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Esperar la nueva ola, con puertas abiertas

Pascal Beltrán del Rio
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Por: Pascal Beltrán del Río.

El avance de la variante ómicron por el mundo –presente ya en al menos 77 naciones– vuelve relevante revisar cómo han enfrentado la pandemia distintos países, a fin de sacar posibles conclusiones respecto de qué medidas han sido más efectivas para mantener a sus habitantes protegidos.

El contraste de lo hecho por Japón y México me parece interesante, especialmente a la luz de una historia que me contaron recientemente sobre dos hermanos mexicanos.

Como se sabe, ambos países cuentan con una población muy similar: alrededor de 126 millones de habitantes cada uno.

Dos hermanos chihuahuenses, uno que vive en la capital del estado y otro en Tokio, quedaron de encontrarse en Hawái y tomar allí vacaciones, en las que se verían por primera vez en tres años. Durante su estancia en el archipiélago, surgió la información sobre la nueva variante del coronavirus. Después de unos días, ambos se despidieron en el aeropuerto de Honolulú.

Uno de ellos regresó a Chihuahua, con escala en Dallas, y llegó a casa sin que le pidieran una sola prueba de que estaba vacunado contra el covid o libre de contagio.

El otro hermano voló directo a Tokio. En el aeropuerto de Narita, lo enviaron, junto con otros pasajeros, a una sala especial donde pasó tres horas llenando formularios sobre su estancia en los lugares visitados. Luego, le aplicaron una prueba de covid para permitirle pasar migración. Una vez en el país, lo subieron a un autobús para llevarlo a un hotel, donde debió permanecer tres días confinado, sin contacto con nadie. Pasado ese tiempo, le volvieron a hacer una prueba de covid. Sólo con un resultado negativo, las personas en su situación son autorizadas a llamar a un conocido para que pase a recogerlas al hotel de la cuarentena, a fin de evitar que utilicen el transporte público.

Ahí no acaban las obligaciones del viajero. Ya en su casa, debe descargar una aplicación en su celular para ser monitoreado durante un segundo confinamiento de dos semanas, prohibiendo cualquier contacto. A su hermano que vive en Chihuahua, nadie le puso semejantes restricciones, aunque, por decisión propia y para evitar riesgos, se aisló por unos días.

Cuando surgió ómicron, el subsecretario Hugo López-Gatell repitió lo que ha dicho desde el inicio de la pandemia: las medidas de control sobre los viajes internacionales de nada sirven.

Pero veamos los resultados de Japón y México. De acuerdo con datos oficiales, el país asiático acumula un millón 729 mil 35 contagios de covid desde que apareció el primer caso en la prefectura de Kanagawa, el 16 de enero de 2020, así como 18 mil 375 fallecimientos desde que se registró el primero de ellos, el 13 de febrero del mismo año.

En México, tanto el primer caso como el primer deceso ocurrieron semanas después: el 28 de febrero y el 18 de marzo, respectivamente. Y, a la fecha, el país suma tres millones 921 mil 682 contagios y 296 mil 983 decesos a causa de la enfermedad (sin contar que pudieran ser más de 440 mil, si se toma en cuenta el exceso de mortalidad). ¿Qué funcionará mejor, las medidas estrictas en Japón o el “prohibido prohibir” mexicano?

Pascal Beltrán del Rio
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