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Nos Deben, Pagamos sin Recibir Resultados

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez.*

En Facebook y en Youtube: Dr. Jorge Valladares.

Imagínate
ésta… Un día despertamos de buen humor y abrimos bien los ojos. Y al salir de
casa nos damos cuenta que tenemos bastantes vecinos/as que están en condiciones
semejantes. Y se nos ocurre hoy no pasar de largo y conversar 3 minutos. Como
todos tenemos que trabajar, lejos de casa la gran mayoría, decidimos que es
buena idea contratar a alguien para que administre lo necesario para que las
calles, parque, seguridad y demás elementos que todos usamos (pues son
públicos, y no privados) estén en el mejor estado posible, ya que ninguno de
nosotros/as se puede ocupar.

Nos
damos cuenta que para ello se requiere que cada cual ponga “una lana”, “sin
bronca” lo hacemos y contratamos a alguien con esa misión y le empezamos a
pagar quincenalmente bastante y sin fallar.

Al
cabo de un tiempo no vemos mejoras y tenemos serias sospechas de que algo no
anda bien, pero tampoco tenemos el tiempo para revisar, evaluar y hacer
corregir. Así que en otra buena mañana decidimos contratar a otra persona para
que valore lo que es reamente mejor para nuestra comunidad y le diga a ese
administrador/a lo que debe atender y vigilar que lo haga bien. Caemos en
cuenta que lo que está bien para este lado, no es lo mismo que para el otro
lado, así que por manzanas o cuadras nos ponemos de acuerdo para que haya uno/a
de estos nuevos empleados a cargo de verificar que se atiendan los intereses de
cada sector. Y les pagamos mucho y sin fallar, a cada cual, para que hagan esta
labor. Incluso, a ellos/as les permitimos que decidan cuánto deben ganar y le
ordenen al otro que esa cantidad les pague.

Pasa
más tiempo y vemos que hay mucho ruido de tiempo en tiempo en la calle, que
eventualmente unos se pelean grotescamente con otros, pero no sobre los asuntos
que nos dio origen a contratarlos, sino para descalificarse y que en la
renovación de contrato se sientan más seguros de volver a ser contratados.

Buscando
la solución que de inició queríamos y que cada vez nos cuenta más y no llega,
contratamos a unas pocas personas que tienen relumbrantes currículums (aunque
no nos garanticen si sus títulos fueron obtenidos honestamente), esto con la
recomendación de nuestro primer empleado y por votación de esas personas a las
que tenemos cobrando como representantes. A este conjunto de conocedores/as las
queremos para que evalúen el trabajo de todos los anteriores y si algo se sale
de lo correcto, hagan justicia.

Pasan
meses y años, ya ni idea tenemos de cuánto les pagamos, ni de cuánto toman de
nuestras carteras para hacer lo que hacen, ni de lo propio o impropio de sus decisiones
y acciones, ya hasta se nos anda olvidando 1) para qué los contratamos y 2) que
cobran mucho cada quincena y toman nuestro dinero ya sin avisar, porque ya nos
convencieron de que es su derecho; que digo derecho, facultad. Lo que sí vemos
es que el problema original en nuestras calles y cosas comunes (lo público)
cada vez está peor y cuando nos quejamos o protestamos nos piden dinero extra
para hacer algún convivio o pintan alguna fachada o culpan a alguno de los
otros empleados de que eso sea así y nos piden que cuidemos mucho elegirles a
ellos en la próxima ocasión que contratemos.

¿Te
suena? Me gustaría decir que es una caricatura, pero es más un bosquejo de la
administración pública. Luego de tantos años, ocuparía libros enteros describir
cómo se arma este entramado para dejarlo totalmente claro, y lo peor es que
bastaría una ocurrencia o frase chistosa de alguno de nuestros/as empleados
para que no sirva todo lo dicho y permanezca todo como va o empeore.

Dentro
de todo lo que se ha puesto en boga sobre los llamados derechos humanos, le
toca (en cuarta generación), a uno que ya en la Constitución de la Ciudad de
México reza así:

Artículo 60.
Garantía del debido ejercicio y la probidad en la función pública

1. Se garantiza el derecho a la buena administración
a través de un gobierno abierto, integral, honesto, transparente, profesional,
eficaz, eficiente, austero incluyente, y resiliente que procure el interés
público y combata la corrupción.

Por
allí alguna de nuestras empleadas como representantes vestida de amarillo hizo
un intento reciente porque lo mismo dijera la constitución federal. Pero nada
aún. Y además de ese hermoso listado de palabras, el artículo habla de una
serie de maravillas de virtud, bondad y modernidad, así como de profesionalización
que habrán de cumplir nuestros empleados públicos, comandados por aquellos a
quienes elegimos cada 3 o 6 años para que hagan lo que de origen nos motivó y
cada vez vemos menos realista que llegue.

Como
algunos otros preceptos tiene el atino de acabar diciendo: “La ley establecerá
los mecanismos para su cumplimiento”. Y como la enorme mayoría de los elementos
jurídicos, no se conocen, no se cumplen, sólo los usan unos cuantos para sus
propios fines y en modo ninguno significan que el tener un derecho se convierta
en hechos cotidianos en la vida de quienes pagamos todo este entramado de
personas, intereses, leyes, instituciones y evasivas.

Suena
irónico o a burla que también se afirme que “el ejercicio pleno de (estos
derechos)… será garantizado a través de las vías judiciales y administrativas
para su exigibilidad y justiciabilidad… O sea, tienes que tener dinero y
tiempo para contratar un abogado y seguir toda la ruta construida en el sistema
para que llegara a pasar lo que en derecho “debe” pasar.

Voy
a insistir por un rato en que la pretensión de que participación ciudadana es
exigirle a cada persona que se prepare mejor y ejerza más acción en el ámbito
de la vigilancia y protesta ante los fallos de nuestros funcionarios públicos
es un agravio a la ciudadanía. Como en el bosquejo dado, cada uno de nosotros
paga para que haya funcionarios haciendo lo que deben hacer, y por supuesto,
haciéndolo bien. Y que no suceda, no es de modo alguno culpa de quienes pagan,
sino abuso, error, perversión, deficiencia, tergiversación de quienes
contratamos para hacerlo. Y, sí, tolerancia o permisividad nuestra, producto de
que estamos ocupados en vivir (y cuidarnos de quienes deberían cuidarnos).

Hoy
jueves 20 y mañana 21 estaremos atendiendo en Tlaxcala, con la generosa y
cálida atención del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones una de las formas en
que quienes tenemos especialidad en el tema SÍ podemos aportar algo para
fortalecer a la ciudadanía, esto en la generación del capítulo de Cabildo y
Congreso Abierto del Libro Blanco de los Mecanismos de Participación Ciudadana
en México. Pronto comentaremos de esto y de las formas en que podemos
hacer que tenga relevancia e incidencia
todo este tema alegre de tener gobiernos abiertos. Pero ya no desde moda
política, sino desde exigencia ciudadana que se transforme en decisiones donde
esté a la vista nuestra voluntad.

El
otro gran tema, en el que debemos insertar nuestros puntos en la agenda, es el
de contratar correctamente y despedir a quien no cumple, y hacer que pague si
derrocha o traiciona.

Además
de la confianza de contratarles y el enorme esfuerzo de pagarles, es grotesco
que tengamos que estar cuidándoles las manos, oyendo sus discurso vacuos y
soportando su, para ellos/as, divertida confrontación y evasivas. El punto es
lo que en los servicios y condiciones de lo público nos deben, que es el único
sentido de que estén allí, aunque se hayan encargado bien de distraernos sobre
ello. Nos deben esos resultados y mientras no los den, nos deben sus sueldos.

————————————–
*Jorge Valladares Sánchez
Papá, Ciudadano,
Consultor.
Representante de
Nosotrxs en Yucatán.
Doctor en Derechos
Humanos.
Doctor en Ciencias
Sociales.
Psicólogo y
Abogado

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