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José Francisco Lopez Vargas
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Vivir de otros

Por Francisco López Vargas

El 37 por ciento de quienes habitan la ciudad de Campeche están cubriendo los gastos del 100 por ciento de los que utilizan, usan y se sirven de los privilegios que da el vivir en esta capital. No se extrañe, tres de cada diez campechanos estamos sosteniendo con nuestros impuestos a una partida de zánganos que vaya que exigen, que vaya que pelean por mejores servicios pero que no están dispuestos a poner su parte, la que les corresponde.

Dice el dicho popular que para tener la lengua larga hay que tener la cola corta y esa sentencia del vulgo bien podría aplicarse y hacer una revisión exhaustiva de quienes hoy nos gobiernan para conocer con detalle si ellos ponen el ejemplo y, en seguida, hacer la revisión si los que a todo se oponen y hasta los que se agachan ante cualquier vaivén, también tendrían derecho a pararse frente a la Comuna a exigirle que los atienda.

¿Con qué dinero puede la administración municipal invertir en resolver la urgencia de hacer eficiente el servicio de agua potable? Por lo que vemos con ninguno porque son pocos los campechanos que aportan para cubrir la que usan y vaya que el deterioro del servicio nos pegará a todos.

Campeche vive, por desgracia, la historia de muchas ciudades. ¿Se habría usted imaginado que Detroit, la capital de Michigan y de la industria automotriz se ha declarado en quiebra porque no hay quien pague por los servicios básicos? Pues la analogía tiene que ver con el saber si los señores del dinero, los que ostentan más de 100 propiedades y más de una influencia también han pagado sus impuestos o sólo lo hacen en Miami o en Honduras, Yucatán o Quintana Roo pero en la ciudad que los vio nacer sólo se quejan y no le aportan.

Con ese escenario es digno de reconocerse que el edil ha logrado que el transporte urbano municipal tenga ya 13 camiones operando cuando sólo había tres al inicio de su gestión. El trabajo realizado en el rastro y elevado el sacrificio 20 cerdos y dos reses al día a más de 100 y ocho elevando la cifra a 170 en total los fines de semana. Se dice fácil.

El informe municipal no dice lo que viene para el próximo año. No alarma a la población con el problema que se avecina de los recortes presupuestales, de la falta de dinero que nos acogerá a todos y que seguramente disminuirá más las capacidades municipales para ser más eficiente en sus servicios y no por falta de ganas.

¿Habrá quien crea que un alcalde no acaricia la posibilidad de ser diputado federal, de ser senador o hasta gobernador sin saber que su futuro depende de sus resultados? No dudo que Garo quiera seguir activo en la vida pública, no dudo que muchos de quienes lo acompañan en la encomienda hoy también quieran brillar con luz propia, pero el escenario es muy complejo y sólo pareciera amainar la tormenta que viene sabiendo que somos la capital y que es la cara de la entidad no sólo en lo político sino también en lo administrativo y que el gobernador Moreno sabe que su principal ciudad no puede desmerecer por ser la sede de los poderes.

Carmen, a su vez, también es una apuesta complicada por el elevado desempleo, por la inseguridad que a ratos la azuela, por la urgencia de reactivar la economía y mantener a raya todo lo que nos llega de Tabasco, de Veracruz y las complicaciones mayores de quienes están en la isla sin poder quedarse para aportar pero sin poder irse porque no les alcanza y, siendo honestos, tampoco hay muchos sitios para correr.

El edil carmelita tiene no sólo el gran compromiso de acreditar que él es diferente a su antecesor que hoy acumula expedientes en prisión, sino que se puede crecer al castigo y lograr que a pesar de los obstáculos, muchas veces de su propia gente, haya una eficiente coordinación con el gobierno estatal y apacigüe los ánimos de muchos de quienes lo acompañan y no lo ayudan.

Carmen llegó a ser la ciudad más importante de la industria petrolera del país, pero no logró tener la inversión ni los satisfactores que esa condición hacían justos y necesarios para una ciudad que creció y explotó sin que Pemex haya aportado en suficiencia al problema que provocó y a la demanda de servicios que ameritaba su presencia en la isla.

Lo importante hoy es que los tiempos no son los más favorables ni hay un entorno que se vislumbre fácil para 2017 además de que al ser pre electoral habrá demasiadas distracciones. Ojalá los alcaldes de la entidad trabajen y se den cuenta de que solo sus resultados podrán impulsarlos o destruirlos.

Mientras, que den lo mejor de si porque vaya que tienen un peso agobiante en la espalda.

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