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El Plan C: Ciudadanía, Constitución y Concentración

Jorge Valladares Sánchez
Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez.*

En Facebook y en Youtube: Dr. Jorge Valladares.

Otra de
las características de ser tantos, vivir tan de prisa y con tanto accesible en
esta maldita posmodernidad es la forma en que ahora se realiza la competencia
para ganar la nota, novedad o el nombre, de algo que nos permita destacar si
escribimos o nos mostramos públicamente de alguna manera.

Antes
alcanzaba para que quien pusiera primero o notoriamente el nombre de un
producto lograra convertir su marca en la identidad de lo que ofrecía. Es por
ello que suele darse por sinónimo Carnation y Nestlé de leche evaporada y
condensada, respectivamente; Resistol y Pritt de pegamento líquido y en barra,
respectivamente, Diurex en mi niñez chilanga y Scotch en mi adultez yucateca de
la cinta adhesiva… Sí, ¡sorpresa! Coca, Klennex y Nutella son marcas, aunque a
casi toda su competencia les llamemos igual.

Ya vamos
para tres décadas que en el marketing político la estrella más popular que
nombra y rebautiza a los sectores, las acciones y hasta el bien y el mal, se
llama Andrés Manuel. Y al darle el empleo como Presidente encumbramos su éxito,
en esto para lo que su talento parece nato. Hoy las clases, creencias,
filiaciones y apodos para el enemigo pueden caber perfecto en un simple fifís
vs chairos; la discrepancia, el éxito ajeno y el delito de corrupción tienen al
corruptazo como su superlativo común; y ya no hay forma de separar la palabra
pueblo de pueblo-bueno, intelectual de orgánico, racista de clasista; y
conservador es la manera de llamar a cualquiera que está equivocado, como
honestidad es igual a lealtad y fallo descubierto era igual a complot, pero ha
evolucionado a montaje y sabotaje.

El
agandalle más cínico, vertical y vil que haya enfrentado la democracia en el México
que me ha tocado vivir se resume en “Plan B”. Y bastó una ocurrencia en la
mañanera para que todos los medios, comunicadores, comentadores y quienes quieren
referirse a ello de alguna manera le llamen así. 5 letras que resumen cientos
de páginas (de cambios a 6 leyes) que no leyeron nuestros congresistas en su
momento… y apuesto $100 a que no pasan de 10 quienes que ya las hayan leído… y…
¡va!, $500 a que ni Andrés Manuel las ha leído medianamente bien, y eso que se
asume su “autor”.

Con
alegría y ánimo compartí con unas 5,000 personas el espacio alrededor del
Monumento a la Patria este 26 de febrero. Muchas cosas agradables y positivas
para la democracia y la comunidad ocurrieron allí y en más de 100 ciudades de
nuestro México. Estas notas son una breve respuesta a la pregunta más escuchada
desde la tarde de ese día: ¿qué sigue?

Entre lo
agradable y positivo podemos ver los hilos sobre los que empezar a tejer la
respuesta. Fue “un buen” de gente, más de la esperada, la enorme mayoría por
sus propios medios y convicciones; fuimos, estuvimos, compartimos lo que
quisimos y seguimos nuestro día. Lo espectacular de esto podemos apreciarlo
mejor si ubicamos que en la Ciudad de México, a diferencia de eventos previos similares,
los comercios funcionaron normal y resultaron beneficiados por la afluencia, y
no hay reportes de daños por el acto. Bueno, hasta las calles quedaron
inesperadamente limpias en la mayoría de los casos.

Fuimos
con nuestras hijas, que son pequeñas aún. No hay forma de que ellas entiendan
con claridad lo que pasa, pero les gustó, lo disfrutaron; recuerdan arengas y
situaciones de esos minutos y captan que había que hacerlo. Y lo mejor… hicieron
preguntas, comentaron su impresión…

Como
anticipé, la coincidencia fue en torno al ¡NO! A lo que cada cual considera que
no debe seguir, prosperar o que toca rechazar pues ya fue un error. Seguramente
habría bastante diversidad si exploramos el detalle de lo que a cada cual
motiva o alienta, pero es claro que el mayor motivador para asistir fue el
actuar del actual gobierno federal y que la petición concreta con aceptación
generalizada es que el tal Plan B no se aplique, en contraposición a la
sumisión de nuestros legisladores/as que obedecieron la indicación presidencial
para llegar a donde estamos, con todo y comas.

Y
resulta ya evidente la necesidad de hallar más tema, más nombres, más
incidentes que comentar; lo cual es compatible con responder a la pregunta
pendiente. Lo obvio sería pasar al Plan C; pero afortunadamente el generador de
ocurrencias matinales no ha definido si procede ello o hay nueva palabra que le
dé un giro al asunto. Digo que es afortunada esta espera, porque esa “vacatio ocurrencis”
da margen a intentar colocar un nombre sensato a lo que sigue y ganarse unos
“likes”.

Confundidos
ante el silencio he leído ya intentos de adelantárse. Siguiendo la línea del
genio en ocurrencias, algunos autores se han referido al Plan C como la
siguiente versión de la toma de la democracia, para asegurar que el partido
oficialista logre un sexenio más; ya sea posicionando a cuatro integrantes a
modo en el Consejo del INE, alineando a 2 ministros/as para impedir se declare
inconstitucional el Plan B; disponiendo para el ejército las tareas electorales
que el Pueblo Bueno siempre ha soñado para el Pueblo Uniformado: o ejerciendo
de hecho la justicia contra todo, sabiendo que la ley le queda corta y además
ni es ella misma.

Nota: Sí
sé que son 3 votos en la SCJN los necesarios para que se quede el Plan B, pero
hoy es “vox populi (bonus)” que habiendo 2, el tercero viene tan fácil como si
fuera una copia textual, o al menos sustancial.

Prefiero
el otro polo, que también he visto, para referirse a un Plan C. Y doy crédito
especial a una imagen de mi querida amiga, Jéssica Rojas, y su pequeña (que
anda en la edad de las mías) mostrando contenta un cartel que indica: ¡Vamos
por el Plan C! donde la letra la relaciona con Corte, Constitución y
Ciudadanía.

Creo y
retomo la idea para unirla a un planteamiento elaborado desde mi ciencia y
técnica para entender lo que efectivamente lleva a la participación ciudadana.
Apartándose de la demagogia y procurando dar una guía a decenas de buenos
amigos/as especialistas que procuramos que ocurra el fortalecimiento de la
ciudadanía; se requieren tres ingredientes para que ocurra algo desde la gente
en la comunidad: ciudadanos/as, asociación e interés.

La
propuesta de un Plan C, que deje en el olvido o resuelva o enfrente al B,
coincide bien con tres conceptos que explican la concentración de cientos de
miles de mexicanos/as el 26 de febrero en los puntos emblemáticos de nuestro
País. Hubo Ciudadanía, Concentrada en un mismo lugar y
momento, y en torno al interés porque prevalezca algo muy importante que sí
está en nuestra Constitución.

La
participación ciudadana es la activación de una determinada cantidad de
integrantes de una comunidad que con su actuar sobre un aspecto público logran
que la decisión o curso de acción les incluya o responda positivamente. Cada
vez que ocurre un acto efectivo de tal participación, la ciudadanía (como ente
social) se fortalece. Los tres elementos en acción:

Ø Ciudadanía: o sea personas que sí se asumen
poseedoras de lo público; así que se sienten en el derecho y obligación de
cuidarlo, como algo suyo, como algo que va a impactar en las siguientes
generaciones.

En ese carácter coincidieron la enorme
mayoría de quienes se manifestaron el domingo 26, sin importar cualquier otra
condición, creencia, práctica, origen, edad, etc… en la que obviamente
diferíamos. Y sin importar, mucho menos, je, cualquier calificativo,
ofrecimiento, amenaza o punto de vista que recibieran previo a acudir.

Ø Concentración: o sea el reunirse en un lugar donde
puedan interactuar y el tiempo suficiente para tomar una acción común. Es ese
el elemento que se da por obvio, pero al que cada vez le prestamos menos
atención en nuestros intentos por hacer comunidad.

De entrada las bardas y cerraduras de las
casas ya no nos dejan convivir, ni ver siquiera, a nuestros vecinos; y cada vez
tenemos más medios para evadir la oportunidad de estar en vivo y de frente con
suficientes personas como para atender un asunto y a ello dedicarle un momento
en simultáneo. Whats y zoom, herramientas maravillosas en general, nos alejan cada vez más de esa posibilidad;
si no me crees revisa tu grupo de vecinos o amigos y dime cuántas de las buenas
ideas e intenciones de reunión han tenido resultado, y no me digas que no hay
coincidencia de intereses.

El 26 hubo más de 100 puntos de reunión,
en puros sitios conocidos, sin cover y al sensato alcance de donde cada cual
viviera. No llegó quien no quiso, quien estaba en otra actividad o “iba en
carretera”, pero accesible fue; y llegaron por miles en donde menos.

Ø Constitución: que fue el tema de fondo que atendimos
en ese mediodía. Se requiere un interés, que ya he desarrollado la idea de que
es el punto que nos une (inter), y que vuelve redundancia decir “interés
común”. Tiene todo el sentido ir a algo, invertir algo, dedicarse a algo que
nos importa o queremos, como tiene lógica que no se haga el esfuerzo necesario
quien no tenga tal interés.

Todos tenemos interés mayor o menor en
ciertas cosas, acciones o causas. Se trata pues de coincidir con quienes lo
tienen en grado suficiente, y luego con otros/as en algún otro interés. Lo que
no funciona es intentar convencer a alguien de lo que debe interesarle o
pretender armar algo con quien tiene un interés contrario.

Varias arengas se escucharon ese domingo;
desde la oficial de quienes pusieron lana y más tiempo para lograr la reunión,
con lonas y eligiendo a los oradores/as, hasta el sentir de quien fuera que
eligió poner voz a lo que le llevó al encuentro. Pero el que se esté imponiendo
en la Constitución un cambio que nadie pidió, en algo que sí funciona, para
fines nefastos o poco claros, fue suficiente para ir por ello y por lo que cada
cual quisiera.

 Así que,
“lo que sigue”, propongo, es el PLAN C,
en el que NO cabe:

-Políticos perennes como protagonistas.

-Violencia de ninguna forma.

-Confrontación o imposición de ningún participante
hacia otro/a.

-Asumir que la gente que se reúne piensa igual o se
compromete a algo implícito.

-Pretender convertir esta marea en respaldo a color o
personaje alguno, que no lo pida y gane allí, en la plaza pública.

Y un
Plan C que estaría muy bien que vaya
hacia:

– Volver una práctica alegre y festiva dedicar
cíclicamente un tiempo a vernos en los espacios públicos, para algo concreto, y
luego seguir la fiesta o lo que toca en el día.

– Atender a un tema particular, con la gente que se
interese en ir, y compartir abiertamente invitaciones y temas que nos vuelvan a
hacer coincidir, con los mismos u otros/as.

– Expresar en los espacios visibles los contenidos que
sí nos interesan para nuestra comunidad, ciudad o país, y en la resonancia ir
concretando la cantidad de elementos en que miles y miles coincidimos.

– Exigir los espacios, servicios y respeto que todo
empleado público del nivel y ámbito que sea le debe a cada ciudadano/a opine lo
que opine, asista a lo que asista y tome o no el micrófono.

– Dejar muy claro a todo político/a perenne que ¡claro
que puede asistir como ciudadano/a! a cualquiera de nuestras concentraciones,
pero no tendrá reverencia, espacio o foto que no se gane a pulso por lo que
haga en las causas que se compartan en estos espacios.

Mucho se
habla de la ligereza de la “oposición” frente al oficialismo actual, así como
de lo disparejo del piso que las “corcholatas” (otro neo bautizo mañanero)
transitan… Yo no creo que vaya a haber un/a Presidente que se parezca a lo que
la mayoría espera mientras no veamos a un ciudadano/a que venga arropado por
algo gestado en este potencial Plan C, del que seguramente podremos seguir
conversando…

————————————————–
*Jorge Valladares Sánchez
Papá,
Ciudadano, Consultor.
Representante
en Yucatán de Nosotrxs.
Doctor
en Ciencias Sociales.
Doctor
en Derechos Humanos.
Psicólogo
y Abogado.

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