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La prensa, la radio y la Tv, sometidas por las plataformas digitales

Marco Cortez Navarrete
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Por: Marco A. Cortez Navarrete.

Escuché al presidente de México, López Obrador, hablar sobre el mayor grado de consciencia política de los habitantes del país al escuchar y ver los noticieros en la radio y en la televisión.

Esta reflexión me acordó de un pequeño muestreo que realicé hace unos días en la plaza principal y calles aledañas de Mérida donde en sitios estratégicos, y ya por muchos años, están ubicados voceadores que además de las revistas del “chisme artístico” venden los periódicos locales.

Grande, muy grande fue mi sorpresa, al saber en voz de los expendedores que de los tres mayores rotativos que circulan en la ciudad de Mérida y, obvio, en el interior del estado, en total, al día se venden 50 ejemplares.

Sí, escuchó usted bien…50, no más, divididos en bloques de 30, 20 y 10 dejando a usted los nombres de los medios impresos que circulan en las manos de yucatecos y contados foráneos que por curiosidad adquieren periódicos y que, dicho sea de paso, tienen más anuncios publicitarios que información.

Lo anterior, me llevó a la reflexión de que el papel periódico ya pasó, literalmente, a la historia. Lo que hoy se vende en las calles de Mérida son símbolos, nada más. Y así como este papel está a una pizca de desaparecer también lo están muchos otros impresos, especialmente los de tipo escolar (medio superior y superior) y tambaleándose la imprenta dedicada a crear libros de diversos géneros.

Hoy, no tengo la cifra exacta, pero más de un 70 ó tal vez 80 por ciento de la población en general utiliza los llamados teléfonos inteligentes que además de servir para comunicarse desde donde se esté con otras personas, poseen una enorme gama de plataformas que mantienen no tan solo informado al usuario sino que sirven como entretenimiento.

Ya hablamos de los periódicos que, por cierto, ya migraron y tienen mayor demanda y consumo en las plataformas digitales, y aquí hablo no tan solo de los locales sino también de los medios nacionales e internacionales, y ni que decir de la explosión de páginas y periodistas independientes que tienen toda la libertad y derecho de externar sus críticas, comentarios y opiniones complicando aún más la existencia de los históricos y tradicionales medios de comunicación.

Y además de la prensa escrita que ya migró a la era digital, también la radio y la televisión lo han hecho, tal vez no de lleno con sus barras programáticas pero sí de manera fragmentada y sintetizada buscando atraer y mantener la presencia de los consumidores, incluso, cuando uno se centra con algún tema y de repente, a la mitad, surgen anuncios que poco a poco se colocan ya y sustituyen a su vez a los mismos que aparecían en la prensa impresa o en las voces de la radio y las imágenes de la televisión.

Tal vez la radio y la televisión no desaparezcan del todo, pero su función y penetración en los mercados sí ha caído de manera sustancial. Hay mercados todavía, por ejemplo, en zonas rurales y apartadas donde la señal de la radio y de la televisión llegan con claridad y la gente, a su vez, cuenta en menor número con teléfonos inteligentes, pero debemos advertir que aún en estos sitios la tecnología avanza y no tardará mucho tiempo en darle la puntilla a las emisoras o a los aparatos de Tv que también, y dicho sea de paso, ya son más utilizados para consumir información y diversión sin comerciales a través de vasto menú de películas, series o programas para todas las edades.

Hace unos días leí en Facebook una nota de mi amigo y colega Francisco Chí Lavadores que celebraba a todo pulmón cambios en la directriz de Radio Universidad, lo cual celebro también porque nada es para siempre y porque además la Universidad Autónoma de Yucatán, incluyendo a su radio, es de todos.

Ahora, el reto de esta emisora está en cómo llegarle a sus más de 27 mil estudiantes, casi 9 mil docentes y otro tanto de empleados administrativos. Estoy seguro que de este total ni el 5 ó 10 por ciento sabe siquiera que la UADY tiene una radiodifusora cultural. Entiendo que un profesional de la comunicación, con maestría en antropología del trabajo, a quien en su momento apoyé y le di todas las facilidades para obtuviera estos grados académicos se hará cargo de la radio, además de su responsabilidad como vocero de la casa de estudios.

Espero con ansías ver los proyectos para ver cómo la radio universitaria impacta dentro y fuera de sus aulas, porque además de los estudiantes la radio debe ser para beneficio de todos los habitantes. ¿Qué y cómo lo hará?. Pienso cuando todos tienen sus manos un aparato inteligente y la decisión de qué ver, qué escuchar y cuándo hacerlo. Así de fácil.

Hasta la próxima y aguas con la viruela símica o como dice la Secretaría de Salud que me parece mal empleado: “viruela del mono”…

Marco Cortez Navarrete
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