Por: Marco A. Cortez Navarrete.
De manera súbita, Mauricio Vila Dosal, gobernador de Yucatán, anunció que no competirá en el proceso para seleccionar al candidato de la Alianza Va por México para la Presidencia de la República, en 2024.
Para muchas y muchos, la decisión del gobernante yucateco fue una bofetada con guante blanco, sobre todo, para quienes dejaron sus responsabilidades con el fin de buscar y obtener -porque ese es el objetivo-, uno de los cargos públicos de mayor relevancia, tal vez el más importante aún por encima de los poderes Judicial y Legislativo.
En su exposición de motivos, Vila Dosal fundamentó su responsabilidad ante el pueblo yucateco especialmente por las obras en proceso en coordinación con el gobierno federal, léase Andrés Manuel López Obrador.
Ya que hablamos del mandatario quien esta semana, desde el salón tesorería de Palacio Nacional ha soltado sendos obuses acerca de quién es la o el tapado del llamado también bloque opositor, haciéndolo, además con la soltura de un presidente que ya ve la orilla del otro lado del océano.
López lo hace con soltura, afirmando saber quién es pero pero a la vez haciéndola de emoción e indicando a los asistentes a las mañaneras que será la próxima semana cuando revele el nombre de quien, en sus propias palabras, “representará al poder oligárquico” adelantando asimismo una “enorme campaña mediática” para su posicionamiento.
Además el presidente originario del bello estado de Tabasco aseguró que “quienes se están retirando de la aspiración para participar en el proceso presidencial” como es el caso de Gobernador de Yucatán y más recientemente de la senadora Lilly Téllez, “se dieron cuenta del truco; ya lo tienen resuelto -apuntó-, y por eso yo les voy a decir, pero vamos a esperar”.
Antes de continuar, quiero dejar en claro que en lo personal aún no tengo la certeza sobre las capacidades de las “corcholatas” para dirigir a nuestro enorme país, y digo esto porque si nos vamos a la historia, a corto plazo, veremos con claridad su pasado, en algunos casos, difícil de olvidar y también de reconocer y mucho más de aceptar.
Más bien diría que la maquinaria para la sucesión de la Presidencia de México ya arrancó y con ello el proceso para la selección y elección de quien tendrá en sus manos el timón de un México -reiteró-, enorme y estratégico.
Expreso lo anterior más allá de la experiencia y capacidades, y desde luego, las convicciones de los suspirantes de todos los partidos, con excepción del gobernador local que sabe muy bien que tiene futuro y que este no es su momento.
Asimismo, quienes leemos y pensamos “un poquito” recordaremos que detrás de esta responsabilidad (la elección del jefe del poder ejecutivo federal) hay una enorme cantidad de poderes que al menos yo no alcanzo a imaginar y menos comprender.
Vila no tan solo mostró sino que demostró con hechos sus capacidades, especialmente para el periodo posterior a la pandemia decidiendo salir al extranjero para buscar lo que en el país ya no había: inversiones y empleos obvio por los letales efectos del virus. El propósito fue reactivar la entonces moribunda economía y de nuevo generar empleos para que en las mesas haya al menos lo básico para vivir.
No era una empresa fácil porque el virus golpeó a todo el mundo, en unos sitios más que en otros, pero golpeó. Y decía que Vila Dosal salió del país para utilizar su formación académica y empresarial y lograr en tiempos récord los objetivos fijados y de paso acuñando tres palabras las cuales llevaría al escenario nacional: “trabajo en equipo”.
Ante un país dividido en ricos y pobres estas palabras dieron esperanzas reales por momentos pero hoy vemos que hay “poderes” que van más allá y a los que no importa formación, capacidades y habilidades, más bien el interés es cómo mantener la maquinaria bien aceitada, perfecta, para tener a un alto porcentaje de la población anclados en la clase media que es el motor del país, a otra cifra en pobreza y con lo elemental para vivir y un porcentaje más en la conocida pobreza extrema aquella que depende de lo que el Estado les de para subsistir.
¿A quién no le gustaría ser el héroe que saque a México del abismo donde se encuentra?. Seamos sinceros, el sistema político mexicano, y aquí incluyo a todos los partidos políticos y a sus chapulines, está diseñado para que, gane quien gane, la economía y la sociedad seguirán igual, con leves cambios para bien o para mal, pero igual en términos generales.
Los mexicanos somos delicioso filete para los políticos y para los gobernantes a quienes les fascina tener y mantener el poder y a los grandes monopolios y empresas invertir para continuar cosechando de la enorme riqueza que hay a lo largo y ancho del territorio nacional.
Bien decía mi abuela, cuyos restos reposan en un camposanto, “a esa o a ese no lo elegirán porque es buena, honesta y trabajadora; en cambio aquel o aquella, se las sabe de todas, todas”. En síntesis, son muy pocos los políticos y gobernantes a los que realmente importa lo que necesita y sucede más allá de sus esferas de confort, la inmensa mayoría se acerca, te abraza, te besa e incluso intercambia sudores con tal de obtener el voto, tú voto, sumándole a esto el auge de las redes sociales donde todas y todos posan y muestran cariño y amor cuando al final del partido se aplica frase: “Si te veo, no me acuerdo”.
Hasta la próxima.
