Por María Argentina Peniche de Triay
Una madre a la que hace ya casi dos años le han destrozado el corazón por el artero, inhumano y cobarde asesinato de su hijo el Dr. Felipe de Jesús Triay Peniche escribe estas líneas clamando se haga justicia.
Pide desde el más profundo dolor que sólo una madre es capaz de sentir, sean castigadas las personas que cometieron este crimen; pues han llenado de luto mi hogar, han dejado dos adolescentes huérfanos, han cortado una vida de sueños e ilusiones, en lo mejor de su juventud y la plenitud de su carrera, solamente por la ambición y la envidia, sin pensar en las consecuencias tan grandes y el sufrimiento de una madre, de sus hijos y de toda una familia.
Pido a gritos se haga una “justicia justa” (valga la redundancia) ya que este asesinato fue hecho con premeditación, alevosía, ventaja y traición.
Hasta el día de hoy en toda la comunidad espiteña de la que él era orgullosamente oriundo, hay mucho dolor, una gran tristeza, profundo coraje, impotencia y se exige justicia.
Puedo decir porque así me lo han externado, que en la sociedad meridana, campechana, de muchas partes de la península y hasta de la capital del país piden sean castigados los culpables.
La falta de valores y la ambición por el dinero han llevado a quitarle la vida a mi hijo, sin tener en cuenta que sólo Dios que nos da la vida tiene derecho a quitárnosla.
Desde lo más profundo de mi ser pido que este terrible crimen sea castigado con todo el rigor de la Ley.
Espero sean escuchadas mis súplicas y quedo de ustedes como su segura servidora.
Con el corazón destrozado: María Argentina Peniche de Triay.
