Taylor, graduado de West Point, habí allevado buena cuenta de lo que vivió en esa embajada como encargado de negocios y embajador en funciones desde que aceptó el puesto que no deseaba. Primero, porque su mujer se oponía «sin ambigüedades». Segundo, porque ya había llegado a su conocimiento que Yovanovitch «había sido tratada malamente, atrapada en una red de maquinaciones políticas en Kiev y en Washington que podía seguir presente».
Pero había más. «Me preocupaba lo que había escuchado relacionado con el papel de Rudy Giuliani», confesó el martes. Acabó aceptando el cargo porque la ex embajadora le dijo que sería bueno para la moral del cuerpo diplomático que había quedado desconsolado y, lo que es más importante, porque «un respetado republicano» que había sido su mentor le dijo tajantemente: «Si tu país te pide hacer algo, lo haces si es que puedes ser efectivo».
Al llegar a Kiev con una carta de Pompeo bajo el brazo asegurándole su apoyo, se encontró con «una combinación de circunstancias alentadoras (por la decisión del presidente Volodimir Zelensky de luchar contra la corrupción), confusas (por la existencia de un canal extraoficial bajo las directrices de Giuliani) y finalmente alarmantes», dado que Trump ordenó suspender la ayuda militar a Ucrania hasta que Zelensky se comprometiese públicamente a abrir una investigación contra Hunter Biden, hijo del expresidente estadounidense que había sido asesor de la empresa energética Burisma.
Su relato de 15 páginas en más diez horas de interrogatorio, bien documentado con notas de las llamadas y reuniones, será clave para el ‘impeachment’ de Trump, lo que explica que ayer sus huestes quisieran desviar la atención. «Es una historia amarga de informantes, de Giuliani, de canales traseros, de ‘quid pro quo’, de corrupción y de interferencia electoral». resumió.