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La zalamería

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas. 

El salón del Club Campestre parecía una romería. Más
de mil 300 personas acudieron a ese encuentro con “la sociedad civil y
empresarial” en el que Adán Augusto López Hernández, se fundía en esa mezcla de
secretario de Gobernación y aspirante a candidato presidencial, con la venia
del único elector que a las “corcholatas” les importa: su jefe.

Los empresarios y aspirantes locales, algunos de ellos
simpatizantes de Morena, se habían reunido ahí con los presidentes de las
cámaras empresariales y traían en sus discursos peticiones muy concretas para
seguir abonando al crecimiento de Yucatán en lo general, y del puerto de altura
de Progreso en lo particular.

El secretario empezó el evento agradeciéndole a Carlos
Abraham Mafud que los dirigentes del Club no les hayan cobrado por usarlo.
Dándole un toque de amenidad, Adán Augusto preguntó dónde estaba Joaquín Díaz
Mena: “¿dónde está Huacho?”, preguntó para responderse: “lo olvidé, siempre
llega tarde…”

Era como si el secretario de Gobernación, en su
primera intervención, supiera lo que los empresarios traían en sus peticiones.
Todas y cada una de ellas las concedió y anunció sin que mediaran previamente:
desarmó a sus interlocutores, porque ya sabía lo que le pedirían por las
reuniones previas con el gobernador y los diputados locales.

Dijo que hay común acuerdo entre el gobierno federal,
estatal y el Congreso para realizar la ampliación del puerto, que incluiría
aumentar el calado y el canal de navegación para recibir embarcaciones de mayor
tonelaje. Se habla de una superficie de 40 hectáreas (esto es poco más de lo
que hoy es la terminal remota), más de 3 mil 063 millones de pesos en inversión
y 12 meses de trabajo intensivo.

Vila, según lo que dijo López Hernández, planteó al
Ejecutivo cederle los derechos del puerto de Progreso, que ya se concretó con
la firma de un convenio con la Secretaria de Marina y la administración
portuaria”.

Es un hecho, dijo, pero faltaba el segundo paso, que
era el más importante: conseguir 3,100 millones para la obra, porque no hay
fondos para ello en el gobierno por lo que Vila le planteó al presidente la
posibilidad de que el gobierno estatal contrate un crédito por 3,063 millones
de pesos a lo que el presidente accedió. La Segob trabajó para que le dieran la
calificación de semáforo verde financiero al gobierno de Yucatán y también
habló con los legisladores de todos los partidos accedieron a aprobar el nuevo
crédito.

López Hernández también informó que otra obra que ya
es una realidad en el puerto de Progreso es la construcción del viaducto
elevado, cuyos trabajos realizará el grupo ICA y debe iniciar su construcción
en menos de un mes, además que el gobierno federal apoyará para que el terreno
donde se pretendía construir la Zona Económica Especial sea reconvertida en un
Polo Tecnológico del Bienestar; por lo que ofreció que darán los estímulos
fiscales federales para incentivar la llegada de empresas a ese lugar.

Todo parecía miel sobre hojuelas. Los empresarios
plantearon lo que el secretario ya había anunciado. Sin embargo, el formato del
encuentro fue muy largo: primero habló el secretario, luego los empresarios y
de nuevo el secretario, para que los empresarios le hicieran preguntas que a
cada uno de ellos respondió, mientras la gente empezaba a retirarse del
encuentro.

Se olían en el ambiente tiempos de elecciones, era
como si Adán Augusto hubiera sido ungido y todos querían saludarlo, tomarse la
foto, darle la mano. Como si un Dejá Vú se hubiera apoderado de ese salón del
Club Campestre en esas reuniones donde Salinas anunció el fin de Cordemex, el
apoyo a Dulce María Sauri, allá en los inicios de los años 90.

La
negación como escudo

“En los últimos días, muchas noticias se han enfocado
en la frontera, en el lado estadounidense. Mientras tanto, mucho más calladamente,
México se acentúa como un gran hoyo negro, un gran muro, donde no solo
desapareces, sino que nadie te cuenta, muy pocos te buscan y parece como si
nunca hubieras llegado.” Peniley Ramírez, concluye así su columna sabatina en
el periódico Reforma.

Sin embargo, ese párrafo que se refiere a los
migrantes, la nueva crisis que se avisora, no sólo podría aplicarse a quienes
dejan su casa, su familia, sus pertenencias y hasta la vida en el camino para
tener un mejor destino, una mejor condición para crecer a sus familias, a sus
seres cercanos.

En México, en el de hoy, pasan cosas peores que las
que aquí narra Peniley, pero a ratos pareciera que la gente, los mexicanos, los
130 millones de ciudadanos que aquí vivimos sólo quisiéramos ver lo que nos
atañe personalmente.

Gente que te dice que esa realidad, la que se publica,
ellos no la ven y la desestiman porque no les interesa saberlo. El egoísmo de
más de uno habla de que si ellos son felices, sólo se centran en mirar su
felicidad y lo que pasa fuera pues no les atañe, como si no les fuera a llegar.

Más de uno se atreve a decir que los más de 4.5
millones de pobres que ha dejado este sexenio no son ciertos porque a él y a su
familia les está yendo mejor que antes.

La indolencia en el país lleva a muchos más a
desestimar que esos 83 asesinados diarios no los ven y por eso no creen que sea
cierto, igual sucede con los feminicidios que llega a cifras de 2.6 mujeres al
día. Campeche, ocupa el cuarto sitio en mujeres asesinadas con un promedio de
2.11 mujeres al día.

Lo que no se ve se descarta de la realidad.

Así, mirando su realidad más cómoda, en México nos
acercamos a un cambio de gobierno en el que los resultados brillan por su
ausencia. El presidente que prometió todo, no ha podido cumplir ni con el
respeto a la Constitución, menos con la pacificación del país, el regreso de
los militares a los cuarteles, pero si ha logrado que el índice de mortandad
del mexicano pase de 74 a 70 años, que no hayan medicinas para un cúmulo de
enfermedades, no hay tratamientos médicos, ni se pueden calendarizar las
quimioterapias infantiles lo que ha provocado la muerte de 3,500 en lo que va
del actual gobierno.

Es como si los 134,500 homicidios del crimen
organizado no contaran -no son de mi familia, dicen-; la escasez de
medicamentos no les importa, la falta de médicos tampoco y el despido de más de
600 mil trabajadores al servicio del Estado es sólo una cifra que leyeron en lo
que ellos llama realidad virtual impresa.

Vivimos los tiempos de la canalla cuando el insulto
está a flor de piel y lo profieren cada mañana a diestra y siniestra por el
único pecado de no compartir la visión ni el proyecto y menos los resultados
del actual gobierno.

Es como si a uno le tuviera que agradar la farsa
cotidiana, como si las cifras no fueran contundentes para expresar que nos han
defraudado y hasta las gracias damos por el saqueo.

En el retroceso del país se están destruyendo empresas
privadas y le está dando dinero a empresas que pierden todos los días: CFE,
PEMEX y hay un despilfarro en Tren Maya, en Dos Bocas, en el aeropuerto Felipe
Ángeles.

Pero lo peor y lo más grave es lo que está sucediendo
en el área de la salud donde ya no hay vacunación para menores de edad, no hay
dinero para diálisis, tratamientos de cáncer, de esquizofrenia y otro males
mentales que se han agravado además de los padecimientos que hoy resurgen por
la falta de atención médica oportuna.

Este sexenio es el de la muerte, más de 800 mil
familia en duelo por la muerte de familiares por el Covid, más de 758,826 por
exceso de mortalidad, 134.500 por asesinatos del crimen. En México por la
pandemia hubo un exceso de mortalidad del 84 por ciento, lo que le ha valido a
López Gatel que empiecen a surgir demandas en su contra por el pésimo manejo de
la pandemia.

Las cifras de los fallecidos por falta de atención
médica para sus padecimientos como diabetes, cáncer, diálisis, infartos o muertes por cirugías no
realizadas pasará algunos años para que sean revelados, pero lo más criminal de
este gobierno es dejar a los pacientes sin sus medicamentos.

El país ha retrocedido 30 años y vaya que habrá que
trabajar arduamente para regresarnos a donde estábamos en 2018 que, hay que
reconocerlo, estaba lejos del sitio que soñábamos como mexicanos.

Como decía Peniley Ramírez: “México se acentúa como un
gran hoyo negro, un gran muro, donde no solo desapareces, sino que nadie te
cuenta, muy pocos te buscan y parece como si nunca hubieras llegado” o nacido.

¿Podemos estar peor? Sí, si dejamos que se concrete el
triunfo de la 4T.

José Francisco Lopez Vargas
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