Construyendo, por: Raúl Asís Monforte González.
E-mail: raul@mienergiamx.com
Facebook: Raúl Asís Monforte González. Twitter: @raulmonforteg
Todos los sectores de la economía necesitan encontrar
el modo de alcanzar la neutralidad en emisiones de carbono a más tardar en el
año 2050, y la responsabilidad de hacerlo es mayor en los que son causantes de
un gran pedazo del pastel de las emisiones actuales. El transporte es uno de
esos grandes contribuyentes. Y dentro del sector, podemos distinguir tres
grandes niveles: el de los automóviles y vehículos ligeros y medianos de
pasajeros; el del autotransporte de carga y las máquinas; y el de los grandes
buques y aeronaves.
A pesar de que aún falta un despliegue más amplio de
los automóviles eléctricos, el sector parece tener claro que la tecnología que
dominará a este nivel, es la de los BEV (Battery Electric Vehicles).
Es cierto, falta que se desarrolle una gran red de
estaciones de carga, que disminuyan los precios de algunos componentes,
especialmente las baterías, que se logren realizar cargas más rápidas, crear o
armonizar el marco regulatorio en muchos aspectos, o mejorar la autonomía por
cada carga completa, pero todo eso está sucediendo ya a pasos muy veloces y
solo es cuestión de tiempo.
Los grandes buques y las aeronaves ven muy difícil y
lejano el poder transitar a una fuerza motriz de origen eléctrico, y por eso
hoy se enfocan en los biocombustibles, aunque apenas despuntando y apareciendo
en las estadísticas.
El nivel de en medio, el de los tractocamiones de
compañías fleteras, de las máquinas del sector construcción, de la
intralogística, y algunas aplicaciones de maquinaria industrial mediana o
ligera, por mucho tiempo habían creído tener en las celdas de combustible que
funcionan con hidrógeno, al sustituto ideal para abandonar pronto el diésel y
convertirse en un sector libre de emisiones, pero hoy están desviando su
atención hacia las baterías.
Ambas opciones utilizan motores eléctricos, la
diferencia está en la tecnología que les provee de la electricidad que a su vez
aporta la potencia para moverse.
Las baterías más modernas están hechas de litio, otros
metales y compuestos que almacenan la electricidad al conectarse mediante
cargadores especiales a una red eléctrica, y la aportan de manera dosificada al
motor del vehículo cuando esté está en marcha. Al agotarse es necesario cargar
de nuevo.
Las celdas de combustible por su lado, son
dispositivos que producen la electricidad a partir del uso de químicos como el
hidrógeno y el oxígeno, obteniendo como único residuo agua.
En la Unión Europea, a partir de 2025, las flotillas
de vehículos comerciales tendrán que reducir sus emisiones de dióxido de
carbono en un 15% o se enfrentarán a severas penalizaciones, y en los años
siguientes, las metas de reducción se harán aún más estrictas, tanto, que será
imposible alcanzarlas aún con la tecnología más moderna de motores diésel Euro
VI.
Entonces, ¿será el hidrógeno o las baterías el
sustituto ideal del diésel? Aún no está muy claro, ambos tienen enormes
desafíos por salvar, lo que sí es un hecho, es que el diésel no tiene futuro.