En la pantalla, por: David Moreno.
Casi todo niño, niña y adolescente que creció entre finales de los años 80
y principios de los 90 vieron, y se enamoraron, de una de esas series de
televisión que terminan marcando época. Incluso cuando escuchamos a Joe Cocker
interpretar su versión del clásico With a Little Help From My Friends,
irremediablemente pensamos en aquella casa de un suburbio de cualquier ciudad
norteamericana de finales de los 70 desde donde Kevin Arnold nos contó la
historia de su pubertad al mismo tiempo que nos hacía asistir al inicio de
nuestras nostalgias mientras mirábamos sus aventuras y desventuras en la
recordada The Wonder Years (Los Años Maravillosos).
He ahí una palabra clave: nostalgia. Cuando inscribimos a un producto de la
cultura pop dentro de esa categoría solemos colocarlo en un pedestal muy
especial y lo consideramos como intocable. Son series, canciones o películas
que por la trascendencia que han tenido en nuestra vida las consideramos casi
propias. Por lo tanto cuando alguna productora o artista decide retomar algún
producto de esta naturaleza solemos hacer una descalificación “a priori” pues
sentimos – incluso sin haberla visto – que la nueva producción es una afrenta a
la original simplemente por la importancia personal que la versión original
tiene en nuestras vidas.
A la nueva versión de The Wonder Years le ha sucedido lo anterior. Fue
descalificada desde su anuncio por muchos de aquellos que crecieron viendo a la
original y que casi automáticamente decidieron que no había que darle una
oportunidad a una adaptación distinta porque atentaba contra un recuerdo
propio. Puedo entender que la nostalgia funcione de esa forma, pero me es
imposible comprender una desaprobación sustentada más en el prejuicio que en lo
que se está viendo en pantalla, particularmente cuando no se trata de contar la
misma historia sino de explorar otras posibilidades dentro del período de
tiempo planteado en la versión presentada en los años ochenta.
Y eso es precisamente lo que hace The Wonder Years 2022 al presentar la
visión de un niño proveniente de una familia afroamericana sobre una época
convulsionada en materia de derechos civiles y discriminación, un tiempo en el
que en los Estados Unidos el asunto de la integración tenía tintes dramáticos y
muchos de los estigmas raciales aún comenzaban su, todavía inacabado, proceso
de ruptura. Los Williams residen en un suburbio de Montgomery Alabama. En apariencia
viven en un país de igualdad de oportunidades, un país envuelto en una guerra
que no es suya (¿cuándo realmente lo ha sido?) en un lugar lejano de Asia y en
el que el llamado “sueño americano” dista mucho de ser equitativo para todos. En
ese contexto Dean, el más joven de la familia, mira a su alrededor cómo el
mundo se va transformando y como él es una parte muy pequeña pero no menos
importante de tal transformación. Son tiempos de cambio y como suele suceder
cuando estos se presentan, traen consigo una serie de situaciones que terminan
por definir a todos aquellos que los viven. Eso sin hacer a un lado las
preocupaciones propias de los adolescentes que forman parte de un proceso
personal que define el lugar que se ocupará en el mundo.
The Wonder Years 2022 se convierte en un muy divertido, intenso e interesante
programa que mezcla la comedia con el drama, que puntualiza momentos clave en
la historia de los Estados Unidos de finales de los sesenta del siglo pasado y
que mira con cierta dosis de inocencia la entrada a mundo convulsionado,
complejo y hostil, pero al que puede enfrentarse de mejor manera si se cuenta
con las herramientas emocionales y psicológicas que otorga un núcleo familiar
cercano, comprensivo y con amigos que se convierten también en parte de esa
familia. No deja de ser una mirada idílica, pero ello no le resta honestidad y
profundidad lo que permite al espectador no quedarse con la parte superficial
de la misma sino que le provoca una reflexión en torno a una época que
terminaría por marcar y definir a toda una generación.