La Revista

Él sólo quiso “hablar”

Bernardo Graue Toussaint
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Por: Bernardo Graue Toussaint.

Correo: graue.cap@gmail.com
@bernardo_grauet

Gran parte del legado humano podemos conocerlo en
millones de libros, en miles de bibliotecas (públicas y privadas), que acumulan
valiosos testimonios del decir o del hacer humano, de lo que el hombre ha dicho
o ha hecho durante su estadía en el mundo.

Muchos grandes artistas han dejado como herencia al
mundo magníficas esculturas, pinturas, partituras musicales o monumentales
obras arquitectónicas, por citar sólo algunos ejemplos. La literatura, por su
parte, nos brinda el placer de conocer las ideas, visiones, conocimientos y
sentimientos de inspirados hombres y mujeres de todos los rincones del planeta
a través del tiempo. Por su parte, la ciencia y la tecnología nos dejan como
legado el trabajo de miles de científicos e investigadores que han dedicado sus
vidas enteras a transformar y mejorar la vida humana. Vamos, la realidad del
mundo de hoy es la herencia acumulada por hombres y mujeres a lo largo de su
historia.

Todo lo anterior viene a cuento por un debate con un
buen amigo mío sobre “cuál será el legado o la herencia que Andrés Manuel López
Obrador dejará para la posteridad”.

Tendríamos que empezar por definir “para
qué” quiso AMLO llegar al poder y en qué ha gastado el tiempo de su
mandato.

Estoy convencido de que el Presidente López tiene una
FÉRREA Y PATOLÓGICA (sí, sí, enfermiza, sumamente enfermiza) NECESIDAD DE
HABLAR, necesidad de ser escuchado, de ser reconocido, de ser visto.

Por lo mismo, tengo la convicción de que las
conferencias de prensa (conocidas como “las mañaneras”) ocupan el 50%
del tiempo del mandatario y su equipo cercano, tanto para prepararlas y
realizarlas, como para evaluar sus resultados mediáticos y sociales.

Por todo lo anterior es que estoy seguro de que ANDRÉS
MANUEL NO LLEGÓ AL PODER PARA GOBERNAR, SINO PARA HABLAR, para hablar sin parar
(de manera incontinente), para dar testimonio, para hacer uso incansable de la
palabra. El fin de esta permanente oralidad tiene como objetivo ensalzar sus
presuntas virtudes; denostar a sus enemigos políticos; humillar a sus
detractores; mentir cínicamente; lanzar cotidianamente mensajes de división
social; señalar al pasado como responsable de la tragedia presente; retar;
acusar; negar la realidad; censurar periodistas, intimidar y un largo e infinito
etcétera.

En el futuro, seguramente habrá quienes quieran
escribir las memorias sobre este tiempo de locura en que gobernó Andrés Manuel
López Obrador. Material habrá de sobra. “El
derroche económico de este tiempo dejará carísimas secuelas de mediano y largo
plazos para un país plagado de pobres. De la obra pública realizada en este
tiempo quedarán vestigios de costosísimas construcciones abandonadas y
deterioradas, porque fueron caprichos presidenciales absurdos e inviables”.

También quedará como legado una lamentable destrucción
de instituciones públicas. La reconstrucción de estas instancias (que brindaban
servicios esenciales a los mexicanos antes del arribo de AMLO al poder) será
una ardua tarea una vez terminada esta locura presidencial.

Carlos Castillo Peraza escribió varias veces sobre la
importancia del tiempo. Decía que “el único bien no renovable del ser
humano es su tiempo. Es irrecuperable”. Incluso llegó a sugerir que una
buena manera de calificar a los gobiernos podría consistir en evaluar cuánto
tiempo le ahorran éstos a sus ciudadanos.

Visto esto último, creo que en el legado de López
Obrador para la posteridad quedará una muy lamentable pérdida de tiempo.
Quedará demostrado que AMLO hizo perder invaluable e irrecuperable tiempo a una
nación entera. AMLO habrá dilapidado su tiempo como Presidente en un hablar
constante plagado de mofa, engaños, insultos, pleitos verbales y
descalificaciones.

El legado de AMLO será miserable. Se podrá comprobar
que no vino a gobernar, sino a hablar y a hacer un pésimo, patético y vulgar
uso de la palabra. Sus discursos demostrarán que vino a desparramar su inmensa
capacidad de odio y de rencor. Para eso…para eso quiso ser Presidente.

Bernardo Graue Toussaint
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