Luz verde para el Programa europeo de Reconstrucción que debe servir para luchar contra la crisis desatada por el coronavirus. Poca claridad, por ahora, sobre los detalles definitivos de ese plan. La cumbre europea celebrada este jueves por videoconferencia ha respaldado la creación de un Fondo de Recuperación ligado al presupuesto plurianual de la Unión Europea. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se ha comprometido a presentar el proyecto antes del 6 de mayo.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha logrado el acuerdo de los 27 gobiernos para establecer un Fondo de recuperación, según fuentes comunitarias. La Comisión Europea se encargará de evaluar las necesidades financieras. Pero la presidenta del organismo se ha comprometido durante la cumbre a presentar un proyecto de presupuestos antes del 6 de mayo. Es decir, lo tendrá listo en dos semanas.
El principio de acuerdo, logrado tras cuatro horas de videoconferencia, supone el pistoletazo de salida para un Programa que, según los cálculos de Bruselas, debería movilizar en torno a 1,5 billones de euros.
España, Francia o Italia han defendido que hay que llegar a esa cifra durante la cumbre. Y hasta la canciller alemana, Angela Merkel, ha reconocido durante la videoconferencia que la intervención debe ser “enorme”. Pero otros socios del norte, con Países Bajos al frente, reclaman contención e insisten, sobre todo, en que la inyección de capital se canalice con préstamos reembolsables sin ninguna ayuda a fondo perdido.
Batalla pendiente por los detalles
La batalla por los detalles se anuncia complicada y podría tardar semanas o meses en cerrarse, en particular sobre el reparto entre préstamos y subvenciones. Pero el gran avance de la cuarta cumbre por videoconferencia desde el arranque de la Covid-19 es que la UE acepta que ya no puede afrontar el impacto económico de la mortífera pandemia como una mera crisis para la que sirven las recetas habituales.
Tras varias semanas de titubeos y un intento de atajar el problema con parches de emergencia como la aceleración de los fondos estructurales, la Unión se embarca ahora en una operación de rescate a nivel europeo como no se había acometido en toda la historia del club.
Hace apenas dos semanas, los líderes del Consejo parecían vivir en mundos paralelos. Rutte y los suyos (Austria, Dinamarca, Suecia o Finlandia) se negaban incluso a contemplar una línea de crédito sin condiciones a través del Mecanismo europeo de estabilidad (Mede) para el gasto sanitario. En el otro extremo de la mesa, España y, sobre todo, Italia, apostaban por unos eurobonos que ni siquiera se han llegado a discutir.
La virulencia de la pandemia (que ya se ha cobrado más de 100.000 vidas en Europa) y el brutal descalabro económico (la presidenta del BCE, a Christine Lagarde, ha advertido durante la cubre que el PIB de la zona euro puede caer un 15% este año) ha obligado a los miembros del Consejo a moderar sus respectivas posiciones y a buscar un terreno de entendimiento.
El primer paso fue el acuerdo del Eurogrupo del pasado 9 de abril, ratificado este jueves por la cumbre. Pero todos los analistas reconocían que aquel paquete (valorado en 540.000 millones de euros entre préstamos el Mede y de la Comisión, más avales gestionados por el BEI) era poco más una red de seguridad para los primeros meses de la crisis.