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Inaceptable el discurso sobre la “estrategia de seguridad”

Editorial La Revista Peninsular
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La semana pasada representó un triste capítulo en la
historia de nuestro país. La crisis de inseguridad se ha vuelto tan severa que
el crimen organizado tiene la capacidad de tomar ciudades para aterrorizar a
ciudadanos con ataques a sus vidas y a su patrimonio. Estos hechos, además de
atentar contra la dignidad de las personas, contribuyen a normalizar la
violencia y a mermar nuestra capacidad de indignación.

El martes 9 de agosto se vivió una jornada de terror
en Jalisco y Guanajuato pues miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación
tomaron municipios, realizaron bloqueos en carreteras, quemaron
establecimientos comerciales y amedrentaron a la gente. Según han compartido
las autoridades, esto fue en respuesta a un operativo dispuesto para capturar a
un jefe de dicho cártel, aunque dicha captura haya fracasado.

Posteriormente, el jueves 11 de agosto se registró una
riña en el Centro de Reinserción Social (CERESO) de Ciudad Juárez, Chihuahua y
minutos después comenzaron a haber disturbios en el Estado. Hubo bloqueos,
quema de establecimientos y por lo menos 10 civiles asesinados a manos del
crimen organizado.

Finalmente, el viernes se observaron bloqueos y quemas
de vehículos en Baja California. Las autoridades afirman que se trató de un
acto de “propaganda” por parte del crimen organizado para mostrar músculo.

De acuerdo con datos oficiales, 341 personas fueron
asesinadas en el país entre el 10 de agosto y el 14 de agosto. Esto representa
68 asesinatos por día.

Ante las críticas por el aparente descontrol que
atraviesa el país, el gobierno federal sostuvo que los medios de comunicación
exageraron lo ocurrido y que sí había gobernabilidad. También afirmó que lo
sucedido no era terrorismo sino una reacción al éxito de la estrategia de
seguridad pues los delincuentes querían verse fuertes ante el debilitamiento
que estaban sufriendo.

Son reprochables los reclamos del gobierno en contra
de los medios de comunicación pues no hubo exageraciones, sólo se reportó lo
que sucedió, y lo que sucedió fue que el crimen organizado paralizó ciudades,
quemó comercios y asesinó a civiles.

De igual manera, son reprochables las declaraciones
sobre que ésto “fue normal” pues únicamente contribuye a normalizar una severa
crisis. No es normal que la delincuencia actúe de tal manera y, si la
estrategia de seguridad es la que ocasiona reacciones de este nivel, entonces
hay que poner en duda si es una buena estrategia.

La crisis de inseguridad en México no es algo que haya
comenzado durante este sexenio, pero sí podemos ver que cada día se vuelve
peor. Lo que más preocupa es que parece que la capacidad de indignación de los
mexicanos se reduce conforme la crisis se agranda. Un ejemplo de esto es que,
mientras había bloqueos en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California,
Quintana Roo se posicionó como uno de los 10 estados con más homicidios en el
país. Se estima que hay 1.5 homicidios al día en esta entidad peninsular y que,
en lo que va del año, ha habido 356 asesinatos.

Quintana Roo se hunde en la inseguridad, pero no es
tema. Es algo normal.

No cabe duda que es necesario replantear qué se está
haciendo en materia de seguridad, pero, para que ésto sea posible, la gente lo
debe exigir. Recuperemos nuestro sentido de indignación y rechacemos como
sociedad estas expresiones de violencia que tanto daño le hacen al país. No nos
quedemos conformes con que las autoridades nos digan que todo está bien pues el
plomo y la sangre pesan más que las palabras.

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