La Curul Ciudadana
No alcanza para más caprichos.
Las cuentas son simples: el gobierno federal gasta más de lo que recibe. Según las propias cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se gastaron 3 billones 77 mil 948 millones de pesos pero solamente recibieron 2 billones 923 mil millones de pesos. Hay un déficit de casi 144 mil millones de pesos. Resulta que la deuda cuesta casi 50 por ciento más y que también han aumentado los gastos de los programas sociales.
El gobierno federal se ha colgado la medallita de haber extendido los programas sociales a las pensiones para adultos mayores, personas con discapacidad, becas para jóvenes y madres trabajadoras. Sin embargo, siempre han existido, pero durante los gobiernos anteriores se condicionaba a que los beneficiarios se comprometieran e involucraran en actividades productivas vinculadas al empleo, a cambio del apoyo gubernamental.
En mi opinión, los ciudadanos estamos de acuerdo en ayudar a los más vulnerables, sea la condición que sea. Sin embargo, la queja generalizada de “regalar” el dinero se refiere a la falta de planeación y de programas transparentes y verificables. Es decir, la falta de políticas públicas a cambio de decisiones sin fundamento que han provocado un boquete en la economía.
El presidente López Obrador dice que no nos ha endeudado, ¿entonces de dónde saca el dinero para financiar ese gasto extra? Ya se acabó el dinero de los fideicomisos que canceló con el pretexto de combatir la corrupción. Cinco años después ya no se puede ocultar el sol con un dedo. ¿Qué sucedió? Gastó en sus obras con complejo de faraón que además no funcionan. No hay aviones en el AIFA, no hay gasolina en la refinería y no hay vagones en el Tren Maya. ¿Gastó mucho en las elecciones y compraron votos? ¿Dónde están esos recursos que hoy son déficit? Porque en la vida diaria no se siente que hayan mejorado los servicios de salud, educación y mucho menos en seguridad.
¿Cómo saber si los apoyos y las becas han llegado a las personas más vulnerables? Cada vez sabremos menos pues el Presidente ha decidido echar para atrás todo el esfuerzo de tener un gobierno transparente y que rinda cuentas. Disfraza su discurso político de ataque conservador; ataque neoliberal; ataque de los medios de comunicación y ataque de sus adversarios. Disfraza el déficit con promesas que no puede ni podrá cumplir.
Lo trágico es que pronto llegará el momento en que cada vez que pida prestado le va a salir más caro porque al haber aumentado el déficit aumenta la desconfianza de que no pagará la deuda. ¿Se la quiere dejar al siguiente gobierno? No va a quedar de otra. Entonces, ¿de dónde va a obtener el dinero para pagar los programas sociales? Y encima como dice el ex secretario de Hacienda, José Ángel Gurría,“espanta a la clientela”: inversionistas y empresarios, al no cumplir los contratos y al expropiarles la propiedad privada.
Millones le creyeron, millones votaron por él para sacar el PRI del gobierno. La lección es que no necesitamos populistas, necesitamos personas que sepan administrar y gobernar.