La Revista

Razones

Jorge Fernández Menéndez
Jorge Fernández Menéndez
Sígueme en redes sociales:

Por Jorge Fernández Menéndez

¿Es Aureliano Guzmán Loera, El Guano, hermano de El Chapo Guzmán, el nuevo jefe del Cártel del Pacífico? Por lo menos, eso es lo que manejan algunos medios, incluso, se ha señalado que las nuevas investigaciones confirman que fue él quien ordenó la emboscada a los militares el 29 de septiembre pasado en Culiacán. Hay quienes insisten en que el narcotraficante herido, cuyo rescate originó el ataque, fue el propio Aureliano, no otro delincuente apodado El Kevin como se ha dicho.

Dice Leoluca Orlando, un célebre fiscal e investigador italiano sobre la mafia, que una de las cosas que distinguen a ésta de otras organizaciones del crimen organizado es que los lazos familiares en la mafia son fundamentales para explicar su funcionamiento y operación. Y ésa es una de las grandes diferencias que pueden encontrarse, por ejemplo, entre los viejos cárteles tradicionales: el de Juárez o el de Sinaloa, con todas sus derivaciones, con los Zetas, que no surgieron ni se desarrollaron a partir de lazos familiares.

Lo que está sucediendo en Sinaloa es una clara muestra de ello. Aureliano Guzmán, no era uno de los principales operadores del cártel que encabezaba su hermano, Joaquín. Los jefes de esa organización eran, junto a El Chapo, Ismael El Mayo Zambada y Dámaso López, El Lic, junto con ese personaje siempre inasible, que, incluso, no se sabe si está muerto o no, Juan José Esparragoza, El Azul. Los lazos de El Chapo con todos ellos eran estrechos: socios durante años, compadres, en el caso de Dámaso el hombre que lo ayudó a escapar de Puente Grande en el 2001. Aureliano era el que garantizaba la seguridad en el entorno familiar, en la zona de Badiraguato y en la sierra.Pero había una profunda ruptura familiar que determinó una crisis en el mundo del narcotráfico y el verdadero inicio de la ola de violencia que ha sacudido al país la última década. Vicente Carrillo, hermano de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, muerto en 1997, consideraba que él debía ser el sucesor de su hermano o, por lo menos, estar en el centro de la toma de decisiones de ese cártel que en realidad, siempre se movió (ése fue uno de los méritos operativos de Amado Carrillo) como una suerte de holding, con áreas de muchas autonomía. Pero Vicente Carrillo no tenía la visión estratégica de Amado y quiso imponer sus condiciones por la fuerza. El 11 de septiembre del 2004 comenzó, oficialmente, la guerra entre los cárteles del narcotráfico: ese día Rodolfo Carrillo, hermano menor de Vicente y de Amado, apodado El niño de oro, fue asesinado en Culiacán, junto con su esposa, Giovanna. Eso significó la ruptura definitiva entre Juárez y Sinaloa. Los responsables de la seguridad del Cártel de Sinaloa, sobre todo, en Culiacán, eran los hermanos Beltrán Leyva, quienes están relacionados, también, por lazos familiares con los Guzmán. Una media hermana de El Chapo y de Aureliano, Patricia Guzmán Núñez, estaba casada con quien manejaba los grupos operativos de los Beltrán Leyva, Alfredo, apodado El Mochomo. Los Guzmán Loera tenían otro medio hermano, su padre era el primogénito de todos, llamado Ernesto Guzmán Hidalgo, que trabajaba en la zona de Badiraguato con los Beltrán Leyva.

En 2008, los Beltrán reclamaron a El Chapo y a El Mayo, como antes lo había hecho Vicente Carrillo, un puesto en la mesa de decisión del cártel. La respuesta fue la captura de El Mochomo y su posterior deportación a Estados Unidos. Allí comenzó otra fase de la guerra de los cárteles, que generó una alianza entre los Beltrán, Juárez y los Zetas que terminó, años después, derrotada por los golpes de las fuerzas de seguridad y la capacidad operativa de Sinaloa.

Cuando es capturado El Mochomo, los otros hermanos, Arturo y Héctor, responsabilizan a El Chapo y ordenan asesinar a su hijo mayor, Édgar. Su muerte cataliza distintos enfrentamientos, y recomposiciones, entre ellas la de Ignacio Coronel, en Guadalajara,
que abriría paso a lo que ahora conocemos como el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Cuando se da la segunda fuga de El Chapo se producen más ajustes de cuentas. Aureliano, responsable de toda el área de Badiraguato, ordena asesinar a su medio hermano, Ernesto Guzmán Hidalgo, por considerar que podía delatar a Joaquín. En respuesta, el hijo de El Mochomo, sobrino de Ernesto, un joven llamado Alfredo Beltrán Guzmán y que se quedó con parte del cártel de los Beltrán luego de la caída de sus tíos, decidió atacar Badiraguato y toda la zona de la sierra controlada por Aureliano. Es la guerra que estamos viviendo hoy en esa zona.

Pero esa guerra tiene, todavía, más lazos familiares. El liderazgo del cártel, aunque tengan espacios de poder, no lo tiene Aureliano, tampoco los hijos de El Chapo, Iván y Alfredo. El control es de Dámaso López y de Zambada. Los hijos de éste están presos o muertos, pero el hijo de Dámaso, del mismo nombre y apodado El Mini Lic, es quien controla los grupos armados que habrían organizado la emboscada en Culiacán para rescatar a El Kevin… que muchos creen que en realidad era Aureliano.

En última instancia todo queda en familia.

Jorge Fernández Menéndez
Jorge Fernández Menéndez
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último