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El tipo que vive en la luna

Raul Monforte González
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Construyendo, por: Raúl Asís Monforte González. 

Cuando un hombre, de manera crónica y casi permanente,
se encuentra distraído o pensativo, es lento al hablar, dice incoherencias
disparatadas o definitivamente tontas y absurdas, acostumbramos decir: “este
tipo vive en la luna”.

La luna siempre ha ejercido una fascinación especial
en los seres humanos. El único satélite natural del planeta tierra, ha sido
inspiración tanto para poetas, como estimulante pretexto para unir a dos
enamorados. Es protagonista de épicas obras de la literatura universal y
objetivo de proezas tecnológicas que la humanidad se ha propuesto en diferentes
momentos de la historia.

El físico soviético Konstantín Eduárdovich
Tsiolkovsky, conocido como el “Padre de la Cosmonáutica”, fue uno de los
primeros en sugerir, desde el siglo XIX, el establecimiento de una colonia
lunar, resumiendo el espíritu de esta propuesta con su frase: “La Tierra es la
cuna de la humanidad, pero no podemos vivir para siempre en una cuna”.

Pero si vivir en la luna es posible, para lograrlo se
necesita de una gran colectividad de personas hábiles, talentosas, inteligentes
e innovadoras, todo lo contrario a una persona distraída, con ideas anacrónicas
y tonta. Y estas personas tendrían que estar trabajando desde diferentes
perspectivas y frentes, de manera interdisciplinaria y colaborativa, desarrollando
y poniendo a prueba diferentes tecnologías que permitan alcanzar el objetivo.

La Administración Nacional de Aeronáutica y el
Espacio, esa agencia federal del gobierno de los Estados Unidos mejor conocida
como “la NASA”, cuyo propósito es ayudar a entender el planeta y explorar el
universo, ha puesto en marcha un programa llamado Tipping Point, que podría
traducirse como el “punto culminante” o el “momento decisivo”, mediante el cual
invierte doscientos millones de dólares para ayudar a impulsar al mercado
nuevas tecnologías emplazadas en el espacio, con infraestructura situada en la
luna como uno de los temas mas importantes en su agenda.

De esta cantidad, dos millones se destinarán a cada
una de tres universidades norteamericanas que investigarán el uso de recursos
lunares para ser aplicados en la construcción y la electrónica avanzada, que
podrían continuar funcionando aún en la condición de frío extremo que es usual
encontrar en nuestro satélite. El objetivo último consiste en desarrollar
tecnologías de construcción, que permitan a los humanos vivir y trabajar en la
luna.

El foco estará puesto en el desarrollo de
infraestructura y capacidades, con especial énfasis en sistemas de construcción
autónoma en la superficie lunar mediante tecnología robótica avanzada para construir
en el espacio.

Así que, mientras que en La Tierra, países como China
se plantean la finalidad de colocar a la industria de la construcción en un
camino más verde, inteligente y seguro, mediante el uso de tecnologías de la
información y la masiva utilización de robots constructores tan pronto como en
2025, otros ya consideran crear hogares y oficinas en la luna para que la
humanidad pueda habitar ahí.

¿Estarías dispuesto a convertirte en un futuro
próximo, en “el tipo que vive en la luna”?

Raul Monforte González
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