La Revista

Don’t Look Up

David Moreno
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En la pantalla, por: David Moreno.

El
mundo no escucha a los científicos, esa es una realidad. Si así fuera muchas de
las personas que hoy se resisten a aplicarse la vacuna contra el Covid no
dudarían en hacerlo. La ciencia ha demostrado que las vacunas son seguras, pero
los anti vacunas prefieren hacer caso a influencers, coachs de vida o al
conspiranoico en turno que aparece entrevistado en algún programa de televisión
en el que supuestamente se hace periodismo. A este fenómeno social se le podría
llamar Libertarismo de derecha llevado al extremo, un libertarismo reflejado
particularmente en los Estados Unidos un país en el que cualquier intervención
del Estado – aún aquella respaldada por la ciencia – es vista como una atentado
a las libertades individuales sustentadas en un orden “natural” e incluso
“divino”. Una nación en la que existe una gran desconfianza hacía ciertos
sectores de las élites gobernantes e intelectuales incluidas aquellas que
tienen el conocimiento para poder hacer frente a crisis que ponen en riesgo a
la humanidad entera.

Ese
es el contexto de “Don’t Look Up” de Adam McKay, una película en la cual dos
científicos – interpretados por Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio –
descubren un cometa que inevitablemente chocará contra la tierra causando un
evento de extinción global. Ambos intentarán alertar al gobierno norteamericano,
a su país y al mundo entero sobre la destrucción inminente, pero se encontrarán
con una Casa Blanca más preocupada por las encuestas de popularidad, con medios
perdidos en noticias banales y con una sociedad atrapada por la desinformación
y que rinde culto a los gurús del emprendimiento tecnológico que prometen un
mundo mejor a partir del consumo de sus productos.  Hombres y mujeres de negocios (aunque odian
que les llamen así) con intereses particulares que promueven en pequeños
círculos políticos y financieros disfrazados de la búsqueda del bien común. Los
científicos serán en su momento víctimas de la fama instantánea lo que los
desviará de sus intenciones originales. A partir de esa premisa, McKay
esgrimirá en un filme en el que el cometa funciona como una metáfora de
cualquier catástrofe que amenace al planeta (calentamiento global, pandemia, la
que se prefiera) y sobre las consecuencias de que ésta se presente ante una
humanidad perdida en los superficial, en  el individualismo y sobre todo lejana del
conocimiento científico.

El
filme transcurre con fluidez en su primera media hora para luego perderse en
una serie de situaciones que se tornan repetitivas y hasta cierto punto
cansadas. La película tiene momentos de humor muy interesantes – un humor
utilizado de manera crítica – y que los personajes son perfectos arquetipos que
funcionan en términos de representación de ciertos sectores de la sociedad y de
la manera como éstos se comportan, pero
McKay es demasiado insistente en lo anterior por lo que termina por hacer una
crítica laxa de ese libertarismo extremo, de lo peligroso que resulta dejar el
destino del mundo en manos de quienes controlan los mercados, quedándose
solamente en la superficie de lo que pudo ser un poderoso instrumento de
denuncia. Aunque hay que señalar que una vez que entra al último acto el
director se olvida de hacer esa crítica y mete a sus personajes – ante la
inminencia de su extinción – en escenas que tienen momentos muy emotivos, eso a
pesar de  la renuncia que hacen los
hombres y mujeres de ciencia de sus convicciones personales justo en el momento
en el cual el final está por alcanzarlos, algo que hasta cierto punto da al
traste con todos los planteamientos éticos y profesionales hechos por ellos
mismos a lo largo del metraje.

No
quiero decir con lo anterior que Don’t Look Up no sea una película entretenida
en la mayor parte de su duración, que no tenga actuaciones de alto nivel
(Jennifer Lawrence, Jonah Hill, Cate Blanchett y Mark Rylance destacan por
sobre el resto del reparto) o que incluso pueda hacer por momentos que el
espectador reflexione sobre asuntos como el manejo de la información en tiempos
de redes sociales, pero no deja de ser un filme que se queda corto ante los
temas sobre los cuales sustenta su premisa, los cuales merecerían un tratamiento
más profundo incluso utilizando al humor como herramienta para el mismo. El
libertarismo extremo merece ser criticado con mayor agudeza y determinación
sobre todo en estos tiempos en los que la única salida para la humanidad parece
estar determinada por la búsqueda del bien común y no por el egoísmo
individual.

Don’t
Look Up está disponible en Netflix.

David Moreno
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