La Revista

La tendencia a la baja del peso respecto del dólar no significa que la economía mexicana se encuentra en auge

Facetas de México

Por: Pascacio Taboada Cortina

  • La inflación en
    todo el país no baja del 9 por ciento este año. Nulo reflejo de control de
    precios tras convenio con distribuidores de alimentos
  • El Producto Interno
    Bruto no llegará al 3 por ciento, como pronosticó el gobierno. Las expectativas
    de instituciones internacionales estiman alrededor del uno por ciento.

A lo largo del presente mes de julio, el peso
mexicano ha mantenido un repunte gradual en su valor, respecto del dólar, de
manera que la paridad entre ambas monedas, ha tenido un registro similar al de
2015. Esto ha “envalentonado” al gobierno para afirmar que el peso está muy
fuerte, ¡compite nada menos que con el dólar!. La realidad es otra.

Si la economía mexicana, se guiara por la paridad
cambiaria, no cabría la paradoja de tener un peso fuerte y una economía débil.
Analistas en esta materia, afirman que este fenómeno es resultado de una serie
de actividades que ocurren fuera del país, en otras economías efectivamente
fuertes, pero que se reflejan, de manera atípica, en la economía mexicana,
sobre todo en el tipo de cambio peso-dólar. La razón de este efecto podría
atribuirse a la intensidad de las relaciones comerciales con el exterior, en
especial con EU.

Estados Unidos, Europa y China, se han visto
afectados en sus economías. Entre otros, destacan problemas relacionados con la
guerra de Ucrania y Rusia, con repercusiones en los mercados mundiales de
granos, en particular del trigo, en fertilizantes y petróleo, de los cuales ese
país surtía a naciones de Europa y América (México incluido).

Estos asuntos “salpicaron” a la economía
mexicana, con efectos en la falta de fertilizantes nitrogenados y, por
supuesto, alza sostenida de precios de granos y gasolinas.

El tema de contar actualmente con un peso
sobrevaluado, tiene que ver también, en su justa dimensión, con las relaciones
de intercambio comercial entre Estados Unidos y China, en donde México y el
resto de América Latina, mantienen esquemas de intercambio. Compran a los
chinos muchos bienes y mercancías. Los expertos estiman que esta situación
podrá durar en lo que resta del 2023 y 2024.

Hay predicciones de que la economía
norteamericana también enfrentaría problemas económicos en éste y el siguiente
año, por cuestiones políticas de sucesión presidencial y de tipo económico, con
un crecimiento menor y una inflación al alza, se ha mencionado, incluso, que
podría enfrentar una recesión.  Hay
reportes de que la industria manufacturera de Norteamérica muestra indicios de
caída para los próximos meses, con efectos en reducciones de compras a empresas
y exportadores mexicanos de frutas, hortalizas y partes mecánicas.

Expertos estiman que, si los mexicanos vendemos
menos a los norteamericanos, se espera que lleguen menos dólares por este
rubro, en particular de ventas de cerveza, jitomate, frutas frescas, hortalizas
y legumbres, automóviles y refacciones. Y también, este efecto será notable en
las remesas, lo cual no sería buena noticia para que el peso continúe dando de
“macanazos” al dólar.

El gobierno mexicano, en esta administración
–digamos en los primeros cinco años—ha contabilizado remesas que envían
nuestros compatriotas desde EU, por más de 60 mil millones de dólares anuales.

Esto equivale a una inyección de recursos
económicos –vía la divisa norteamericana—que se ha acostumbrado a considerar
como parte importante de la formación del presupuesto de egresos de la
Federación. Esto equivale a un billón de pesos, de ese presupuesto, lo que significa
la octava parte del total de recursos que se distribuyen entre millones de
familias mexicanas.

Este dinero que llega de remesas, no se
contabiliza como deuda externa. De ser lo contrario, podríamos imaginar los mexicanos
que esa deuda aumentará cada año en 60 mil millones de dólares, aparte de lo ya
endrogado que se encuentra este país, con el exterior.

A propósito del endeudamiento externo que ha
acumulado México por gobiernos anteriores y el de López Obrador –aunque lo
niegue—raya en una cantidad de entre 12 y 13 billones de pesos. Esta cantidad
es creciente en niveles del 30 por ciento. Es decir, el actual mandatario
recibió al país con una deuda externa de 10 billones de pesos, mientras que
sólo este año, creció en más de un billón de pesos.

En el mundo se da la circunstancia de que la
mayoría de países, por no decir todos, los gobiernos “pudientes” e
instituciones financieras internacionales, establecieron un margen de deuda
externa equivalente al 60 por ciento del valor del Producto Interno Bruto de
cada país. En la actualidad, ese margen en México, alcanza un poco menos del 50
por ciento.

Pero el comportamiento de la economía mexicana
muestra una tendencia al mayor endeudamiento. Así, podría suponerse que, en el
2024, habrá un cierre de administración con un aumento de 5 puntos porcentuales.
Con eso, llegaríamos al 55 por ciento del compromiso de deuda. Es decir, habría
sólo un margen de 5 por ciento para llegar al límite máximo.

Como están las perspectivas económicas de corto
plazo, o sea, lo que viene para la segunda mitad de 2024, es austeridad de a de
veras, austeridad y más austeridad. Este gobierno no dejará recursos “ni para
que la administración que sigue pueda empezar a caminar”.

Por otro lado, será necesario reducir inversiones
públicas en obras de infraestructura y en gastos sociales, además de que el
gobierno tendrá que encontrar la forma de afrontar las deudas de Petróleos
Mexicanos y de la Comisión Federal de Electricidad. Tan sólo PEMEX debe dos
billones de pesos, cantidad que es mayor al valor de la propia empresa.

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Artículo anterior
Artículo siguiente
- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último