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Las prisas por pacificar

Pascal Beltrán del Rio
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Por: Pascal Beltrán del Río.

El presidente Andrés Manuel López Obrador hará bueno
su anuncio del 8 de agosto pasado, de poner a la Guardia Nacional bajo el
control total de la Sedena sin mediar una reforma constitucional.

En la reunión plenaria de los diputados de Morena, el
secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, anunció que el
Ejecutivo presentará una iniciativa preferente en ese sentido, el próximo 1 de
septiembre, cuando se inicie el periodo de sesiones del Congreso de la Unión.

“Que se queden con su moratoria”, retó López
Hernández, en alusión al anuncio de la oposición de rechazar cualquier
iniciativa de reforma constitucional que envíe el Presidente.

Por su carácter de preferente, los diputados estarán
obligados a dar trámite a la iniciativa en un plazo máximo de 30 días naturales
(artículo 71 de la Constitución) y enviarla al Senado, que tendrá que
discutirla y votarla en un lapso igual.

Hace casi tres semanas, López Obrador había anunciado
que no se esperaría a enviar la iniciativa constitucional en la materia
–prometida por él en junio del año pasado–, sino que buscaría hacer el cambio
mediante un decreto o una reforma legal, que incluiría un cambio de orientación
en las funciones de la Secretaría de Seguridad, de la que depende
administrativamente la Guardia Nacional.

El problema, dicen especialistas, es que la
Constitución establece que la Guardia Nacional es una institución policial de
carácter civil, adscrita a la secretaría del ramo de seguridad pública, y para
cambiar eso habría que modificar la Carta Magna.

El 8 de agosto, sin decir agua va, el Presidente dijo
que él quería que la Secretaría de la Defensa Nacional se hiciera cargo de la
Guardia Nacional y que emitiría un acuerdo con ese objetivo. Además, adelantó
que el desfile militar del 16 de septiembre estará “predominantemente orientado
a la seguridad pública” y “los actores principales van a ser los integrantes de
la Guardia Nacional”.

Cuestionado sobre si ese cambio procedía sin una
reforma constitucional, el tabasqueño dijo que lo analizaría en el ámbito de
sus atribuciones. “Puede ser por decreto, puede ser una reforma a la ley (…)
pero sí hacen falta estos cambios”, afirmó.

—¿Por qué tomar este tipo de decisiones mediante
decretos y no por la vía del Legislativo? ¿Sí considerara que es una ruta
democrática? —insistió una reportera.

El Presidente respondió que tenía que “utilizar los
márgenes legales que tenemos para avanzar” y que su prioridad era “entregar
buenas cuentas al pueblo”.

Luego se quejó de que en el Legislativo había un
bloque opositor “que no ayuda en nada” y argumentó que el rechazo de dicho
bloque a la reforma constitucional en materia eléctrica había obligado a que la
Suprema Corte de Justicia se pronunciara sobre la constitucionalidad de la ley
secundaria.

“Apenas la libramos, porque sólo cuatro ministros
votaron a favor”, comentó.

El Presidente parece estar contemplando una repetición
de aquella salida legal. Sin mayoría calificada en el Congreso para modificar
la Constitución, apostará por una reforma legal, que en última instancia será
revisada por la Suprema Corte.

La pregunta es si volverá a suceder lo mismo que con
la ley eléctrica. Es decir, si el mandatario encontrará cuatro votos de
ministros dispuestos a sostener su ley de la Guardia Nacional, el mínimo
necesario.

Lo cierto es que difícilmente el presidente de la
Suprema Corte, Arturo Zaldívar —firme aliado del Presidente—, podría ser uno de
esos cuatro, dado el antecedente de haber rechazado la militarización de la
seguridad pública en diferentes ocasiones.

“Ya no quiero que vaya pasando el tiempo, porque nos
faltan cosas y no quiero que se nos quede nada”, se justificó López Obrador el
8 de agosto.

El Presidente tiene prisa. Visto que sus programas
sociales no han logrado atenuar la ola de violencia criminal, parece creer que
la única opción restante para conseguir ese propósito es poner la seguridad
pública en manos de los militares.

Sin duda lo trae apremiado el vaticinio que él mismo
ha hecho: sin paz y tranquilidad, no habrá Cuarta Transformación.

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