La Revista

A propósito de la Libertad de Expresión

Marco Cortez Navarrete
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Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.

Hace ya algunos años cuando tuve a mi cargo el
Departamento de Prensa y la Coordinación de Noticieros de Radio, en la
Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), llegó a la que fue mi oficina en el
tercer piso del ahora Centro Cultural Universitario, un amigo colega, de un
periódico local. Lo conocía muy bien, un excelente reportero.

Con toda calma me pidió le concediera una entrevista y
le respondí ¡claro que sí!, siéntate… ¿Cuál es el tema?, pensando obviamente
en las decenas de programas educativos, líneas de investigación, profesores,
investigadores, escuelas y las nuevas y modernas áreas o campus del
conocimiento.

Para sorpresa mía me dijo que no era nada relativo a
la universidad sino más bien a mi persona, o sea yo. “Vengo a preguntarte
si crees y ejerces plena libertad de expresión”, me soltó la pregunta este
colega que ya tenía en sus manos una rica y humeante taza del aquel café,
delicioso café, que solíamos disfrutar en la oficina.

Su pregunta la formuló mirándome fijamente a los ojos,
con seriedad y al mismo tiempo desplegando las hojas de su inolvidable libreta
de apuntes y haciendo el click de la tradicional pluma. Debo confesar que por
un momento guardé silencio no por la pregunta sino por la sorpresa de aquel
planteamiento.

Y sin tener la menor duda le contesté que, en mi caso,
creo con firmeza en la libertad de expresión ¿por qué? le dije yo mismo, porque
nunca, nadie, se me ha acercado a decirme qué debo escribir y cómo debo
hacerlo. Las únicas observaciones que he recibido a lo largo de mi vida
profesional es trabajar con objetividad y con veracidad, nada más, nunca nadie
me ha dado línea y menos en la universidad donde hay una plena y absoluta
libertad de expresión y de pensamiento.

Y hasta donde recuerdo y a lo largo de mis 44 años de
trabajar en medios de comunicación, jamás, nadie, me dijo: “anda y dale en
la ma…”. No, nunca, es diferente recibir indicadores de los temas que
abordarán con él, la o los entrevistados, pero nunca recibido instrucción para
hacer daño a algo o a alguien, y si lo he hecho es porque los razonamientos
nacieron de mi persona y evidentemente por tener los elementos necesarios y en
mi poder.

Para finalizar y a propósito del 7 de junio que se
avecina, en mi caso, me permito decir, nunca recibí un peso proveniente de
funcionarios públicos empresarios, o de donde sea, mucho menos por hacer mi
trabajo. Para mí no hay nada más sagrado que la honestidad y el prestigio, sea
este último poco o mucho, esto significa estar en paz contigo mismo y con
todos; no hay nada más valioso que caminar por las calles con la frente en
alto, saludar, estrechar manos y abrazar a la gente que te estima y aprecia.

Tengo Fe y estoy seguro que son más las personas que
trabajan de manera honesta y viven con el salario que perciben, y que debo
reconocer va de más a menos. En mi caso, debo confesar soy muy afortunado –no
rico, eso ya es otra cosa– porque en las más de cuatro décadas trabajadas en
medios de comunicación he sido bien retribuido y valorado y debo enfatizar que
en mi último gran trabajo que fue en la Universidad Autónoma de Yucatán, donde
estuve 33 años de manera oficial más uno de meritorio, tuve la plena y absoluta
libertad para pensar y hacer sin que nadie venga y me corrija el título o los
contenidos.

A esto, sí, yo le llamo Libertad de Expresión. Feliz 7
de junio.

Marco Cortez Navarrete
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