La Revista

Distopía mexicana: la necesidad de la educación y la participación de los jóvenes

Especial La Revista
Especial La Revista
Sígueme en redes sociales:

Por Pablo Ramírez Sánchez

II.- LOS JÓVENES Y SU PAPEL EN LA POLÍTICA

El sector juvenil ha estado presente en cuestiones políticas desde tiempos inmemoriales y no únicamente es algo exclusivo de México. En todo el mundo los jóvenes a lo largo de la historia han sido protagonistas de movimientos de todo tipo, con objetivos y metas de todo tipo. Curiosamente dichos movimientos han compartido en todo momento un cierto sentimiento de inconformismo, de rebeldía y de protesta, de cierta abnegación a la autoridad y a las reglas preestablecidas. En pocas palabras, comparten una firme convicción de cambiar el statu quo.

Todo ello lo podemos ver ejemplificado en toda una serie movimientos impulsados principalmente por jóvenes, como es el caso del Mayo Francés, o la Primavera de Praga, e incluso lo podemos observar de manera más clara y evidente en nuestro país con el Movimiento del 68. En éste último pudimos constatar dos cosas: en primera, la capacidad, la fuerza y el impacto que tienen los jóvenes al lograr organizarse y exigir de manera unísona que su voz sea escuchada y sus derechos respetados, en segunda, la falta de interés y el desprecio hacia la opinión de los mismos por parte de un gobierno autoritario, sanguinario y sin remordimiento alguno. En aquella época, Díaz Ordaz creía haber sellado mediante tanques y armas de fuego un disturbio sin mayor mérito, el cual no dejaría huella en la historia y por consecuencia moriría en la conciencia colectiva mexicana. Para Díaz Ordaz el Movimiento del 68 no marcaba en México un antes y un después. Hoy en día podemos apreciar lo enormemente desacertado que fueron sus declaraciones. En pleno 2016, después de casi 50 años de la tragedia del 2 de Octubre en Tlatelolco, aún permanece el recuerdo de aquellos jóvenes que lucharon ideológicamente en contra de un gobierno digno de un tirano. De igual manera se recuerda el suceso trágico de 1971 conocido como el Halconazo o Jueves de Corpus, en donde nuevamente jóvenes estudiantes se opusieron a un gobierno que privilegiaba la censura y la represiones. Debido a éstas y otras tantas trágicas experiencias ocasionadas por el círculo político uno se imaginaría que los jóvenes del siglo XXI mostrarían un mayor interés en lo que ocurre con los diputados y senadores, uno creería que su tendencia a conocer qué leyes se están debatiendo o qué candidatos buscan alcanzar la presidencia iría en aumento; pero ocurre todo lo contrario. He aquí una disparidad entre lo que esperaríamos que sucediera y lo que realmente se refleja en el pensamiento juvenil, pues como indica la Encuesta Nacional de Valores en Juventud (2012) un “89.6% de jóvenes menciona estar poco a nada interesado en la política”. Mi hipótesis en cuanto a esto es que la mala percepción y la poca confianza que los jóvenes tienen hacia los políticos debido a los interminables casos de corrupción e impunidad en los que estos últimos se han visto envueltos provoca un resultado proporcionalmente inverso, es decir, a mayor desconfianza (indiferentemente de la causa de ésta) menor interés en el ámbito político. Tal parece que ésta hipótesis es a lo mejor un poco obvia, o tal vez esté en un error y en realidad sea muy compleja, lo que explicaría por qué los funcionarios públicos mexicanos aún no han logrado comprenderla, mientras que un 37.4% de jóvenes afirma contundentemente (en la misma encuesta antes citada) que su poco interés en la política es debido a los políticos deshonestos. El panorama no mejora por ningún lado que se le vea, pues cuando a los jóvenes se les pide que califiquen a partidos políticos, diputados y senadores del 0 al 10, de acuerdo a su nivel de credibilidad, siendo 0 el puntaje más bajo y 10 el más alto, en promedio los partidos políticos y diputados se encuentran por debajo del 6.0, los senadores apenas pasan de panzazo con un promedio entre 6.0 y 6.5.

El hecho es que el repudio de los jóvenes hacia la política ha encaminado a muchos a la indiferencia, mientras que a otros los ha dirigido hacia la indignación, la cual muchas veces no conlleva a alguna acción concreta, quienes logran superar estos dos momentos son quienes retoman ese sentimiento de repulsión o inconformidad para impulsar acciones con el fin de crear un espacio político digno. Hay quienes optan por manifestar sus ideas haciendo uso de medios no convencionales como las redes sociales, hay quienes encuentran la solución en acciones de protesta como marchas o plantones, y recientemente podemos ver un ejemplo de ello en lo que fue el movimiento estudiantil #YoSoy132, en las marchas ocurridas en Veracruz luego de que el gobernador Javier Duarte desconociera la deuda de 2 mil millones de pesos a la Universidad Veracruzana, o incluso en las recientes marchas del IPN que tienen como finalidad derogar el nuevo reglamento interno y consolidar un nuevo plan de estudios. Toda acción debiera de ser aplaudida, pero no por ello debiera de bastar, pues el día en el que los jóvenes aparten sus ojos de lo que ocurre a su alrededor será el día en el que reine nuevamente la dictadura, la opresión y la censura. La indiferencia, como mencionaba atinadamente Gramsci (1917) “es apatía, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes. La indiferencia es el peso muerto de la historia[…] La indiferencia opera con fuerza en la historia. Opera pasivamente, pero opera”. (Continuará)

Especial La Revista
Especial La Revista
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último