994
le entregara el poder Ricardo Ávila Heredia a Federico Granja Ricalde para ese
mini periodo de gobierno que terminó el 31 de julio de 1995 y le entrega la
gubernatura a Cervera Pacheco, el único que ha gobernado legalmente por diez
años en este país. Tiempos de periodismo duro, de políticos duros y días en los
que aprendimos que decir la verdad y publicarla tiene consecuencias siempre,
para bien o para mal!