Mundo Generacional, por: Edwin Carcaño Guerra.
Es difícil determinar si la inflación en estos tiempos es tan destructiva como se dice. Por ciencia básica sabemos que este fenómeno evapora el valor de nuestros ahorros e inversiones. Sin embargo, si volvemos a los dos años anteriores entramos a un dilema: ¿Fue buena idea imprimir tanto efectivo? Como analista generacional, mis respuestas siempre están en el pasado. En este caso tengo dos escenarios que resultan definitivos para entender una crisis económica: Viena 1873 y Nueva York 1929. Ambos eventos iban a desencadenar reacciones políticas que fueron muy negativas para los ciudadanos del mundo.
La quiebra de la Bolsa Vienesa en 1873 fue en parte debido a que reventó una burbuja inmobiliaria. Esto obligó a las potencias occidentales a lanzar sus ejércitos en una misión de conquista de países débiles. Esto fue con el fin de inundar de mercancías sus economías e impedir un escenario de revueltas sociales (Que ya había pasado en 1848). Así fue como, según el historiador marxista Eric Hobsbawn, nació la era de los imperios que culminó en la Primera Guerra Mundial. La falta de un acuerdo internacional y las devaluaciones competitivas terminaron por generar una catástrofe humanitaria.
La quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva York, en parte por un exceso de inventarios y desempleo, llevó la crisis a todos los rincones de la tierra. Entre los países más afectados por esta debacle estaba Alemania. El pueblo, desesperado por no tener poder de compra, terminó eligiendo a los nazis para mejorar su nivel de vida. Por otro lado, en la URSS se construía la dictadura del proletariado. Empezaron a surgir dictadores por todo el planeta. La firma del tratado entre Ribbentrop y Molotov fue como un cheque en blanco para que Hitler invadiera Europa Oriental. El resto ya es un relato bien conocido.
Las decisiones financieras terminan afectándonos más de lo que nos podemos imaginar. La Europa de la posguerra le apostó al estado benefactor con la intención de que los regímenes radicales no pudieran volver a florecer. Durante la pandemia había dos prioridades: mantener las cadenas de suministro de valor funcionado y cuidar el poder adquisitivo de las personas. La inflación tal vez sea un mal menor. Sobre todo, si consideramos que de otra forma podríamos estar enfrentándonos a escenarios en los cuales hubiera violencia. Lo más importante para ti y tus hijos es cuidar la democracia.