La Revista

4o. (¿?) Informe

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

A
mi madre, por su

ejemplo
de vida.
 

La narrativa presidencial es mentirosa. 170 veces ha
dicho, en sus mañaneras, que en 2006 se le arrebató la presidencia y que hubo
fraude. En los meses posteriores a esa elección, académicos de la UNAM y sus
seguidores trataron de demostrar, sin éxito, que había un algoritmo que
modificaba las cifras capturadas por los ciudadanos responsables del conteo de
votos en cada casilla.

En tres años de gobierno, López Obrador ha dado más de
700 conferencias mañanera que promedian dos horas de duración, pero el efecto
de esa práctica es muy distinta a la que tuvo cuando la practicaba como jefe de
gobierno del entonces Distrito Federal porque se le veía como un líder opositor
contestatario que al ser jefe de un Ejecutivo electo en una elección, tal y
como lo era Vicente Fox entonces, su palabra tenía un peso específico.

Fox actuó exagerado al aplicarle todo el peso de la
ley a una autoridad que había violado un amparo interpuesto por un particular
que no quería verse afectado por una vialidad que atravesaba su terreno a Santa
Fe, joya del desarrollo inmobiliario de la capital.

Desaforado, López Obrador creyó que era, como lo fue,
la víctima de una operación excesiva del estado mexicano en su contra. No le
alcanzó porque se radicalizó en sus mensajes.

Hoy, López Obrador utiliza ese mismo poder desmedido y
violenta las leyes contra quienes se opongan a sus decisiones, pero el
presidente se ha olvidado que México ha cambiado mucho, lo seguirá haciendo,
desde esos días de 2005 y 2006.

Lo que no ha cambiado es la mentira oficial y eso
complica sobre manera su cuarto informe de gobierno cuyos spots están cargados
de propaganda mentirosa y de datos falsos o incomprobables.

Lo cierto es que los temas electorales se le irán
complicando al propio presidente más que por la oposición que aún luce
desarticulada, porque la asonada al interior de Morena se ha empezado a dar
poco a poco y se hará más cruenta conforme pasen los meses.

El error de adelantar la sucesión para proteger a
Claudia Sheimbaun por la muerte de 26 personas en el accidente de la línea 12
del metro, ha tenido un costo político real imprevisto y una ventaja
estratégica.

La ventaja estriba en la publicidad y el conocimiento
desde tanto tiempo antes de la selección de candidatos y ha dado la impresión
para el grueso de la población que Morena tiene de dónde escoger. La realidad
es que al interior abrió un frente entre los diferentes grupos que ya decantan
sus preferencias y hasta hace proselitismo para sus favoritos y a los
aspirantes los ha llevado a violar la ley electoral -promovida por López
Obrador y en vigor desde 2007- y a que muchos se pregunten cuál es la oferta
electoral de cada uno de ellos ante la ausencia de resultados del actual
régimen.

Hasta hoy, la pasarela de Morena ha sido para
congraciarse con el presidente en busca de su favor para elegirlos, pero ni uno
de ellos ha externado su proyecto, al menos con un esbozo, que lo diferencie de
la actual administración. Todo pareciera que se trata de un continuismo y eso
implica cero resultados.

El costo político está precisamente en los despidos de
los gobierno de Morena de quienes simpaticen con el opuesto al gobernador en
turno, en los enfrentamientos de los diferentes grupos políticos al interior
que los llevó a una asamblea fallida que hoy todos impugnan con la idea de
anularla ante las acusaciones de compra de votos y otras prácticas
fraudulentas.

Hasta hoy no sabemos si lo que sucede en Campeche es
una réplica de la acción de los gobernadores de Morena en el país: condicionan
el trabajo en el gobierno a la afiliación a Morena como si ello les garantizase
que votarán por el partido que los obliga a afiliarse, se tuerce la ley y se
combate a los legisladores y alcaldes que no son de su filiación y hasta se
trata de cooptarlos condicionándoles el apoyo a su gestión y a las obras de su
municipio, se les enfrenta con argumentos insostenibles y se usa todo el poder
del Estado contra los adversarios aunque en ello se violente el debido proceso
o se viole la ley.

El tema no es sencillo. El presidente ha provocado que
quienes eran sus aliados lo dejen solo o al menos le acrediten su desacuerdo
por la manera en que gobierna. La situación es densa porque ha perdido el apoyo
de Porfirio Muñoz Ledo, quien le ciñó la banda presidencial; de Ricardo
Monreal, que lidera el Senado; además de muchas otras bajas entre quienes veían
al presidente como una opción válida no sólo de cambio político sino también de
formas distintas de ejercer el poder.

Hoy, el presidente llega a su cuarto informe lo hace
con calificativos que acreditan su necesidad de mentir ante su falta de
resultados. Sus seguidores, quienes creen a pie juntillas sus argumentos,
desconocen que muchas de las cifras que presume son falsas, que ha mentido
diario en sus mañaneras y que el país ha padecido una destrucción institucional
muy grave de la que sólo se dan cuenta quienes sabían de lo que significaba el
Fonden, el Seguro Popular, las guarderías de Sedesol, los programas de salud para
enfermos con tratamientos permanentes, y el apoyo para la gente en medio de
desastres naturales o las becas de estudio.

López Obrador inicia el último tercio de su mandato
ganando elecciones de gobernador en 22 entidades, pero perdiendo la mayoría
parlamentaria, ayuntamientos que conquistó en 2018 hoy se encuentran en manos
de otros partidos ante la falta de resultados de los electos por Morena.

En el vecino Campeche, uno de los sitios de mayor
popularidad presidencial, esta cayó al quinto sitio luego de la elección donde
ganó Morena la gubernatura. Del informe, nos leemos el martes.

José Francisco Lopez Vargas
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