La Revista

El reportero que no tiene amigos, no es reportero

Marco Cortez Navarrete
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Por: Marco A. Cortez Navarrete.

Fue el domingo pasado, exactamente al mediodía, cuando el destino y la vida me regaló una sorpresa que no esperaba: fractura del tobillo derecho que ameritó cirugía y una placa de titanio con unos cuantos clavos para que en el futuro vuelva a depositar la mitad del peso de mi cuerpo, caminar y con el tiempo trotar.

Todo esto implica varias cosas, entre ellas paciencia -la cual tengo en una mínima proporción-, seguir al pie de la letra las indicaciones médicas para los procesos de recuperación y de rehabilitación y el apoyo físico y moral de las personas que me quieren, conocen y a su vez conozco, básicamente.

Sobre esto último dejo constancia que es en las malas cuando realmente te das cuenta de quienes son, si no tus amigos, las personas que te apoyan animándote o motivándote. Además tengo la fortuna de que el cirujano ortopedista que me operó es de mi generación y por lo tanto conocemos a mucha gente en común, lo cual no tan solo nos identificó, sino que hasta en estas condiciones puedo afirmar que ya tengo un nuevo amigo.

Y otra ventaja, viendo las cosas de manera positiva, es que se fracturó el tobillo de mi pie y no alguna de mis manos, ni mis dedos, lo cual me permite que haga lo que más me gusta en la vida: escribir.

Agradezco enormemente al dueño y directivos de la empresa donde trabajo que me hayan manifestado y ofrecido todo su apoyo. Algo que en muchas de las empresas donde he trabajado no tuve. Se los dije y aquí lo reitero.

También agradezco a la Universidad Autónoma de Yucatán todas las atenciones inmediatas, especialmente del personal del área de la salud y concretamente de su titular. Es aquí donde me digo que “no fue vano darle 33 años de mi vida a la institución”.

Y a los trabajadores de la clínica privada donde fui Intervenido y atendido, mil gracias. Una vez más comprobé que es la mejor del sureste. Gracias de corazón. Y a los amigos y colegas que se han comunicado conmigo de diversas maneras muchas gracias. Ahora, con este detalle, me doy cuenta de la importancia de tener gente que se solidariza y enfatiza sus deseos de pronta recuperación.

Y como dice mi buen amigo y maestro Manuel Triay, quien presentó recientemente su libro “Interiores, el ocaso de un gigante”, evento al que fui invitado por su autor, de manera personal, pero que por mi condición no asistí. Manuel dice que: “El reportero que no tiene amigos, no es reportero” y tiene la total y absoluta razón .

Bien, hasta aquí por hoy, en otras colaboraciones hablaré del cubrebocas que tantas vidas ha salvado y que ahora se analiza por ahí el quitárselo o no. Personalmente considero que aún no es tiempo. Ya está todo el país pintado de verde, pero todavía no tenemos la garantía de que el fenómeno sanitario, o sea, el virus, haya haya sido superado.

Y el otro tema es Vladimir Putin, el Adolfo Hitler del siglo XXI, que bajo el pretexto de acabar con “nazis” (que paradoja) en Ucrania, país vecino, no tan solo invadió sino que ha dejado una estela de muerte y desolación de cientos de civiles ucranianos de todas las edades. Lo que mueve a Putin en realidad es el ambicioso deseo de revivir a la extinta URSS y recuperar la hegemonía geopolítica en una clara afrenta al mundo contemporáneo.

Hasta la próxima 

Y vean por dónde caminan…

Marco Cortez Navarrete
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