La Revista

El rostro de la Semana Santa

Elda Clemente Reyes
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Sic Sac, por: M.A. Elda Clemente Reyes.

La Semana Santa terminó. Esperamos todo el año para recordar
la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, sin comprender el
significado y el verdadero sentido de las enseñanzas del mesías.

Orar, meditar, amar al prójimo y al enemigo, tener fe y
obedecer las instrucciones escritas por los profetas son todavía el máximo reto
para aquellos que, de forma individual o colectiva, no han logrado superar sus
propias debilidades.

A más de 2000 años, el intelecto y el libre albedrío siguen
sin ponerse de acuerdo. En lugar de eso, una parte de la multitud parece
estancarse, perderse en un laberinto, mientras otros, luchan con sus demonios
internos para no caer.

Somos conscientes del precio por la desobediencia a lo divino
y, aun así, parece no importarnos, al final de cuentas, Dios nos ama.

Nos engañamos con excusas que solo revelan el lado frágil de
nuestra conciencia. Si el fin último del Universo es la salvación de las almas ¿Por
qué atravesamos remolinos que sacuden nuestras entrañas?

Unos nacen guiados mediante un proceso mecánico de
crecimiento y otros mueren sin revelar el fin de su espíritu. Nacemos palpando
todo lo visible, lo invisible pertenece a lo paranormal al infinito.

En este ir y venir solo Dios encarnado en el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo, tiene en sus manos el verdadero propósito.

Jesús fue parte del plan divino, él sabía su misión y la
consumó al pie de la letra. Fue para los elegidos un ejemplo a seguir, el líder
que los encaminó hacia lo desconocido bajo la palabra de estar siempre con
ellos y llevarlos al Paraíso.

Hoy, Jesús no está físicamente entre nosotros, mucha gente al
igual que Santo Tomás, piden una prueba de su existencia. Sin embargo, sus
prodigios, siguen latentes porque el enigma revelado desde su nacimiento continúa
sin ser descifrado a los incrédulos que todo cuestionan.

Ese misterio es el mismo que en pleno siglo XXI nos envuelve.
A diferencia de Jesús, muchos no saben con exactitud cuál es su destino, pero
es fácil intuir que también somos parte de un plan superior, el cual, ni los
hombres más poderosos pueden corromper.

Un proyecto oculto que nos imaginamos, soñamos y somos
capaces de aceptarlo por fe.

La Semana Santa pasó, otro año rememoramos el amor y el sacrificio
de Jesús por la humanidad. Para los que siguen llevando a cuestas las dudas de
siempre, fue un periodo común sin ninguna novedad.

Cada año la Cuaresma, nos pone frente a la variedad de rostros
que Jesús mostró en todo el recorrido del viacrucis; el semblante amoroso,
generoso, afligido, cansado, triste, adolorido, paciente, el colmado de júbilo
por su resurrección. Son los mismos rostros que se mudan a nuestra cara en cada
etapa de la vida, como un espejo de la victoria o la derrota después de una
dura batalla.

Paradójicamente, pasamos los años sabiendo que la bondad y el
perdón, tienen su recompensa, pero, vivimos en un mundo rodeados de ángeles y
demonios, buenos y malos, entre lo blanco y lo negro. Incluso, en ocasiones somos
tentados y actuamos al filo de esa dualidad, cuya fuente es un sigilo y que al
morir nos vamos con la promesa de descifrarlo.

Ambas energías, luz y oscuridad en el jardín del Edén, son
fiel herencia de Adán y Eva.

Elda Clemente Reyes
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