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La lucha interna por el poder

Manuel Triay Peniche
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Por Manuel Triay Peniche

Los partidos políticos se aprestan a enfrentar los comicios del año próximo con muchos y muy serios problemas

 y con una variada gama de innovaciones que van desde la reelección hasta la paridad de género y, los de mayor votación, los grandes, habrán de subsanar y suturar profundas heridas auto infligidas si acaso pretenden, de verdad, tener alguna opción de triunfo.
El más afectado por la división, al menos por lo que nos muestran, es el PAN, y la fractura se avista tanto en lo nacional como en lo local. Su presidente Ricardo Anaya parece tener un plan basado en la segmentación, y en pregonarla, pues sólo así se explicaría su actitud a todas luces de confrontación; y su réplica local, Raúl Paz Alonzo, no canta mal las rancheras: está sentado sobre un barril de pólvora azul.
A eso se suma que todos, al menos es nuestra percepción, se han vuelto pragmáticos, sus doctrinas y principios han quedado en la retaguardia ante la galopante necesidad de obtener votos al precio que sea, y seguramente pugnarán por los candidatos más populares, los de mayor rentabilidad electoral, aunque luego carezcan de la más peregrina idea de cómo enfrentar los retos y necesidades de un gobierno.
Esa situación, entre otras cosas que sería prolijo enumerar, los ha llevado a la pérdida de militantes y más aún, a la pérdida de votos; el llamado voto duro o voto cautivo se va disolviendo ante la falta de credibilidad de los ciudadanos y cada vez aflora más la idea de apostarle a la persona o, en su defecto, de apostarle al desconocido a ver si por ahí nos llega el tan añorado cambio, lo cual significa un verdadero peligro, un riesgo muy grande.
Desde luego esas posturas dañan a los propios partidos y nuestra preocupación no sería mayor si allí parara todo, pero también dañan a la democracia tan cacareada y tan necesitada, y poco a poco vamos perdiendo ciudadanía; cada vez necesitaremos más de grupos o asociaciones cívicas que vengan a llegar el gran vacío que dejan aquellos.
Este panorama, visto a vuelo de pájaro, debe motivarnos a participar más en el proceso electoral que ha comenzado y a presionar fuerte para que nuestros candidatos sean mejor preparados, para que toda entidad partidista cumpla a pie juntillas con su cometido y para devolvernos la credibilidad en México, en nuestras autoridades, pues esa ausencia es base y cimiento de la inmensa mayoría de los males que nos aquejan.

Manuel Triay Peniche
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