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Jorge Fernández Menéndez
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Ante la CNTE, ¿qué hacer?

Por Jorge Fernández Menéndez

La estrategia de la Coordinadora, que estaba virtualmente derrotada, se revitalizó con los hechos de Nochixtlán.

“La tolerancia frente a la intolerancia es el peor de todos los crímenes.
Ni siquiera la intolerancia es tan grave”.

                                                Arthur Schnitzler

Sin regreso a clases no hay negociación. Está muy bien, es una condición mínima que debe cumplirse si la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, realmente, quiere negociar. El problema es que ese grupo político, cuya agenda hace tanto tiempo no tiene nada que ver con la educación, no quiere negociar, lo que quiere es someter a las autoridades, al resto del magisterio, a los padres de familia, a los empresarios y a los partidos políticos, para imponer una política que daña a la sociedad en su conjunto y, sobre todo, destruye la educación de los niños.
A la Coordinadora no le importa si más del 90 por ciento de los maestros no la apoyan o si la sociedad está harta de sus métodos: ella está en una lógica insurreccional, mal acompañada por grupos políticos que la usan de palanca para debilitar gobiernos e instituciones.
Por eso no irán a la negociación. Puede ser que viendo el deterioro de su poder de convocatoria, como han hecho en otras oportunidades, retrocedan durante unas semanas esperando alguna coyuntura propicia para relanzar su movimiento, pero viendo como han actuado en estos meses, se podría apostar que recurrirán a más presión y mayor violencia, por lo menos, en su zona de influencia.
No pueden ir por la vía del diálogo porque allí terminan siendo débiles: no tienen propuestas ni representación real, su agenda no es compartida por la enorme mayoría de la sociedad (todas las encuestas muestran que más del 80 por ciento de la población reprueba los métodos y propuestas de la Coordinadora) ni pasan del 10 por ciento de representación magisterial, por lo tanto, tendrán que recurrir a lo que les ha funcionado: a la movilización y a la fuerza, ya que la razón y la negociación les resultan ajenas.
Y, nuevamente, las autoridades tienen que preguntarse qué hacer. Lenin decía que en política, con frecuencia, se debe aprender del enemigo. Es hora de que el gobierno aprenda de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. La estrategia de la Coordinadora, que estaba virtualmente derrotada, se revitalizó con los hechos de Nochixtlán, que no tuvieron de parte de las autoridades, una respuesta, una narrativa que le permitiera entender a la gente lo que allí había ocurrido. Como ha sucedido muchas veces, cuando el Estado debe recurrir a la fuerza, es el propio Estado el que se paraliza y se asume como culpable, como responsable y no da la batalla de las ideas y de la opinión para explicar lo sucedido. Ocurrió con Nochixtlán, pero antes con Iguala, con Tlatlaya, con Tanhuato y viene ocurriendo desde hace años en la lucha contra el narcotráfico.
Pero para encontrar una salida, el Estado tendría que regresar a antes de Nochixtlán. Volver a insistir en la aplicación de la Reforma Educativa en todos sus niveles y con todas sus consecuencias, utilizando, al mismo tiempo, en forma prudente y selectiva, la fuerza necesaria para impedir que la ley sea letra muerta. La Coordinadora querrá desgastar al Estado porque su objetivo no es la Reforma Educativa en sí, sino preparar el terreno para sus aliados en el 2018, recuperando, de paso, prerrogativas y recursos. El Estado debe desgastar a la Coordinadora aplicando todos los capítulos de la Reforma Educativa, incluyendo el reemplazo de los profesores que no se evalúen o no regresen al salón de clases. Y, al mismo tiempo, debe hacer cumplir la ley a los responsables de los delitos cometidos por esa organización. Lo que viene se parecerá mucho más a una larga guerra de posiciones que a una blitzkrieg, aquella guerra relámpago que impusieron los nazis en su momento.
El punto es cómo hacerlo, con quiénes, de qué forma y, sobre todo, ver cómo se gana la batalla de la opinión pública, porque si bien, como decíamos, la enorme mayoría de la sociedad rechaza a la Coordinadora y sus métodos, también los índices de aprobación gubernamental han caído en forma importante porque la gente percibe que ante esas agresiones de la CNTE, las autoridades no defienden los derechos de la sociedad. Esa percepción de debilidad es la que la Coordinadora quiere ahondar porque la suya, hay que insistir en el punto, no es una agenda educativa ni tampoco magisterial, es política. Y tienen que tener una respuesta política equivalente, con toda la fuerza del Estado detrás.
El regreso de Joaquín
El viernes se despidió, después de 16 años, Joaquín López-Dóriga de su noticiario en Televisa y regresó con el mismo programa con el que había retornado a esa empresa un par de años antes de iniciar el noticiario, Chapultepec 18. Quienes conocemos a Joaquín sabemos que es inimaginable concebirlo en un retiro, aunque sea parcial. Es un periodista todoterreno y de tiempo completo. Su vida es reportear. Me imagino que lo veremos ahora, sin los compromisos y las presiones que implican ser el conductor ancla de una cadena, haciendo su mejor periodismo. Le deseamos, como siempre, lo mejor.

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