La desigualdad en materia económica y de ingreso es un tema candente a escala mundial, y en Estados Unidos es un asunto que se ha agudizado sustantivamente en la última década, al grado de que muy amplios sectores de la población se encuentran hoy más pobres que lo que eran a principios del siglo 21.
Así, mientras las personas de escasos recursos y las clases medias han visto reducirse sus ingresos en los últimos años, las ganancias de los más ricos se han disparado de modo sustancial de 1990 a la fecha. Inclusive, en muchos estados del país toda la población, menos los de más alto ingreso, se han empobrecido.
Esa circunstancia se ha evidenciado, por ejemplo, en el discurso de la presente campaña presidencial y es una de las aristas más punzantes de cara a la elección del 8 de noviembre.
Para mostrar la magnitud de ese fenómeno, The Uphsot de The New York Timesmostró los cambios en el nivel del ingreso de los estadounidenses en todos los estados del país sucedidos entre 2000 y 2014. En esos años se registró la llamada Gran Recesión, que afectó gravemente la economía nacional y de las personas en Estados Unidos.
Los datos muestran, salvo algunas excepciones en algunos estados, un empobrecimiento o estancamiento del ingreso de la población estadounidense y un enriquecimiento sustantivo únicamente de los más ricos. A escala nacional los pobres y la clase media perdieron entre 2000 y 2014 la ganancia en ingreso que acumularon durante la década anterior (1990-2000).
De acuerdo a The Upshot, los casos más graves de desigualdad y caída del ingreso de las mayorías (mientras se dispara el de los más ricos) se han registrado en 19 estados del país. Por ejemplo, en California, Florida, Nevada o Nueva York prácticamente toda la población, salvo el 5%-10% más rico (y en algunos casos incluso un grupo más reducido) perdió ingresos en el periodo 2000-2014, y algunos estados tuvieron casos extremos.
En Florida, por ejemplo, los más ricos vieron incrementada su riqueza en un 50% en ese periodo mientras el resto perdía ingreso. En California gran parte de la población perdió entre el 25% y el 10% de sus ingresos y en estados como Carolina del Norte, Connecticut, Massachusetts, Rhode Island o Vermont los más pobres perdieron también cerca de un cuarto o incluso un tercio de su ‘riqueza’, de por sí reducida.
En otros estados, como Texas, Nuevo México, Indiana, Michigan u Ohio, algunos grupos de población lograron elevar su nivel de ingreso en ese periodo (mientras los más ricos lo hacían sustancialmente) pero en general se registró en ellos un estancamiento económico, circunstancia que tampoco resulta favorable.
Y en estados como Illinois, Pennsylvania o Wisconsin también se registraron a escala general muy pocos cambios en el ingreso de la población entre 2000 y 2014, aunque en todos ellos los pobres por lo general perdieron ingreso, y ciertos grupos de la clase media lograron ganancias modestas.
Las buenas noticias se dieron en algunos estados en los que toda la población logró mayores ingresos en ese periodo, por ejemplo en Iowa, las dos Dakotas, Nebraska o Wyoming, lo que también sucedió en varios estados que tienen en sí ingresos promedio reducidos, como Louisiana o Mississippi.
El panorama, con todo, es negativo a escala nacional, si bien debe señalarse que los datos sobre pérdidas o incrementos en el ingreso mostrados por The Upshot se expresan en porcentajes de crecimiento y no en montos concretos. Así, en un estado donde el nivel de ingreso es menor las ganancias o pérdidas serán menores en términos de cantidades específicas que en uno donde el ingreso es mayor.
Además, la realidad social en estados poco poblados es distinta a la de las regiones de mayor población, en las que por lo general la desigualdad creció. Así, California, Nueva York o Nueva Jersey han sufrido un fuerte crecimiento de la desigualdad, mientras que en Mississippi o Arkansas la desigualdad se redujo más que en otras partes del país.
El deterioro económico a escala nacional entre 2000 y 2014, con todo, es evidente, con la gran mayoría de la población en niveles de ingreso iguales o inferiores a los que lograron entre 1990 y 2000. Incluso los más ricos perdieron ingreso en los últimos años, pero sus fuertes ganancias, que se dispararon anteriormente, les permitieron mantener un balance muy positivo.
¿Cuál es el futuro en el punzante ámbito de la desigualdad? Es aún pronto para decirlo, pero tanto Hillary Clinton como Donald Trump (y antes Bernie Sanders) han señalado –cada uno desde su perspectiva y estilo– la acuciante necesidad de mejorar el ingreso de los estadounidenses.
Lo cierto es que con una caída tan aguda del ingreso y con el dinamismo económico del país acotado (aunque con mejora en comparación a 2008-2009), las probabilidades de que la desigualdad comience a ser revertida en el corto plazo son limitadas y no habría una varita mágica para resolver el asunto, crear empleos y elevar sustancialmente el ingreso a gran escala, aunque los candidatos presidenciales se empeñen en afirmar que resolverán este problema.