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El tamaño del fracaso

José Francisco Lopez Vargas
José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

La prisa de Andrés Manuel López Obrador por adelantar
la campaña a la presidencia lo exhibe a él, a sus “corcholatas” y de pasadita a
la nueva actitud del árbitro de la contienda: el INE, sí a ese que la sociedad
civil salió a defender cuando el plan B del gobierno pretendía desaparecerlo.
Hoy, simplemente lo colonizó para hacerlo ciego y parcial.

El tamaño del fracaso del presidente no lo es para su
partido: hoy es autoridad en 21 estados, pero el problema no es ganar
elecciones sino convencer como autoridades, como gobiernos dando resultados.

El fracaso de la 4T es escandaloso y en seguridad,
dice un estudio publicado este lunes por El Universal, “Los datos son
apabullantes: la presencia del crimen organizado en México se extiende a lo
largo de 1.59 millones de kilómetros cuadrados: exactamente 81% del territorio
nacional, en donde 108 millones de mexicanos viven en riesgo potencial”.

Otro dato que no deja dudas: en la pandemia murieron
hasta 2022, según estimaron autoridades de Salud, que en el país se
registrarían 2 millones 351 mil 067 defunciones; sin embargo, ocurrieron poco
más de 3 millones, es decir, un exceso acumulado de 650 mil 602 muertes.

De acuerdo con información oficial, en 2020 las
autoridades estimaron que se reportarían 770 mil 762 muertes, pero ocurrieron 1
millón 087 mil 507, un exceso de 316 mil 745; de estas 215 mil 617 estuvieron
asociadas a la pandemia, es decir un 68%.

Ya para 2021, la estimación de la mortalidad en México
era de 777 mil 860 defunciones, pero se registraron 1 millón 095,480; 249 mil
466 estuvieron asociadas a COVID-19, un 78%.

Además, el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (Inegi) también detectó exceso de muertes relacionadas con la
pandemia.

De enero de 2020 a diciembre de 2021 se calculaba
tener cerca de 1 millón 500 mil defunciones, pero ocurrieron 2 millones 194 mil
713.

Con base en estos datos se tuvo un exceso de
mortalidad, por todas las causas, de 704 mil 358, lo que representa un exceso
de 47.26%.

De enero de 2020 a septiembre de 2022, se esperaban
cerca de 2 millones 100 mil defunciones. Al final ocurrieron 2 millones 820,990
muertes, un exceso de hasta 793 mil 625 muertes.

Estas cifras podrían aumentar, pues los datos
corresponden a un informe preliminar que se dará a conocer de manera completa
hasta octubre de este 2023.

Tan solo en compra de medicamentos el recorte 2023 a
medicamentos en el presupuesto federal es de 25.4 por ciento en un país donde
45 millones de recetas se dejan sin surtir en el sector salud y el recorte a
vacunación infantil supera 55 por ciento. Tan sólo en defunciones por cáncer en
niños la cifra llega a más de 3 mil niños y la escasez en medicamentos se
concentra en ciclofosfamida, lyrica, vincristina, etopósido, mercaptopurina y
también metotrexato, debido a una política de combate a la corrupción que falló
-nadie ha sido enjuiciado por ello- y a ratos pareciera una venganza personal
del presidente contra los industriales del ramo.

Los asesinatos por el crimen organizado suman en
promedio 83 muertes diarias, mientras que el de feminicidios es de 2.6 diarios
en promedio.

La ausencia de obras en diferentes estados del país
está asociado a que el presupuesto del gobierno hasta para otras áreas como
turismo y desarrollo urbano, se destina íntegro a las obras prioritarias del
tren maya, transoceánico, la refinería de Dos Bocas y al pago de los intereses de
la deuda que rebasan el billón de pesos.

La deuda neta del Gobierno Federal al primer trimestre
de 2023 fue de 11 billones 658.6 mil millones de pesos, lo que representó el
38% del Producto Interno Bruto, de acuerdo con informes de la secretaría de
Hacienda.

En lo que va de la actual administración, la solicitud
de deuda interna planteada al Congreso ha aumentado en 127 por ciento. En el
2019, primer año de gobierno de López Obrador, lo solicitado fue por 514,500
millones de pesos, cifra que paulatinamente fue incrementando hasta duplicarse.

Sin embargo, las cifras duras, los datos exactos no
parecen servir para que la mayoría de la población evalúe al actual gobierno.
En un país polarizado, tener 22 estados pareciera el tope del análisis para
definir el éxito electoral de Morena, pero la realidad es que aunque haya
ganado gobiernos locales, los votos totales nos dice que Morena ha perdido más
de tres millones de los que logró en 2018 y la evidencia más dura es el pequeño
margen con el que gana a pesar del apoyo federal a esas campañas como sucedió
en el Estado de México donde además no fueron concurrentes los comicios con las
diputaciones locales y los ayuntamientos.

López Obrador ha estado molesto desde 2021 cuando
perdió buena parte de las alcaldías de la Ciudad de México, considerado bastión
de su movimiento nacional. Aunque haya ganado las elecciones, López Obrador
tiene claro que atenerse a las leyes electorales vigentes no le permiten hacer
lo que hacía el PRI antes de la aparición del IFE y hoy con un INE que ha
limitado el uso de recursos a los gobiernos y la manipulación de los
presupuestos para fines electorales.

Además, la presión social ante la falta de resultados
también tiene un componente que le indica que su proyecto de gobierno no es
bien visto por el grueso de la población aunque se desborden los apoyos
económicos y el clientelismo electoral que, sin duda, agradece los apoyos del
gobierno, pero una franja de los beneficiarios no los consideran aportaciones
personales de su gobierno.

La crisis de partidos provocada ante la inconformidad
y la falta de resultados que la población exige, como la reducción de la
pobreza extrema y la desigualdad no sólo no han sido atendidos en el país sino
que el gobierno de López Obrador pareciera haberse dedicado sólo a la
satisfacción de las ideas del presidente.

Además, el fracaso tiene que ver con la desaparición
de programas, de obras, de servicios y derechos de los ciudadanos que el
presidente eliminó para tener el presupuesto para sus obras sin tener opciones
que sustituyeran los beneficios y los servicios que antes daba el gobierno.

El caso de los productores agrícolas del norte del
país tiene que ver con el cierre de las ventanillas para atención a los
diferentes cultivos y que prevenía, con el pago de seguros, los altibajos en
los mercados internacionales de los precios de los llamados commodities o
insumos básicos como el trigo, el maíz u otros productos básicos para la
producción o bienes de consumo.

México no es un país apto para ciertos cultivos a
pesar de que son de alto consumo, y por ello es importante generar excedentes
en los que sí somos exitosos y con esos excedentes tener para cubrir las
compras de otros.

La desaparición del aeropuerto de Texcoco, de las
estancias infantiles, de las escuelas de tiempo completo, de las campañas de
vacunación, del Seguro Popular, del Prospera, de miles de tratamientos para
males crónico-degenerativos son sólo algunos de los beneficios que la sociedad
hoy no tiene y había logrado con el paso de los años y la alternancia política
en el gobierno de la República.

El tamaño del fracaso de López Obrador es de tal
magnitud que ni sus cuatro “corcholatas”, ni el desvío de miles de millones de
pesos en programas sociales y “becas” en las campañas logró evitar su derrota
en Coahuila y el escaso margen por el que ganó el Estado de México.

El presidente sabe que los próximos comicios, en la
elección más grande del país el 2 de junio de 2024, fecha en la que el
Instituto Nacional Electoral (INE) prevé la participación de al menos 98
millones de posibles electores, no está garantizado el triunfo de Morena.

Se escogerá al presidente de la república entre las
“corcholatas” de Morena y otros candidatos de la sociedad civil vía PRD, PAN y
PRI.

Además, se votará por los nuevos funcionarios que
ocuparán 20 mil cargos federales e incluso locales, entre ellos Senado de
República y la Cámara de Diputados, con sus 128 senadores y 500 diputados
federales que componen el Congreso de la Unión.

También se reemplazarán ocho gubernaturas más el
cambio del jefe de gobierno en la Ciudad de México (CDMX). Las entidades donde
los habitantes saldrán a votar son: Chiapas, Yucatán, Veracruz, Tabasco,
Puebla, Morelos, Jalisco y Guanajuato. Respecto a las elecciones en Congresos
locales, se celebrarán en 31 estados de la república. Por último, se realizarán
los comicios municipales en 25 entidades, donde se establecerán diferentes
gestiones de gobierno.

Morena gobierna 21 estados entre los que resalta el
Edomex; el PAN tiene cinco entidades bajo su mandato; el PRI, dos; el PES Y el
PVEM, uno respectivamente. Lo anterior significa que Morena tiene gobernantes
en el 60% del territorio nacional.

Sin embargo, el problema de Morena es que sus
gobernantes no han dado resultados y sus candidatos no podrán presumir el uso
de los recursos en beneficio de la sociedad sino más bien destinados a las
obras espectaculares del actual presidente, y si se terminan: los trenes Maya y
transoceánico, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto Felipe Ángeles.

Andrés Manuel ha acreditado que es un extraordinario
candidato y los temas electorales lo maneja como pocos, pero el problema es que
él es el presidente y sus decisiones basadas en beneficios electorales no sólo
violentan la ley sino que limitan a los candidatos de su partido a los temas
por ofertar ante los votantes.

Los temas nodales de la campaña electoral serán la
inseguridad, la falta de servicios médicos de calidad, la ausencia de obras
públicas en los estados, el abandono al campo y el cierre de las ventanillas
únicas por cultivo que no sólo compraban pólizas de seguro para asegurar se
pagaran a precios preferentes sino que garantizaban también la compra en
mercados internacionales.

El cambio climático ha venido a dejar claro que la
política energética está equivocada: hace falta energía eléctrica mientras
plantas ya terminadas y con capacidad para reducir los problemas tanto en
consumo doméstico como industrial no puede entrar a operar porque el gobierno
se los impide a pesar de las millonarias inversiones en temas eólicos y
solares.

En tanto, se apuesta a energías sucias como el carbón,
el combustóleo y se construye una refinería que ya costó más de dos veces lo
prometido, a un año del fin de la actual administración tiene sectores aún en
obra negra mientras las demanda eléctrica crece a un ritmo de 2.5 por ciento
anual y sólo se cubre el 0.5.

¿Cómo harán campaña los candidatos de Morena?, ¿qué
van a presentar como obras de buen gobierno y eficiencia en el gasto público?,
¿creen que puedan presumir a gobernantes como Cuitláhuac García, de Veracruz;
Layda Sansores, de Campeche; o a Cuauhtémoc Blanco, en Morelos; o Rubén Rocha,
en Sinaloa; o Mara Lezama, en Quintana Roo?, ¿podrán dejar atrás esas cifras de
90 homicidios y 11 feminicidios
diarios?, ¿pueden presumir que hay 5 millones de pobres más que en 2018?, ¿o
que hay 15 millones de mexicanos sin servicios básicos de salud que no son como
los de Dinamarca?, ¿del despilfarro y del endeudamiento que prometió no habría?

El presidente les ha complicado la campaña a sus
propios candidatos, por eso la premura de adelantar los tiempos, por eso el
ganar haciendo trampa, por eso les pide que no debatan, que no se peleen, que
no vayan a los medios.

Por eso la Suprema Corte de Justicia anuló el Plan B
electoral: violentaron el proceso legislativo al aprobarlo con premura además
de que esa propuesta violentaba la competencia electoral garantizada en la
Constitución.

López Obrador leyó bien las elecciones de 2021 y mejor
las de Coahuila y Estado de México. Sabe que ni con todo el dinero del gobierno
podrá cambiar la realidad que viven millones de mexicanos que lo vieron como
una esperanza para una vida mejor. Ya no tienen 30 millones de votos.

Cierto, el pasado no se puede negar, pero el presente
es mucho peor de lo que teníamos en 2018, cuando él llego a la presidencia: más
corrupción, más impunidad y más descaro y abuso en el poder, pero lo peor: más
inseguridad y más visible.

Ahora, tratará de que Morena gane a la fuerza,
violentando la ley, violando tiempos electorales, corriendo el riesgo de que
sus corcholatas las inhabiliten por prestarse a una campaña anticipada. Así de
grande es su fracaso: ganó elecciones pero no supo gobernar. Jamás dejó de ser
el líder político para convertirse en un estadista que todos esperaban. Ni
hablar, será otro sexenio perdido.

José Francisco Lopez Vargas
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