Sic Sac, por: M.A. Elda Clemente Reyes.
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente”. Juan 11: 25-26
Hoy, se conmemora el Día de Muertos. Esta ceremonia en la visión indígena implica el retorno
transitorio de las ánimas, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para
convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se
les ofrece “Hanal Pixán”, que en lengua maya significa “Comida para las almas”.
De acuerdo con el calendario
católico, el 1° de noviembre, corresponde a Todos los Santos, día dedicado a
los “muertos chiquitos” o niños, y el día 2 de noviembre, a los Fieles Difuntos,
es decir, a los adultos.
Los altares puestos son decorados con
flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar, fotos, frutas,
pulque, veladoras, pan, mole o algún platillo, que le gustaba a quien va
dedicada la ofrenda, son una forma de rendirles homenaje, por todo el bien que
hicieron en esta tierra y orar a Dios por ellos.
Es importante mencionar que la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), declaró en 2008 esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial
de la Humanidad, por su importancia y significado en tanto se trata de una
expresión tradicional-contemporánea y viviente a un mismo tiempo, integradora,
representativa y comunitaria.
Este año viviremos esta celebración mexicana
universal en medio de la pandemia del Covid-19 que contabiliza más de 286,000 decesos
en el país y somos el cuarto lugar, en muertes doblemente dolorosas por la
imposibilidad de no poder despedirnos y por la limitación protocolaria de
velorios, sepelios y rezos para pedir por el eterno descanso de quienes
perdieron la batalla contra el virus.
El “puente” en escuelas y oficinas continúa
a fin de conservar esta tradición que ha prevalecido de generación en generación,
tiene su origen en la creencia de dirigir a los fallecidos al inframundo y
venerarlos.
Recordaremos a los que la muerte tomó
por sorpresa, a los que se fueron por Coronavirus y no debían irse, y, a los
que voluntaria e involuntariamente, ofrecieron sus vidas al cielo.
Las personas por lo general mueren dos
veces; la primera cuando termina la vida y, la segunda cuando nos olvidamos de
ellos, por ello, nuestra tarea es recordar el vínculo que nos une con el más
allá.
Estos días vienen los muertos, en estas
fechas extrañamos y echamos de menos a nuestros finados. Pero también, honramos
a nuestros antepasados sin dejar de lado a los que seguimos aquí para colmarnos
de cariño, comprensión, fe, esperanza y el consuelo de saber que algún día tendremos
que morir para vivir en la eternidad de la mano del Creador.
Presidenta de
#SoyGenteDelPueblo A.C.
Fundadora de
Comunicadores y Emprendedores A.C.