Por: Francisco Solís Peón.
Desde niño amo la
primavera, la fragancia de las flores que se abrían en los amplios jardines de
las casonas de la colonia México en mi natal Mérida, el canto de los pájaros
enamorados y por supuesto, los libros descubiertos en la magna biblioteca de mi
bisabuela mismos que devoraba en las vacaciones de semana santa.
Pues bien, esa
magia de mis últimos años infantiles y de mi primera adolescencia (llevo
varias) la sentí el año pasado durante la FILEY (Feria Internacional del libro
del Estado de Yucatán), por mucho el evento cultural más importante del Mayab.
En mi tierra los
calores primaverales pueden llegar a ser muy severos aunque nunca como el
verano, por eso procuro evitar las presentaciones editoriales del medio día,
sin embargo el escuchar a los hermanos Taibo promover la lectura era una
proposición que vencía cualquier estiaje.
La charla entre los
escritores y el público, compuesto principalmente por jóvenes, fue por demás
tan sabrosa como edificante, de ahí seguro salieron varios corazones que
descubrieron un mundo más allá de la TV y los teléfonos celulares.
Al finalizar el
evento y en la más pura tradición de las editoriales latinoamericanas,
distintos títulos de los presentadores se vendían a la salida, llamó mi atención
uno: “Desde mi muro” del conocido escritor y crítico sociocultural Benito
Taibo; lo adquirí más por curiosidad que por otra cosa, también se puede hablar
de un secreto compromiso con alguien a quien se admira.
Confieso que el
libro pasó algunas semanas en mi buró, sin embargo un libro es como una mujer
que espera ser besada: simplemente no pude resistir la tentación. Acto seguido
me aposté en una de las viejas mecedoras de la casa familiar ubicado en un
magnífico corredor donde a veces nos reunimos para “tomar el fresco”(1).
Para ser franco
esperaba algo exótico, tal vez como un breve estudio sobre la creación
literaria en las redes sociales o una visión transgeneracional sobre creadores
artísticos en facebook o tal vez algo más acorde a la banalidad de los tiempos,
en fin; pero el libro me atrapó desde un principio, con la atmósfera ideal,
rodeado de un cielo color atardecer amarillo anaranjado (como los buenos chiles
habaneros), me reencontré con Sandokán y su eterna lucha contra la tribu de los
Tugs((2), con el corsario negro y su perene melancolía ¡La magia había
regresado! ¡Coño!
Dejemos que el
propio autor lo explique:
“Estoy en Facebook
con mi nombre verdadero; me parece una herramienta expedita para hacer
pronunciamientos de cualquier tipo y que llegan a las personas indicadas en el
momento adecuado”.
Y he aquí la
primera frase genial:
“Vivimos en tiempos
solitarios, seres ensimismados en sus trabajos y en esa magra cotidianidad que
todo lo chupa y todo lo corrompe, incluyendo las alegrías, como si de un hoyo
negro estelar se tratara”.
Poco a poco, como los
flamboyanes que caen sobre una alfombra de pétalos de “lluvia de oro”(3), las
historias nos llevan a través de la personalidad íntimamente jocosa del autor:
Las anécdotas familiares encabezadas por Imelda su compañera de vida, por su
madre “La Jefa”, por su padre “El Jefe”, su hermano el cineasta; su amor por la
iteratura en general, los libros, el lenguaje, la intemporalidad de la
imaginación; las peculiaridades del folclor mexicano rasposo y chilango por
extensión.
Uno de los
minicapítulos llamado “Poetas que nos tocan” movió en mí sentimientos
largamente olvidados, cuando la vida era lo suficientemente bella como para
desperdiciarla en la poesía ya fuera por un amor, por la patria o por la poesía
misma.
Ya entrado en
evocaciones, recordé cuando le dí la mano a Mario Benedetti (uno de los poetas
que me tocan”) después de la presentación de su libro que paradójicamente se
titula “Primavera con una esquina rota”. Por cierto que durante el evento se
armó tremendo zafarrancho, a veces extraño los días en que había rojos color
sangre contra blancos color autoritarismo.
El libro es tan
bueno, que cada noche le leo a mi ahijada Sofía uno o dos microhistorias
feisbookeras, lo cual genera preguntas como ¿Dónde queda la colonia Condesa?
¿Quién es ese tal “Borgos” que odia el fúbol? ¿Qué es un anarquista? Y la más
importante de todas ¿Padrino, cuándo me invitas a comer fabada?
¡Bendita sea la
literatura en primavera!
(1) Frase coloquial que significa sacar mecedoras al portal y así disfrutar
de la brisa del norte.
(2) Conjunto de tribus asiáticas especialmente feroces, equivalentes a los
caribes en nuestro continente.
(3) Laburnum anagyroides, llegó a Yucatán proveniente de Cuba y
aproximadamente cuatro meses al año se carga de flores con una tonalidad
amarillo brillante.