Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.
Tal vez sea cierto lo dicho por las autoridades: “Ómicron, variante del Covid-19, es muy contagiosa pero no hay hospitalización y menos muertes”. Ojalá sea verdad, sea cierto.
Es más, el mismo presidente de México, López Obrador, ha dicho varias veces en su conferencia de prensa que “Si uno está vacunado con las dos dosis y con el refuerzo, está protegido, no hay riesgos con la variante ómicron”.
Para corroborar el jefe del ejecutivo nacional, quien está saliendo de su segundo cuadro de Covid-19 aún con tres vacunas, exhibió una gráfica de casos en Ciudad de México donde se indica que de 325 personas hospitalizadas por Covid, 254 no están vacunadas, es decir, el 78 por ciento.
El martes pasado, el polémico Hugo López Gatell quien ya tiene una demanda en su contra por el mal manejo de la pandemia y también la férrea defensa de quien lo puso en el cargo que ostenta, dijo que “ómicron es una variante que produce enfermedad más leve y aunque se propaga más rápido, ocasionando un gran número de casos, no son de gravedad”.
Lo anterior -abundó el zar anticovid de México- , sumado al alto número de personas vacunadas permite una epidemia mucho más manejable y eventualmente causará inmunidad en una gran proporción de las personas lo cual podría contribuir al final del periodo epidémico en México y en el mundo.
Con todos estos antecedentes ahora podemos precisar lo que está pasando en Yucatán.
Somos todos los habitantes del estado testigos de un fenómeno ocasionado por la pandemia y variantes.
Hasta el miércoles pasado las cifras mostraron que más allá de los más de 92 mil contagios y de los 6 mil 600 decesos, en un solo día, sí, el miércoles 25 de enero se registraron mil 417 nuevos contagios; esto sin precisar cuáles son causados por ómicron y cuáles por otras variantes.
De esta cifra, de por sí escandalosa, el gobierno, en su reporte oficial cita solo 202 personas hospitalizadas, pero también señala que hay 9 mil 857 casos más que NO están hospitalizados pero que están estables porque son monitoreados por personal de Salud de Yucatán.
Me pregunto: ¿cómo la Secretaría de Salud puede monitorear a 9 mil 857 personas? ¿Tiene la capacidad física y humana para hacer esto?
Preciso que estamos hablando de las cifras oficiales, es decir, las que la secretaría gubernamental detectó y registró, pero: ¿Habrá más? ¿Habrá gente que por temor o cualquier otro motivo no se haya realizado la prueba y no sepa siquiera que ya tuvo, tiene o está a punto de contagiarse?
Cierto, si no hay reactivación y generación de empleos la sociedad nunca saldrá adelante, pero ¿hasta cuándo con este fenómeno? ¿Hay algún pronóstico de los integrantes del comité de expertos del propio gobierno?
Ya dijeron que los cubrebocas de tela u otro material no sirven para evitar los contagios por la variante ómicron que son los KN95 y KN94 los indicados, pero, voy de nuevo, ¿Todas las personas los tienen? ¿Todos pueden adquirirlos?
En EE.UU. el gobierno ordenó fabricar 450 millones de este tipo de mascarillas ¡para regalarlas!…cierto, es el país más poderoso del mundo, pero aquí en México, aquí en Yucatán, qué porcentaje de la población tiene posibilidad para hacerse al menos de un cubrebocas de este tipo.
Hace unos días con colegas discutí que “para qué queremos una sociedad con una elevada reactivación económica, que aclaro no es malo, al contrario, y también para qué miles de cámaras más para salvaguardar la seguridad de los 2,3 millones de habitantes que hay en el estado si “tenemos una sociedad que está -en estos momentos- enferma, enfrentando a la pandemia que unos dicen va de salida y otros que no.
Con hipótesis de que habrá más variantes y más contagios. No sé, tengo mil dudas. Y es que el gobernador -quiero dejar claro, para que no digan que estoy en su contra- ha hecho, está haciendo y seguirá realizado todo lo posible, especialmente gestionando miles y miles de vacunas para los yucatecos, pero en las frías estadísticas vemos que este problema continúa siendo prioritario, que aumentan los contagios por decenas cada día y de manera sutil, discreta, también van aumentando las muertes.
Muchos culpamos al gobierno, otros más nos culpamos unos a otros porque no nos cuidamos en las vacaciones de diciembre, en el Guadalupe-Reyes. Creo yo, que no es ni una ni otra, la variante ómicron surgió en el continente negro y en cuestión de días, sin darnos cuenta, ya nos había envuelto. Es más los científicos discutían su grado de peligrosidad y la variante ya circulaba entre nosotros.
Decenas, cientos, o tal vez miles lo sufrieron aún sin saber si era o no la dichosa variante del Covid-19. Fue como el impacto de un enorme meteorito que golpeó un punto de África -donde surgió la mutación- y cubrió el globo terráqueo en cuestión de muy poco tiempo.
Para poner un ejemplo, el 20 de diciembre pasado se registraron solamente 3 contagios, solo TRES.
A partir del 21 del mismo mes la cifra volvió a subir a dos dígitos -es decir, más de 10-, hasta el 31 de diciembre que vino la explosión pasando de los dos a los tres dígitos en contagios.
Los decesos se mantuvieron entre uno y dos al día hasta el 12 de enero pasado que la cifra llegó a 3 y este miércoles 26 de enero ya fueron 8.
Del 31 de diciembre hasta el 24 de enero los contagios al día ya fueron de 3 dígitos, es decir, más de 100, llegando en esa fecha a 982, con 7 decesos.
Y los días 25 y 26 de enero se desfondaron los registros de contagios al llegar a los 4 dígitos, es decir, mil 37 y mil 117.
¿Nada bueno, verdad?….Veremos qué pasa, ojalá y los pronósticos del presidente y de su zar anticovid se cumplan porque de lo contrario estaremos ante un nuevo fenómeno que no mata pero afecta a grandes escalas, generando quiérase o no falta de productividad e incertidumbre de lo que pasará mañana.
Hasta la próxima
