La niña llegó de la escuela, bajó a la playa con desgana, sintió en el uniforme colegial y en la piel el calor de febrero, caminó calzada con los zapatos sobre la arena crema, se sentó al final, en las rocas, y por sus mejillas notó la lágrima, se deslizó por cada esencia de su cara y se precipitó al mar… allí se fundió con la sal de las olas, como dolía la traición, qué amarga era…
Y entonces el mar susurró…
“Desde octubre no venías… pasó noviembre y se fue, pasaron las castañas y los disfraces… iluminó la tierra Navidad y se marchó también… los que lucharon contra el cáncer perdieron o ganaron, hubo besos de verdad y besos falsos, enero y sus cuestas costaron pero ya se han marchado.. llegaron emails, llegaron regalos… hubo meriendas.. domingos de paseo…
Hubo llantos y sonrisas.. hubo indulto en la tarde de Bogotá y hubo triunfo en la México.. y aquí estamos.. regresó la primavera.. volvió la luz, el calor del sol.. la vida en los parques, no es hermoso? Gente cantando… Sé feliz! Tu dolor pasará, y te hará más fuerte…”
Y la niña sonriò… era cierto… qué tarde tan bella, incluso se divisaban delfines…
Dedicado a las tardes de febrero que tanto me encantan
Dedicado a mi amigo Pepe
Dedicado a los protagonistas de Bogotá y la México
Dedicado a mi niño Luis
Y dedicado al toreo, viva el toreo!