Sic Sac, por: M.A. Elda Clemente Reyes.
En los últimos trienios, hemos escuchado el anuncio de autoridades municipales convertido en queja, sobre la falta de recursos económicos para invertir y la necesidad de incrementar los impuestos, que hoy, nos cuestan más caros.
La forma como abordan el tema algunos alcaldes revela un escenario a punto del colapso, que no concuerda con sus aspiraciones políticas. Ningún funcionario municipal estaría soñando con obtener otro cargo público y más de uno, rechazaría ser alcalde, si realmente la economía de los ayuntamientos estuviera en quiebra.
Es cierto que la situación económica en los ayuntamientos pasa por momentos complicados y han perdido su capacidad de respuesta frente a las demandas ciudadanas. Sin embargo, cuando se pierde de vista la forma como comunican el mensaje, se altera el nivel de aceptación entre la población.
Según el investigador Ángel Rodríguez Kauth, autor del libro “La Caída del Pensamiento”, la psicología política, profundiza las relaciones existentes entre variables como la desesperanza, el papel del Estado, la influencia en los medios de comunicación masiva, la participación social, la tolerancia racial, religiosa, la corrupción, entre otras.
Un argumento que muy pocos han leído y otros lo han mal focalizado, origina que a estas alturas los problemas sociales y políticos sean vistos como un hábito, una costumbre, y se estacione en el inconsciente la imagen de incapacidad, conformismo y baja moral.
Aunque algunos presidentes municipales se la pasen quejándose de su estreches financiera, la gente no dejará de solicitar una mejor atención y calidad en los servicios. Por ello, deben preocuparse en conseguir el dinero que les permita cumplir sus promesas de campaña, en lugar de estar lapidando la mente de los ciudadanos, con argumentos catastróficos, que psicológicamente golpean su estado anímico.
En la actualidad, más de tres munícipes salientes son acusados por dejar las arcas vacías con adeudos diversos y sin recursos para la operatividad básica de las comunas. Sin embargo, no todos los presidentes electos, siguen esa estrategia equivocada de lamentarse sin hacer nada, y desde el inicio han convertido la gestión ante instancias estatales en su principal bandera.
Bien dicen que el talento, la capacidad y la inteligencia, van juntas y, en estos tiempos, se necesita el pulso fino para reconocer el alcance de lo que se dice, se parafrasea y lo que se comunica de manera generalizada a una audiencia donde no todos, tienen la madurez y profundidad de análisis.
El político no puede ignorar el rol que juega la psicología, los procesos mentales y el comportamiento de las personas, porque de estos elementos depende su actuación individual y colectiva, que influye de manera directa o indirecta en el éxito o el fracaso de la corresponsabilidad social.
Un pueblo que además de cargar con sus problemas personales, escucha una y otra vez, un discurso cargado de pesadumbre económica que al parecer ni los superhéroes pueden salvarnos, lo único que provoca, es una percepción de desaliento multifactorial que programa la mente del receptor al desánimo.
En este contexto, cabe la pregunta ¿Es mejor tener una sociedad con ánimo de salir adelante porque la misma autoridad los motiva y los alienta? o ¿presidir un municipio con baja autoestima?
La psicología de los alcaldes y su narrativa debe cambiar.