Por: Aida Maria Lopez Sosa.
Tu alma es con frecuencia un campo de
batalla en el que tu razón y tu juicio declaran la guerra a tu pasión y tus
apetitos. Khalil
Gibran, poeta libanés.
El
tema de las pasiones humanas ha sido estudiado desde el principio de la
civilización. Cuando se habla de razón no se refiere únicamente a pensar con
lógica, sino al equilibrio del ser humano. Esto es no dejarse llevar por las
circunstancias, sino usar el entendimiento para mantener la ecuanimidad; no abandonarse
a las emociones. En contraparte cuando se trata la pasión no es precisamente la
que puede sentirse cuando estamos enamorados, sino a los deseos que
experimentamos en cuanto a apetitos y aversiones.
En
la antigua Grecia el fin de los filósofos era despojarse de los apetitos
incluyendo los sexuales, una forma de perfeccionarse hasta alcanzar el
equilibrio. Platón se refería al amor como una grave enfermedad mental. En
épocas más recientes la filósofa francesa Simone de Beauvoir dijo que cuando se
despojó de su apetito sexual, resultado de la menopausia, pudo ver el mundo sin
la niebla que ocultaba la claridad, lo mismo que le pasó a Sócrates cuando la
madurez lo alcanzó.
En
el caso de los sabios de la India la lucha humana está enfocada en gobernar las
pasiones, los anhelos y los deseos, no en la obtención de cosas materiales como
el alimento, la casa, los viajes o un carro último modelo. Para ello se
auxilian de la meditación hasta alcanzar la iluminación. Consideran que los
apegos son la fuente de todos los sufrimientos. Varias culturas y religiones
como los judíos cabalistas, los gnósticos cristianos o los iluminados budistas,
se dedican a las enseñanzas teóricas, técnicas, así como a los métodos
para guiar las pasiones. El nirvana se
alcanza cuando se enfrían estas y se funciona libre de todo malestar. La
Bhagavad-gita, texto sagrado hinduista, sostiene la tesis de que el mayor
enemigo del hombre es el deseo, debido a que todo lo consume y lo corrompe. En
este sentido la sabiduría china coincide en que la razón conduce a la virtud y
la pasión al vicio. Pero no todo está perdido, el hombre es capaz de
transformar sus energías pasionales en el arte de vivir razonablemente, la
creatividad es aliada para canalizar las emociones. Sigmund Freud al complejo
tema le agregó un elemento más: el inconscinete. Cuando se es consciente de un
deseo podemos recurrir a la razón para satisfacerlo pero, ¿qué pasa si el deseo
se enmascara? difícilmente podremos concientizarlo y por ende dejarlo
satisfecho. Lo que aspira la mayoría de los humanos es que los niveles más
elevados del pensamiento estén despojados de la intrusión de las pasiones.
Un
punto de vista menos radical es la del budismo. El monje y erudito Nicheren, en
el Japón del siglo XIII, concibió Diez Mundos o estados mentales en la vida cotidiana,
mismos que interactúan simultáneamente de acuerdo a los pensamientos, los actos
y las circunstancias. En el momento que emerge uno de ellos, los otros nueve
desparecen.
El
“Infierno” es experimentado por el individuo cuando le ocurre algo trágico o
desagradable. Los trastornos mentales también son infernales. Las personas
consumidas por el odio habitan el infierno. Este estado está más allá de la
pasión y la razón. El “Hambre” se refiere al ansia. Las personas ansiosas viven
con hambre; la adicción a las drogas es un tipo de hambre. A menudo la obesidad
es el resultado de un hambre atroz- pasión extrema- de amor, afecto, sentido o
propósito que conduce a ingerir alimentos en exceso. El “Instinto” se trae desde
el nacimiento, es considerado un apetito animal y es pasión natural.
La
“Ira” es algo más que perder los estribos. Existen personas que están
constantemente malhumoradas o enfurecidas, en el mejor de los casos de manera
intermitente. Otras son irritables con el menor estímulo y unas más tienen
disposición a la discusión y a la crítica. La “Tranquilidad” es el estado
pacífico en el que la mente está despojada de perturbaciones. Esta se alcanza
después de satisfacer las necesidades, ya sea de sueño, alimento o recreativas
como un viaje o una caminata extenuante.
El
“Embeleso” es la felicidad repentina o el éxtasis que se siente con un logro de
cualquier tipo. Es momentáneo y se disfruta mientras dure la dicha. El
“Aprendizaje” hace uso de las facultades cognitivas, del razonamiento. Estar en
cosas nuevas ejercita los músculos intelectuales, incluso leer las noticias o
planear un viaje. La “Percepción” significa descubrir, crear, inventar y
conectar. Es la razón inspirada por una pasión creativa.
La
“Ayuda” es un estado mental generoso, en su nivel puro no busca recompensa ni
devolución, solo erradicar el malestar y sustituirlo por bienestar, para
alcanzar la plenitud. La compasión motiva a la razón para ayudar. El
“Despertar” es el ideal que se debe tener para los nueve estados menos el de
dormir. El estado mental del Buda es del pleno despertar, ayudan a sobrellevar
el dolor y el sufrimiento, son inmunes al Infierno. Los nueves estados mentales
restantes pueden ser impedimento para vivir en el ideal.
El
mismo mundo es el infierno o el cielo para mentes distintas. Todos los estados
mentales tienen una parte positiva y otra negativa, no se trata de erradicar
uno u otro, sino de cultivar esa parte positiva, ya que de esta manera
estaremos en el camino del mejor de los mundos posibles.


