El tiempo: Aliado indispensable.
Por: Jordy R. Abraham Martínez.
Twitter: @JordyAbraham / JordyAbraham@gmail.com
“Hay ladrones a los que
no se castiga, pero roban lo más preciado: el tiempo”. Napoleón Bonaparte, fue
un gran estratega que, sin duda, sabía reconocer cuales eran los elementos
principales para obtener victorias. El valor que este personaje histórico atribuye
al tiempo, nos permite constatar la importancia de su optimización para
cualquier líder en activo.
El transcurso del tiempo
es algo tan cotidiano que tiende a dejar de tomarse en cuenta. Es decir, nos
olvidamos que se trata de un recurso no renovable y finito. En un mundo tan
ajetreado y con tantas exigencias, constantemente nos concentramos en el
futuro. También nos generan frustración eventos pasados, que ya no se pueden
revertir. Estas distracciones interminables entre recuerdos del pasado y especulaciones
sobre el futuro, lejos de ser útiles se tornan perjudiciales. Hoy es siempre,
todavía. El ayer ya ocurrió y el mañana nunca llega.
El presente es lo que
nos debe ocupar. La vida se construye de instantes. Hay momentos más
determinantes que otros desde luego, pero depende de cada uno el hacer
eficiente su tiempo, por medio de acciones. El campeón de box, Muhammad Alí
decía: “No cuentes los días. Haz que los días cuenten”. Del mismo modo en que
el reloj nunca se detiene, debe existir en todas las personas un impulso
incesante por seguir forjando el camino que lleva a la obtención de las metas
trazadas. En este sentido, uno de los grandes obstáculos del éxito, es el vicio
de procrastinar. Esto es, el dejar las cosas para el último momento. Por lo general,
cuando una asignatura pendiente se posterga y se realiza hacia el límite de la
fecha establecida, los resultados no son los mejores. Además este pésimo hábito
comunica falta de responsabilidad y deficiente disciplina.
Quienes tienen una
desarrollada conciencia sobre la relevancia del tiempo, no dejan pasar las
oportunidades. Son personas dedicadas que dan la impresión de ser incansables,
por la cantidad de tiempo que invierten en sus actividades. Claramente, este
tipo de gente, tiene un menor margen de fracaso que aquellos con un nivel más
bajo de compromiso. El trayecto hacia la meta se va suscitando sobre la marcha
del tiempo. Suelen haber momentos difíciles y lapsos de satisfacciones gratas.
La experiencia nos indica que hay días que se van como segundos y minutos que
parecen eternos.
La relatividad del tiempo es un aspecto
implacable. Se debe contar con fortaleza para superar las horas de angustia,
pero de igual forma, mesura cuando se presentan momentos de dicha o abundancia.
Un cuento popular versa
sobre la inscripción de unas palabras en el anillo de un rey. El grabado
contenía una frase que traía al monarca consuelo cuando estaba triste o
desesperado. Sin embargo, de la misma manera le generaba melancolía en períodos
de triunfo y alegría. “Todo pasa, nada es permanente”, este era el mensaje
legible en la joya. Los ciclos de la vida son inevitables, aunque por lo
general, las recompensas llegan para quienes se empeñan en conseguirlas.
Las casualidades son
extremadamente raras. Las eventualidades tienen una causa. Cuando se pretende
dejar el devenir en manos del azar, se corren enormes riesgos. El desperdicio
del tiempo es un error del cual es inevitable un arrepentimiento futuro. Por
otro lado, con voluntad, hasta la hazaña más improbable, se puede alcanzar. La
mejor forma de predecir el futuro, es creándolo, esta oración célebre es de
impacto. Cada segundo es una oportunidad para ser mejores.
Cada uno debe de asumir
esta realidad para ser el arquitecto de su propio destino, como dijera Amado Nervo.
La trascendencia es lo único capaz de romper las barreras del tiempo. A eso
debemos aspirar, a influir de manera positiva y sostenida sobre la sociedad.
Esto solo puede lograrse con acciones.