Cada verano él regresaba al pueblo de su niñez y respiraba el mar, el color blanco de las casas y el aroma a vida y a pureza… paseaba por la larga playa de arena dorada, y se sentía feliz… la vida avanzaba apacible y serena, sencilla… bella!
Era un pianista bastante bueno… ella le admiraba. Era casi una niña, muy talentosa, y cada día le escribía cuentos y canciones… De todo lo que él amaba: de flamenco, de duendes, de Talavante, de Paco de Lucía… Él adoraba leer todo aquello. Le fascinaba!
Un verano llegò el éxito, y desapareciò todo lo demás… Él acudiò al lugar muy pocos días… iba a la playa con un cortejo de gentes que le reían cada gracia… Se tornò arrogante y muy poco atento… Con ella no hablò ni medio minuto… ya no le gustaba leer sus cosas…
El éxito del pianista un buen día, al igual que había llegado, se marchò… Ya no hubo gentes que adularan, nadie que ayudara a mitigar el dolor… él regresò a la playa y rogò a la chica que le escribiera un cuento… Ella garabateò lindos versos en la arena…
… y se alejò paseando, feliz, con sus amigos…
Dedicado a los músicos
Dedicado a mi mago
Dedicado a mis sevillanos
Y a mi Luis, mil abrazos
