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De la pobreza, la tiranía y la servidumbre

Talina Gonzalez
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Por: Talina González.

La encontré en Facebook dándome la espalda. Era una mujer de alguna comunidad rural de México sin duda. Traía a su hijo en el rebozo colgado a la espalda y a ninguno de los dos se les veía la cara. La imagen se acompañaba del texto: “Nunca combatirán la pobreza porque su sobrevivencia depende de ella”, así, sin sujeto definido, haciendo alusión a un “quién” que podría ser cualquiera.

Si lanzáramos al aire la pregunta: “¿quiénes son ellos?” las respuestas serían variadas. Seguro saldría a flote más de un nombre de la casta política regional y nacional, desde los Gobernadores acusados de malversación de fondos hasta algún politiquillo de mala muerte en algún rincón perdido del país. Quizá algún líder empresarial y con seguridad más de alguno de los que encabezan la lista Forbes. Si tuviera un historiador cerca podría llenar lo que queda de la página con personajes históricos de distintas épocas y países.

Pero lo cierto es que, y no lo digo yo sino los grandes pensadores, para que exista un tirano debe haber un sirviente que se deje pisotear. Marat lo describió en el Siglo 18 con una de sus más famosas frases: “No contento con hacerse engañar por los pícaros, el pueblo casi siempre va al encuentro de la servidumbre, y forja él mismo sus cadenas” idea que bien podría servir de cierre a cualquier discusión sobre el tema.

En México siempre nos topamos con el eterno circulo vicioso que vincula los conceptos “elecciones”, “voto” y “pobreza” en una discusión que bien puede resumirse en el meme al que me referí al principio: los políticos dependen de la existencia de los pobres que representan un voto fácil y “económico”. Una torta, una despensa, un balón de futbol son suficientes para asegurar 6 años de permanencia en el gobierno con todos los beneficios millonarios que esto conlleva.

La idea del Circulo Vicioso representa el cuento de nunca acabar, y como tal, de nunca solucionar. Por eso me pareció interesante un posicionamiento que encontré en la red mientras googleaba buscando la frase de Marat que cité hace algunos párrafos. Se trata de un documento que bajo el nombre de “El discurso de la servidumbre voluntaria” redactó en el siglo 16 el escritor francés Etiene de la Boetie quien representó esta relación de poder con una pirámide.

De la Boetie sostiene que “lo que edifica y conserva el poder de los tiranos es la complicidad de un grupo de hombres que participan de sus rapiñas y son cómplices de todos sus crímenes. Se trata en primera instancia de un pequeño núcleo de 5 o 6, que cuentan a su vez con la complicidad de otros 600, que aprovechan su protección y obran con ellos del mismo modo que el tirano con su grupo de 5 o 6”.

La pirámide crece y crece, igual que el sistema de ventas de Omnilife (o la Flor de la Abundancia que tanta controversia causó recientemente) extendiendo esta pirámide de “colaboración” y complicidad de manera infinita.

En la pirámide de De la Boetie cualquier esclavo es un tirano potencial, por eso puede esperar pacientemente en la oscuridad de la servidumbre su momento para convertirse en victimario y tomar su lugar en la pirámide.

El tirano descrito por De la Boetie suena muy parecido al político mexicano de hoy: persigue el saber, fomenta los juegos públicos, ofrece dádivas en alimento o en dinero, brinda a sus súbditos diversiones y espectáculos, para ablandar y distraer y así, convertirlos en amigos de lo fácil, ajenos al esfuerzo, agradecidos y sumisos.

El tiranismo francés de los siglos 16 y 17 suena muy parecido al populismo en México que ha sometido al pueblo con técnicas ancestrales aplicadas hábilmente por generaciones y generaciones de políticos que saben muy bien que alguien que ha sido sometido difícilmente peleará por su libertad.

¿Y cómo puede hacerse frente a esta oscura pirámide? La respuesta de Étienne De la Boetie es muy sencilla: aferrarse a la libertad, pero a una libertad “ética” que cree conexiones y que revierta la opresión.

Lo esperanzador del pensamiento que encontramos en este tratado escrito hace 400 años radica en su espíritu de paz: no se tira la pirámide combatiéndola sino evitando colaborar con ella. Al tirano “no hay que quitarle nada, sino no darle nada”.

Es difícil romper un círculo, ¿pero tirar una pirámide? Eso es otra cosa. Quizá un cambio radical en el discurso social sea el primer paso para lograr una sociedad más equitativa.

Talina Gonzalez
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