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Gobierno Abierto

Jorge Valladares Sánchez
Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez.*

En Facebook y en Youtube: Dr. Jorge Valladares. 

Gobierno Abierto
¿Quién y cuándo podremos entrar?

Quizá podamos coincidir en que, estando
las cosas como están, y yendo a lo básico, lo que podemos esperar, pedir o
exigir a un gobierno es que sea, primero, honesto, y, segundo, eficaz para
resolver algunos de los problemas que tenemos en lo público. Así, en ese orden,
ya que lo afectivo que se deriva de lo moral suele ser nuestra primera reacción
y lo segundo aplica cuando ya le ponemos un poco de razón al asunto.

Hace unas semanas me enteré que nuestro
INAIP (órgano autónomo responsable de proteger nuestros derechos a tener
transparencia, protección de datos y esas cosas en Yucatán) acordó una alianza
virtuosa con el Gobierno del Estado, particularmente con la Secretaría de
Planeación para apoyarle a recibir la participación de ciudadanía en lo que han
elegido llamar la Agenda 2040.

Hasta aquí, todo suena bien. INAIP me
gusta más que su nombre completo, y quise hacerlo más breve, pero me extravié
en el intento, je. Lo de autónomo me suena mucho mejor, y tengo la percepción
de que en ello lleva varios años creciendo esa entidad. Lo de gobierno puede
tener sus “asegunes”, pero ya aterrizado a que sí hace planes suena muy bien.
Lo que me suena a música deleitante es lo de ciudadanía participante. Y pensar
en que están agendando dos décadas suena wow, pues ya extiende en 10 los años
de la pretendida 2030 que tan de moda estuvo y no acaba de cuajar.

Agradezco mucho la deferencia que me
hicieron al invitarme a opinar en la mesa destinada a abordar los temas de
Apertura Gubernamental y Gobierno Electrónico. Entiendo, les dije, que fue en
atención a mi calidad de ciudadano y científico, pues en el tema concreto no he
ejecutado alguna acción. Hace algunos meses hubo una convocatoria para
representar, honorariamente, a la sociedad civil ante el Secretariado Técnico
Estatal y Municipal para el Gobierno Abierto. Unos meses después, supe que no
califiqué por haber sido recientemente Consejero Electoral, en un órgano
ciudadano; no entendí esa lógica. Mi incomodidad no fue por frustración, sino
por saber que la convocatoria se declaró desierta; pocos nos ofrecimos, nadie
fue seleccionado.

Desde luego, las cosas siguen su rumbo. La
página del Gobierno del Estado agenda 2040.yucatan.gob.mx da cuenta de un
ejercicio de participación que plantean como una iniciativa que plasmará los
retos y necesidades de la población para lograr la reactivación para el Yucatán
del futuro. Allí señalan los sectores en los que definen dicha planeación, las
acciones que han realizado para la consulta y dan acceso a una encuesta (breve)
donde pretenden recabar opiniones de la ciudadanía abierta.

En esta mesa tuve el gusto de coincidir
con personas que desde la ciudadanía están en activo por temas en los que
coincidimos, como Mauricio Hernández de Jade Sociales y Fernando Pacheco de la
Universidad Vizcaya, quienes desde su experiencia puntualizaron la importancia
de la representatividad, capacitación a funcionarios públicos, desarrollo de la
cultura política y la mayor difusión y acercamiento a la ciudadanía de los
mecanismos de participación ciudadana.

Opiné que la idea de un gobierno abierto
puede ser un instrumento para atender esa desconfianza y distancia que lejos de
resolverse se agravan ante la falta de respuesta de los gobiernos para nuestras
necesidades de honestidad y eficacia. Percibir honestidad se hace más
complicado porque su apreciación es fuertemente influenciada por las emociones
y actitudes que despiertan quienes gobiernan y la efectividad otro tanto porque
no es factible atender a todas las áreas del gobierno, sólo vemos una fracción
y con vista parcial. Así que incidir en lo que pasa dentro del gobierno podría
dar respuesta, quizá tardía, esperemos que no, a esas dos necesidades
cruciales.

En función de eso plantee las propuestas
que hice, pues para ello me invitaron; y si ya saben cómo soy… je. Nos
presentaron una estructura destacando los logros del gobierno hasta el momento
y quedó a la vista la participación virtuosa del INAIP como agente y mesa en la
que se generen las aportaciones de la ciudadanía. Asumiendo que tal estructura
ya la están trabajando bien, lo importante, dije, es insertarle mecanismos que
logren responder a la naturaleza de la auténtica participación ciudadana.

El alcance de la participación no se agota
en lo que una mesa de ese tipo se pueda plantear. Me refiero a que lo dicho por
quienes fuimos invitados/as a participar puede ser rebatido, ampliado,
enriquecido o ignorado por muchas otras personas de nuestro Yucatán. Por otra
parte es importante que sean mecanismos científicos, lo cual requiere que se
aplique en efecto una metodología apropiada en el diagnóstico y la planeación,
implementación y seguimiento, sin demeritar que en las mesas estuvimos
presentes personas dedicadas a la ciencia, pero no estamos a cargo de guiar tal
metodología.

En especial, este esfuerzo debe ser útil.
Dar lugar a que dentro de unos meses o años, las personas participantes puedan
tener información sobre la aplicación de las ideas planteadas en las mesas,
pero que efectivamente den el reflejo medido del impacto que hubo tras las
acciones producto de estas reuniones. No quedarse en un evento en el que se
opine y ya, pues.

Incluir estos mecanismos es lo que, en
este caso y cualquier otro, hace la diferencia entre una agradable reunión y el
punto de partida para resultados mejores para nuestra gente. Asumo que en este
caso la intención del Gobierno del Estado es honesta y creen que realmente este
es un modo adecuado para lograr más; por ello, les dije, planteo estas
precisiones y confío que las aportaciones de la gente que estuvo en la mesa
alcanzará alguna incidencia de la que nos retroalimenten en un tiempo
razonable.

Adicionalmente, propuse clarificar
aspectos de estabilidad, análisis y realismo. Al decir 2040 parece que hablamos
de un futuro proyectable sobre el que la administración actual podría, pero no
necesariamente tendrá determinación; eso dependerá de los mecanismos que
acompañen al planteamiento. Disponer un medio, incluso para algo tan importante
como la protección de un derecho, no garantiza que efectivamente cumpla su
función y que esta sea relevante. Un cuestionario “abierto” a toda la población
no implica por sí mismo que la gente lo conozca, quiera contestarlo y lo que
conteste sea adecuadamente analizado y ello sirva.

Hay cuestiones técnicas que desde la
ciencia se pueden mejorar. Por ejemplo, y muy importante en ejercicios como
este, hay una diferencia enorme entre un sondeo y una encuesta. En el primer
caso se recaban perspectivas y entre más abierto mejor, pero lo segundo
requiere acercamiento que procure obtener datos objetivos de la población de
interés, en especial si se aplica una buena técnica de muestreo.

Y de fondo, pero pocas veces claro para
quienes están en la función pública, aunque suene bonito o correcto, no todas
las opiniones aplican para lo mismo. Realistamente algunas personas pueden
hacer aportaciones en unos temas y otras en otros, mientras que consultar a la
población abierta, en especial, sin rigor estadístico, no puede aplicar en
cualquier materia de las responsabilidades sociales que tiene un gobierno. Es
importante que cuando a la ciudadanía se le consulte algo sea porque
efectivamente va a incidir en las decisiones que se tomen; esto ya sea en
aspectos técnicos o jurídicos, donde la consulta debe ser a especialistas, o en
decisiones políticas donde sí todas las opiniones cuentan igual.

Estamos en el camino. Participar es un
derecho que ya ha sido incluido entre los denominados “humanos”, así que hallar
las modalidades y mecanismos para ejercerlo es muy buena inversión social. Lo
que quiero añadir es que esa inversión tiene que ser inteligente, ya que son
los recursos y las esperanzas públicas las que se invierten. Ayer, mi buen
amigo Sergio Vermont me retroalimentaba, “capté que no sirve de mucho un
derecho en ley, a menos que la gente lo conozca, le importe, lo entienda y
cuente con los mecanismos para ejercerlo”.

Muchos funcionarios se topan con la
situación de ofrecer acciones o programas y no tener respuesta o tener que inflar
la participación con públicos cautivos. Uno de los planteamientos recurrentes
es la necesidad de una pedagogía adecuada para la ciudadanía, para que
“entienda” la importancia o beneficios de lo que el buen gobierno ofrece, y no
lo desaprovechen, “no sean apáticos”. Desde hace algunos años vengo insistiendo
en la falta de habilidad de nuestros funcionarios/as para iniciar sus acciones
desde los intereses naturales de la ciudadanía y no de las metas de trípticos,
charlas o certificaciones de la institución.

Pero más allá, unas horas más tarde,
conversando agradablemente con amigos de Nosotrxs por la Democracia, caí en
cuenta de la facilidad con la que aceptamos esa idea de educar a gente que ya
está viviendo su vida a su modo, con una pedagogía adecuada, pero desde la cual
asumimos que nuestros contenidos son los importantes. Tal vez, y sólo tal vez,
la función de quien tiene una especialidad o un cargo o rol que le da una causa
“importante” es estar donde está la gente haciendo lo suyo y desde allí
accionar lo que de su tema o función puede servirle a esa gente.

Lo he desarrollado en artículo previo.
Entrar a una institución tiende a institucionalizarnos, haciendo que dejemos de
ver lo que fácilmente notábamos o valorábamos antes y empezando a hacer lo que
la institución tiene como forma de avaluar que “estás cumpliendo tu trabajo”. Y
pronto llega el momento en el que funcionario/a y ciudadano/a hablan de cosas
muy distintas aunque usen las mismas o parecidas palabras, o, pero, ni hablen
entre sí.

Tenemos que diversificar las maneras de
entrar al contacto con la gente en sus situaciones naturales y a partir de sus
intereses. Si logramos eso, lo que sigue es retener la participación que
logremos y allí es donde cobra sentido lo electrónico o las tecnologías. Pero
tenemos que hacer que la inteligencia artificial cada vez se use con más
inteligencia y de manera menos artificial.

Ya muchas dependencias tienen páginas y
usan sistemas para sus trámites. Hay mucho por avanzar, pero lo que vemos desde
ahora es esa falta de claridad en muchos casos. Para un trámite frío, aplica
muy bien un recurso digital, que nos ahorre la cola, las copias, los costos y
las corruptelas. Pero hay otro género de servicios y atención que sí requiere
la conversación con un funcionario/a,
confiemos que capacitado.

Por ejemplo, se ha puesto de moda y se ve
bien que todo lo que se diga desde una institución local tenga su versión en
maya e incluso en lenguaje de señas. Dos avances importantes y que también
miran a atender un derecho humano. Pero el costo de ello se suele usar como
argumento para limitarlo o, peor, para asumir que con ello ya se cumple la
igualdad o la inclusión. Hay comunicaciones institucionales que no logran
interesar “a nadie” fuera de un círculo muy cerrado; que se suben a redes
electrónicas y logran… 30 o 35 vistas; pero incluyen ambas variantes de
lenguaje, aunque de hecho nadie haya averiguado si entre los pocos que observan
haya alguien ajeno a la institución, o más lejos, alguien que aproveche esas
traducciones. Pero la institución considera eso como meritorio en sus informes
de resultados.

Hay datos que indican que la escritura en
maya caracteriza más a personas que hacen estudios sobre el tema que a las
personas que de manera natural lo usan para comunicarse; es decir, mucha gente habla
y escucha en maya, pero no lee en maya. Así que el impacto de traducir en
audios es mucho mayor que en publicar por escrito lo que sea. Y me pregunto si
sería una inversión más estratégica habilitar a personas de la comunidad para
que sean transmisores presenciales allí donde realmente queremos que se sepa y
sabemos que hay gente que lo va a recibir.

Publicar en redes o en páginas web notas y
notas de lo que hace la autoridad o fotos o datos que ilustran sus logros es
una inversión más frecuente que disponer tecnologías (que existen ya) para
mantener la comunicación y retroalimentación con la ciudadanía. Abrir el
gobierno requiere que este ejercicio de poner una puerta vaya seguido de
acciones inteligentes para acercar ventanas a diferentes sectores que entiendan
y vean relevante su ingreso al uso y participación de lo que corresponde a la
ciudadanía. Gradual, sí, pero sin retorno, ni desperdicio.

Es cierto que una golondrina no hace
verano, como lo es que los mejores caminos también empiezan por un primer tramo.
Apostemos a que esta iniciativa lleve al siguiente tramo y estemos presentes en
él para afinar el rumbo de nuestro Yucatán.

—————————————————
*Jorge
Valladares Sánchez

Papá, Ciudadano,
Consultor.

Coordinador
Nacional de Red Cívica Mx, A.C.

Doctor en Ciencias
Sociales.

Doctor en Derechos
Humanos.

Jorge Valladares Sánchez
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