La Revista

Claroscuro

José Francisco Lopez Vargas
José Francisco Lopez Vargas
Sígueme en redes sociales:

Por Francisco López Vargas

“Es la economía, estúpidos”, es la frase que se hizo famosa Bill Clinton en 1992 y con la que se alzó con el triunfo en los comicios que le disputó a George W. Busch padre la presidencia de los EE.UU.

En México, muchos atribuyen a los altos niveles de desigualdad el elevado rango de delincuencia que padece el país. Es la economía, estúpidos, parecen escupirle a la cara a los políticos los más de 52 millones de mexicanos que viven en márgenes de pobreza y pobreza extrema.

Los políticos nos han resultados iguales: priistas con el honor de su “ejemplo” han logrado que panistas, perredistas, verdes y demás especímenes se mimeticen con ellos al extremo que en las elecciones no sólo no participa la ciudadanía al creer que de nada sirve y poco o nada cambia sino que los que votan lo hacen para escoger al menos malo, aunque luego paguemos caro ese error, como ha quedado claro en los últimos años de la alternancia PAN-PRI.

Vicente Fox fue un gran fiasco, Calderón nos quedó a deber grandes cambios por su corto bono democrático y Peña que nos vendió las perlas de la virgen no sólo regresó al país a la crisis económica y al enorme endeudamiento sino que convirtió en maldición bíblica la corrupción de un gobierno fallido y que no ha podido aportarle a los mexicanos los satisfactores que vendió en campaña y en los primeros meses de su gestión.

La cosa no es muy diferente en los gobiernos estatales. En Yucatán hasta los priistas están molestos porque Rolando Zapata no metió a la cárcel Ivonne Ortega o a alguno de sus colaboradores; en Morelos, Draco Ramírez acredita que es muy fácil tener lengua larga, pero a la hora de los resultados poco o nada se aporta al extremo de vivir en la protesta cotidiana y las presiones para dejar el cargo.

Queda claro que los Moreira, aunque los defiendan, son unos pillos porque lo gastado no corresponde a lo endeudado y si no ha ido a la cárcel Humberto es precisamente por esa mal entendida lealtad de haber conducido un partido que tuvo que abandonar cuando las evidencia de latrocinio se hicieron insuperables.

En Nuevo León, el Bronco se enreda solo y se queda únicamente con el apoyo sostenido de Reforma, que le apostó a darle una lección al PAN y al PRI, pero el costo de la ineficiencia y del incumplimiento de la oferta de campaña deja claro lo que vemos en Morelos: de lengua me como un taco, pero de resultados… eso es otra cosa y no parece que esa sea la intención primigenia de ninguno de los gobernadores cuyos triunfos ya lograron hacerlos pertenecer a una clase que no sabe cuánto vale el kilo de tortilla ni cuánto costará su propio retiro: lo han asegurado por varias generaciones a costa del erario.

¿Qué sigue? ¿Más elecciones con ganadores de porcentajes risibles? ¿Más diferencias de menos de un punto porcentual? ¿Más retórica de que se gana por un voto pero sin capital político y electoral?

En un país con el desprecio ciudadano, lo más fácil pareciera seguirse repartiendo el presupuesto como sucede ahora. El PAN lleva a los suyos, el PRI completa, PRD se acopla y Morena pelea con todos para que le den más, pero en el camino nadie saca al buey de la barranca y los pobres siguen creciendo, más la marginación y la desigualdad porque los que más tienen sólo ellos pueden decidir y financiar aunque les salga mal el experimento.

Mientras, los narcos siguen creciendo, el mercado ya se amplía, la policía y sus jefes se mochan con los delincuentes y sólo los ciudadanos se joden: a ellos les roban los políticos, las autoridades y también los delincuentes. El peor de los mundos.

El gran experimento democrático de México no ha funcionado como se esperaba. El gobierno de partido hegemónico se percató que si compartía seguía sosteniéndose y todos los implicados fortalecía a una oligarquía que sólo ve como unos y otros se canibalizan de escándalo en escándalo.

¿Cuál es la respuesta? Está claro que los prohombres se corrompen, los adalides de la democracia están en esto para proteger lo suyo y otros, cuando lo suyo merma, pues a meterse a la política para seguir viviendo como antes.

Es verdad. Sería cínico pensar que todos están de acuerdo, que todos viven haciéndose cochupos unos a otros todos los días. Lo que no este mentira es la realidad cotidiana: todo más caro, empleos peor pagados, servicios insatisfechos e ineficientes además de caros sin que se reduzca la corrupción, sin que haya desarrollo verídico, sin que se achique la franja de la desigualdad.

Y todos jugando al juego de no veo más allá, no me comprometo, no aporto. Unos porque no quieren que lo que pague se lo roben, otros porque lo que roban ya no alcanza y todos insertados en la mediocridad de subsistir mientras alguien surge y se convierte en el gran líder que, al final, terminará por desilusionar.

La opción depende de muchos, de todos los que no se han dado cuenta que son más, que tomados de la mano podrían meter hasta a los oligarcas en una ruta de ceder algo para no perder todo.

Por desgracia, pareciera que a la mayoría no le importa que haya cambios, le importa entrar al círculo de los privilegiados. No viste ser jodido, menos marginado, aunque todos paguen por ello.

Por eso, lo seguro es que seguiremos con malos gobiernos y, seguro, la impunidad y la corrupción nos llevará otro decenio combatirlo hasta encontrar ese pequeño resquicio en el que la decencia y la honestidad ganen una partida. ¿Lo veremos?

José Francisco Lopez Vargas
José Francisco Lopez Vargas
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último